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lunes, 19 de noviembre de 2012
Ordinario de la Misa: XXXIII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo B. Martes, 20 de noviembre 2012
Ordinario de la Misa: XXXIII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo B. Martes, 20 de noviembre 2012
¿Quién será grato a tus ojos, Señor?
Feria de la 33a. semana del Tiempo Ordinario
Yo quiero acercarme a ti, Señor
Antífona de Entrada
Yo quiero acercarme a ti, Señor, y saciarme de gozo en tu presencia.
Oración Colecta
Oremos:
Señor, tú que iluminas a los extraviados con la luz de tu Evangelio para que vuelvan al camino de la verdad, concede a cuantos nos llamamos cristianos imitar fielmente a Cristo y rechazar lo que pueda alejarnos de él.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.
Primera Lectura
Lectura del libro del
Apocalipsis del apóstol san
Juan (3, 1-6. 14-22)
Yo, Juan, oí que el Señor me decía:
“Escribe al encargado de la comunidad cristiana de Sardes: Esto dice el que tiene los siete espíritus de Dios y las siete estrellas:
‘Conozco tus obras. En apariencia estás vivo, pero en realidad estás muerto. Ponte alerta y reaviva lo que queda y está a punto de morir, pues tu conducta delante de mi Dios no ha sido perfecta. Recuerda de qué manera recibiste y escuchaste mi palabra; cúmplela y enmiéndate. Porque si no estás alerta, vendré como un ladrón, sin que sepas la hora en que voy a llegar.
Tienes, sin embargo, en Sardes, algunas pocas personas que no han manchado sus vestiduras; ellos me acompañarán vestidos de blanco, pues lo merecen.
El que venza también se vestirá de blanco. No borraré jamás su nombre del libro de la vida y lo reconoceré ante mi Padre y sus ángeles’. El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las comunidades cristianas.
Escribe al encargado de la comunidad cristiana de Laodicea: Esto dice el que es el Amén, el testigo fiel y veraz, el origen de todo lo creado por Dios:
‘Conozco tus obras: no eres ni frío ni caliente. Ojalá fueras frío o caliente. Pero porque eres tibio y no eres ni frío ni caliente, estoy a punto de vomitarte de mi boca. Dices que eres rico, que has acumulado riquezas y que ya no tienes necesidad de nada, pero no sabes que eres un desdichado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por eso te aconsejo que vengas a comprarme oro purificado por el fuego, para que te enriquezcas; vestiduras blancas, para que te las pongas y cubras tu vergonzosa desnudez, y colirio, para que te lo pongas en los ojos y puedas ver.
Yo reprendo y corrijo a todos los que amo. Reacciona, pues, y enmiéndate. Mira que estoy aquí, tocando la puerta; si alguno escucha mi voz y me abre, entraré a su casa y cenaremos juntos.
Al que venza lo sentaré conmigo en mi trono; lo mismo que yo, cuando vencí, me senté con mi Padre en su trono’. El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las comunidades cristianas”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Salmo 14
¿Quién será grato
a tus ojos, Señor?
El hombre que procede honradamente y obra con justicia; el que es sincero en todas sus palabras y con su lengua a nadie desprestigia.
¿Quién será grato
a tus ojos, Señor?
Quien no hace mal al prójimo ni difama al vecino; quien no ve con aprecio a los malvados, pero honra a quienes temen al Altísimo.
¿Quién será grato
a tus ojos, Señor?
Quien presta sin usura y quien no acepta soborno en perjuicio de inocentes, ése será agradable a los ojos de Dios eternamente.
¿Quién será grato
a tus ojos, Señor?
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Dios nos amó y nos envió a su Hijo, como víctima de expiación por nuestros pecados.
Aleluya.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (19, 1-10)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó, y al ir atravesando la ciudad, sucedió que un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de conocer a Jesús, pero la gente se lo impedía, porque Zaqueo era de baja estatura. Entonces corrió y se subió a un árbol para verlo cuando pasara por ahí. Al llegar a ese lugar, Jesús levantó los ojos y le dijo:
“Zaqueo, bájate pronto, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa”.
El bajó enseguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, comenzaron todos a murmurar diciendo:
“Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador”.
Zaqueo, poniéndose de pie, dijo a Jesús:
“Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes, y si he defraudado a alguien, le restituiré cuatro veces más”.
Jesús le dijo:
“Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también él es hijo de Abraham, y el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
El paso por Jericó, de camino a Jerusalén, está caracterizado por tres transformaciones. La segunda por la conversión de Zaqueo que decide restituir el dinero mal habido. Ojos, corazón y manos simbolizan los tres motores de la acción humana, aunque el centro de ellos sea el corazón como sede del discernimiento, la voluntad y la decisión. Aunque no acostumbramos verlo así, el mayor milagro que hizo Jesús en su paso por esa legendaria ciudad fue ayudarle a Zaqueo a que creciera en solidaridad, amor y justicia. Como cobrador de impuestos, él tenía acceso a una enorme cantidad de recursos, pero sin embargo era despreciado. Zaqueo consigue crecer con el llamado de Jesús y no encaramándose en los árboles. El evangelio nos invita a que, como Zaqueo, crezcamos ayudados por las enseñanzas de Jesús y que no nos trepemos en nuestros logros, en nuestros títulos o en nuestras seguridades económicas con el pretexto de buscarlo a Él. La grandeza de Zaqueo no está en su estatura, sino en la capacidad de transformar su corazón para cambiar el mal que había hecho y restituir la injusticia en la que vivía tan cómodamente. Así como los ojos del ciego se abrieron para seguirlo, el corazón de Zaqueo se abre para servirlo.
Oración sobre las Ofrendas
Mira bondadosamente, Señor, las ofrendas de tu Iglesia suplicante, y conviértelas en alimento espiritual que ayude a crecer en santidad a todos tus fieles.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio Común III
Alabanza a Dios por la creación
y la redención del hombre
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Pues por medio de tu amado Hijo, eres el creador del género humano, y también el autor bondadoso de la nueva creación.
Por eso, con razón te sirven todas las criaturas, con justicia te alaban todos los redimidos, y unánimes te bendicen tus santos. Con ellos, también nosotros, a una con los ángeles, cantamos tu gloria gozosos diciendo:
Santo, Santo, Santo…
Antífona de la Comunión
Dichosos los que se acercan a tu altar, Señor. Dichosos los que viven en tu casa y pueden alabarte siempre, Rey mío y Dios mío.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Te suplicamos, Señor, que esta Eucaristía que hemos recibido, nos ayude a amarte más y a servirte mejor cada día.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Fuentes: www.lecturadeldia.com; www.servicioskoinonia.org
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