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viernes, 27 de abril de 2012

Ordinario de la Misa: Domingo IV Semana de Pascua. Ciclo B. 29 de Abril, 2012

Ordinario de la Misa: Domingo IV Semana de Pascua. Ciclo B. 29 de Abril, 2012 Domingo del Buen Pastor Cuarto Domingo de Pascua: Jornada Mundial de oración por las vocaciones Bendito el que viene en el nombre del Señor Alabemos al Señor llenos de gozo Antífona de Entrada Alabemos al Señor llenos de gozo, porque la tierra está llena de su amor y su palabra hizo los cielos. Aleluya. Se dice Gloria. Oración Colecta Oremos: Dios omnipotente y misericordioso, guíanos a la felicidad eterna de tu Reino, a fin de que el pequeño rebaño de tu Hijo pueda llegar seguro a donde ya está su Pastor, resucitado, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén. Primera Lectura Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (4, 8-12) En aquellos días, Pedro, lleno del Espíritu Santo, dijo: “Jefes del pueblo y ancianos: Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, para saber cómo fue curado, sépanlo ustedes y sépalo todo el pueblo de Israel: este hombre ha quedado sano en el nombre de Jesús de Nazaret, a quien ustedes crucificaron y a quien Dios resucitó de entre los muertos. Este mismo Jesús es la piedra que ustedes, los constructores, han desechado y que ahora es la piedra angular. Ningún otro puede salvarnos, pues en la tierra no existe ninguna otra persona a quien Dios haya constituido como salvador nuestro”. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor Salmo Responsorial Salmo 117 La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. Más vale refugiarse en el Señor, que poner en los hombres la confianza; más vale refugiarse en el Señor, que buscar con los fuertes una alianza. La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Te doy gracias, Señor, pues me escuchaste y fuiste para mí la salvación. La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Bendito el que viene en nombre del Señor. Que Dios desde su templo nos bendiga. Tú eres mi Dios, y te doy gracias. Tú eres mi Dios, y yo te alabo. Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Segunda Lectura Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (3, 1-2) Queridos hijos: Miren cuánto amor nos ha tenido el Padre, pues no sólo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos. Si el mundo no nos reconoce, es porque tampoco lo ha reconocido a él. Hermanos míos, ahora somos hijos de Dios, pero aún no se ha manifestado cómo seremos al fin. Y ya sabemos que, cuando él se manifieste, vamos a ser semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor. Aclamación antes del Evangelio Aleluya, aleluya. Yo soy el buen pastor, dice el Señor; yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí. Aleluya. Evangelio † Lectura del santo Evangelio según san Juan (10, 11-18) Gloria a ti, Señor. En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: “Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas. En cambio, el asalariado, el que no es el pastor ni el dueño de las ovejas, cuando ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; el lobo se arroja sobre ellas y las dispersa, porque a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor, porque conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí, así como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre. Yo doy la vida por mis ovejas. Tengo además otras ovejas que no son de este redil y es necesario que las traiga también a ellas; escucharán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo pastor. El Padre me ama porque doy mi vida para volverla a tomar. Nadie me la quita; yo la doy porque quiero. Tengo poder para darla y lo tengo también para volverla a tomar. Este es el mandato que he recibido de mi Padre”. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús. Comentario: Con la palabra «pastor» se designaba en el Antiguo Oriente con frecuencia también a los reyes. Entre los egipcios, los reyes egipcios eran representados con los dos distintivos del pastor: el azote (o espantamoscas) y el cayado. Tanto en el arte de Mesopotamia como en el griego se encuentra la figura del pastor llevando a hombros un cordero; el dios griego Hermes fue representado llevando un carnero. Los cristianos utilizaron esta imagen para representar a Jesús, como buen pastor. En el Antiguo Testamento Dios le encomienda a David la tarea de pastorear a su pueblo Israel (2Sam 5,2) y los príncipes del pueblo se comparan con frecuencias con pastores. Ezequiel contrapone los dirigentes de Israel -que se apacientan a sí mismos en lugar de apacentar a sus ovejas- con el Señor, como modelo de pastor: «Como sigue el pastor el rastro de su rebaño cuando las ovejas se le dispersan, así seguiré yo el rastro de mis ovejas y las libraré sacándolas de todos los lugares por donde se desperdigaron un día de oscuridad y nubarrones» (Ez 34,1-10.12). El evangelista Juan presenta a Jesús como «buen pastor», o por dar una traducción más adecuada, como «modelo de pastor». El pastor modelo se define porque da su vida en función de las ovejas. Quien no ama a las ovejas hasta ese extremo no es buen pastor. El pastor aparece en el evangelio de hoy por oposición al asalariado o mercenario que apacienta a las ovejas por dinero; el asalariado cuando viene el peligro (lobo) deja que mueran las ovejas. La relación del pastor-Jesús con las ovejas-pueblo es una relación personal y recíproca de conocimiento profundo e íntimo (conozco a las mías y ellas me conocen a mí). Conocer a Jesús significa experimentar su amor e identificarse con su persona y actividad. Esta relación de conocimiento-amor es tan profunda que Jesús la compara a la que existe entre él y el Padre, basada también en la comunidad de Espíritu, que crea la unidad de designio y de propósito. Pero el rebaño de Jesús no se limita al pueblo de Israel, pues Jesús proclama que tiene otras ovejas que no son de ese recinto, palabra que designa el atrio del templo o, más ampliamente, a la institución judía, en la cual se han arrogado los puestos de poder unos individuos que carecen de todo derecho a ello y que son en realidad explotadores (ladrones) que usan de la violencia (bandidos) para someter al pueblo, manteniéndolo en un estado de miseria (cf. Jr 2,8; 23,1-4; Ez 34,2-10; Zac 11,4-17). Son esa gente que ha convertido la casa de su Padre en casa de negocios (Jn 2,16). Él tiene otras ovejas que no son del pueblo de Israel, pues pertenecen al mundo pagano y ha venido para formar una nueva comunidad humana que no se limita ya a los judíos sino que se extiende a todos sin distinción de raza, credo o estatuto social. Jesús, el modelo de pastor, demuestra que es el verdadero pastor porque entrega su vida por las ovejas. Ante su auditorio de dirigentes judíos (v. 19) que lo odian e intentan matarlo, Jesús afirma que es precisamente su prontitud para desafiar la muerte lo que hace manifestarse en él el amor del Padre. Jesús se entrega a sí mismo y así se recobra, porque al darse él mismo hace suyo el dinamismo de amor del Padre y de esta manera realiza su condición de hijo, adquiriendo la plenitud del propio ser. La demostración continua de amor del Padre se realiza en la presencia y actividad incesante del Espíritu en Jesús y se manifiesta en su obrar. Como Jesús, quien se da a sí mismo por amor no lo hace con la esperanza de recobrar la vida como premio a ese sacrificio (mérito), sino con la certeza de poderla tomar de nuevo, por la fuerza del amor mismo. Donde hay amor hasta el límite hay vida sin límite, pues el amor es fuerza de vida. Dar la vida significa creer hasta el fin en la verdad y potencia del amor. Jesús afirma su absoluta libertad en su entrega. Nadie puede quitarle la vida, él la da por propia iniciativa. Indica así que, aunque sean las circunstancias históricas las que van a llevarlo a la muerte, eso puede suceder porque él ha hecho su opción de llegar hasta el fin. El Padre, que ama a Jesús, le deja plena libertad; como Hijo, Jesús dispone de sus actos (Está en mi mano entregarla, etc.; cf. 3,35). La relación entre Jesús y el Padre no es de sumisión, sino de amor que identifica. El mandamiento del Padre no es una orden, sino un encargo; formula el designio común del Padre y Jesús, que nace de su comunión en el Espíritu (5,30). El evangelista utiliza el término "mandamiento" para oponerlo a los de la antigua Ley. Moisés recibió muchos (Éx 24,12; Dt 12,28, etc.), Jesús uno solo, el del amor hasta el extremo, el mismo que será propuesto a la humanidad (12,49; 13,34). Y este pastor modelo -que es Jesús-, es también según Pedro en el libro de los Hechos, «la piedra que desecharon ustedes, los arquitectos y que se ha convertido en piedra angular» de la comunidad. Para la revisión de vida 
¿Cómo son mis actitudes de pastor respecto a todos aquellos que, de una u otra manera, dependen de mis cuidados? ¿Me comporto como el pastor asalariado a quien no le interesan sus ovejas? ¿Conozco a mis ovejas y mis ovejas me conocen a mí? 
¿Qué preocupación tengo por las ovejas que son de otro redil…? Se dice Credo. Oración de los Fieles Celebrante: Pidamos a Dios que el poder de Jesús Resucitado se manifieste en su Iglesia, y en cuanto hoy queremos pedirle con fe. Digamos juntos: Te lo pedimos, Señor. Por la Iglesia: para que en este tiempo de gozo pueda reconocer en sus pastores la presencia viva y misteriosa de Cristo, único Pastor universal. Oremos. Te lo pedimos, Señor. Por todos los sacerdotes y consagrados, por aquellos a quienes se les confía el anuncio del Evangelio: para que transmitan el mensaje liberador de Jesús desde un compromiso radical con la verdad. Oremos. Te lo pedimos, Señor. Por nuestra sociedad: para que todos vivamos como hermanos y como hijos de Dios. Oremos. Te lo pedimos, Señor. Por los jóvenes: para que el Señor les dé generosidad para seguirlo. Oremos. Te lo pedimos, Señor. Por los que sufren: para que Jesús los conforte y alivie. Oremos. Te lo pedimos, Señor. Por nosotros y por nuestros familiares y amigos: para que la vida de Jesús se manifieste en las nuestras y demos gloria al Dios que nos salva. Oremos. Te lo pedimos, Señor. Celebrante: Tú que eres el Buen Pastor y el guía de tu Iglesia, Tú que diste tu vida para que nosotros la tuviéramos en abundancia, escucha nuestras oraciones y no permitas que nos apartemos de tu redil. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. Oración sobre las Ofrendas Concédenos, Señor, que este sacrificio pascual que vamos a ofrecerte, nos llene siempre de alegría, prosiga en nosotros tu obra redentora y nos obtenga de ti la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. Prefacio de Pascua IV Restauración universal por el misterio pascual El Señor esté con ustedes. Y con tu espíritu. Levantemos el corazón. Lo tenemos levantado hacia el Señor. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. Es justo y necesario. En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en este tiempo en que Cristo, nuestra pascua, fue inmolado. Porque destruida la antigua situación de pecado, se levanta todo lo que estaba caído y en Cristo se nos otorga la integridad de la vida. Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría, y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo... Antífona de la Comunión Ha resucitado Jesús, el Buen Pastor, que dio la vida por sus ovejas, y que se dignó morir para salvarnos. Aleluya. Oración después de la Comunión Oremos: Vela, Señor, con solicitud, por las ovejas que rescataste con la Sangre preciosa de tu Hijo, para que puedan alcanzar, un día, la felicidad eterna de tu Reino. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. Fuente: www.lecturadeldia.com; www.servicioskoinonia.com

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