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jueves, 26 de abril de 2012
Evangelio del Viernes III Semana de Pascua. Ciclo B. 27 de Abril, 2012
Evangelio del Viernes III Semana de Pascua. Ciclo B. 27 de Abril, 2012
† Lectura del santo Evangelio según san Juan (6, 52-59)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, los judíos se pusieron a discutir entre sí:
“¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?”
Jesús les dijo:
“Yo les aseguro: Si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no podrán tener vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día.
Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Como el Padre, que me ha enviado, posee la vida y yo vivo por él, así también el que me come vivirá por mí.
Este es el pan que ha bajado del cielo; no es como el maná que comieron sus padres, pues murieron. El que come de este pan vivirá para siempre”.
Esto lo dijo Jesús enseñando en la sinagoga de Cafarnaúm.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
El texto que leemos este día es muy claro: Jesús entrega su carne y su sangre por la vida del mundo. Cuando Juan habla de “carne” se está refiriendo sencillamente al “hombre”, al ser humano real y concreto que se encuentra inmerso en la historia, al ser humano en toda su fragilidad. Ser “carne” es vivir como hombre, sentir como hombre; es tener un cuerpo mediante el cual es posible expresarse. Jesús entonces es carne, es un ser humano, es un hombre real que se entrega totalmente por nosotros, porque comprende su existencia orientada no para sí mismo, sino para los otros. Por lo tanto, cuando Jesús afirma que es necesario “comer” su carne y “beber” su sangre para tener vida eterna, está diciendo que es fundamental identificarnos, unirnos profundamente a él, ya que él nos comunica la vida y, al unirnos a él, aprendemos a actuar como él. – Todo lo anterior nos lleva a reflexionar sobre nuestra participación en el sacramento de la Eucaristía, pues dicho sacramento significa entregar nuestras vidas por una sola causa: ser “carne” para la vida del mundo. Cuando comulgamos, ¿somos conscientes del compromiso que se desprende de la participación en la mesa eucarística?
Fuente: www.liturgiadelashoras.com; www.servicioskoinonia.org
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