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miércoles, 21 de noviembre de 2012

Ordinario de la Misa: XXXIII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo B. Jueves 22 de noviembre, 2012

Ordinario de la Misa: XXXIII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo B. Jueves 22 de noviembre, 2012 Santa Cecilia, virgen y mártir Memoria El Señor es amigo de su pueblo Antífona de Entrada Como las vírgenes prudentes, santa Cecilia, virgen y mártir, conserva su lámpara encendida para salir al encuentro de Cristo. Oración Colecta Oremos: Que la intercesión de santa Cecilia, virgen y mártir, nos obtenga, Señor, de tu misericordia, la gracia de vivir con alegría nuestra fe para que merezcamos cantar tus alabanzas en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén. Primera Lectura Lectura del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan (5, 1-10) Yo, Juan, vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono, un libro escrito por dentro y por fuera, y sellado con siete sellos. Y vi un ángel poderoso, que gritaba con fuerte voz: “¿Quién es digno de abrir el libro y de romper sus sellos?” Pero nadie, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro ni ver su contenido. Lloré mucho porque no había nadie digno de abrir el libro y de ver su contenido. Entonces, uno de los ancianos me dijo: “Ya no llores, porque ha vencido el león de la tribu de Judá, el descendiente de David, y él va a abrir el libro y sus siete sellos”. Vi entonces junto al trono, en medio de los cuatro seres vivientes y de los ancianos, un Cordero. Estaba de pie, y mostraba las señales de haber sido sacrificado. Tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios, enviados por toda la tierra. Se acercó y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono. Y al tomarlo, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron ante el Cordero, con sus cítaras y sus copas de oro llenas de incienso, que significan las oraciones de los santos. Y se pusieron a cantar un cántico nuevo, diciendo: “Tú eres digno de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque fuiste sacrificado y con tu sangre compraste para Dios hombres de todas las razas y lenguas, de todos los pueblos y naciones, y con ellos has constituido un reino de sacerdotes, que servirán a nuestro Dios y reinarán sobre la tierra”. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor. Salmo Responsorial Salmo 149 Bendito sea el Señor. Entonen al Señor un canto nuevo, en la reunión litúrgica proclámenlo. En su creador y rey, en el Señor, alégrese Israel, su pueblo santo. Bendito sea el Señor. En honor de su nombre, que haya danzas, alábenlo con arpa y tamboriles. El Señor es amigo de su pueblo y otorga la victoria a los humildes. Bendito sea el Señor. Que se alegren los fieles en el triunfo, que inunde el regocijo sus hogares, que alaben al Señor con sus palabras, porque en esto su pueblo se complace. Bendito sea el Señor. Aclamación antes del Evangelio Aleluya, aleluya. No endurezcan su corazón, como el día de la rebelión en el desierto, dice el Señor. Aleluya. Evangelio † Lectura del santo Evangelio según san Lucas (19, 41-44) Gloria a ti, Señor. En aquel tiempo, cuando Jesús estuvo cerca de Jerusalén y contempló la ciudad, lloró por ella y exclamó: “¡Si en este día comprendieras tú lo que puede conducirte a la paz! Pero eso está oculto a tus ojos. Ya vendrán días en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán y te atacarán por todas partes y te arrasarán. Matarán a todos tus habitantes y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no aprovechaste la oportunidad que Dios te daba”. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús. Comentario: En el itinerario de Jesús la ciudad de Jerusalén es el escenario de su confrontación final con los representantes del Israel institucional. Ante la vista de las magnificas edificaciones de Jerusalén Jesús lamenta que detrás de esa belleza arquitectónica se oculte la violencia, la injusticia y la impiedad. Todo el despliegue cultual, ritual e institucional que pretende mostrar a Dios en realidad lo oculta. Y, tal vez, el mayor conflicto que se encubre tras esos magníficos muros es el acuerdo entre las autoridades locales y los invasores romanos para oprimir y explotar a ese pueblo fiel y creyente que vive su fe en medio de grandes contradicciones. Esta lamentación de Jesús se hizo realidad unos treinta años después de su muerte cuanto la guerra entre los fanáticos religiosos judíos y los ejércitos romanos condujeron a la destrucción del Templo, la Ciudad y la Nación. Dentro de pocos días nuestras ciudades se embellecerán con los arreglos navideños y todo el despliegue publicitario nos ocultará la violencia, la injusticia y las grandes contradicciones que incrementan con el crecimiento de la ciudad. Jesús hace un llamado para que hagamos de nuestras ciudades un espacio de paz. Pero no de la paz comprada al precio de la sangre, sino aquella que proviene del bienestar y de la armonía de las relaciones humanas. Oración sobre las Ofrendas Acepta, Señor, los dones que te presentamos, en reconocimiento de las maravillas realizadas por tu amor en la vida de santa Cecilia, virgen, y haz que nuestro sacrificio de alabanza sea grato a tus ojos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. Prefacio de santas vírgenes y santos religiosos La vida consagrada a Dios es un signo del Reino de los cielos El Señor esté con ustedes. Y con tu espíritu. Levantemos el corazón. Lo tenemos levantado hacia el Señor. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. Es justo y necesario. En verdad es justo y necesario que te alaben, Señor, tus criaturas del cielo y de la tierra. Porque al celebrar a los santos que por amor al Reino de los cielos se consagraron a Cristo, reconocemos tu Providencia admirable, que no cesa de llamar al hombre a la santidad primera, para hacerlo participar ya desde ahora de la vida que gozará en el cielo, por Cristo nuestro Señor. Por eso, con todos los ángeles y santos, te alabamos, proclamando sin cesar: Santo, Santo, Santo... Antífona de la Comunión Ya viene el esposo; salgamos al encuentro de Cristo, el Señor. Oración después de la Comunión Oremos: Señor, que este sacramento fortalezca en nosotros tu amor, para que aceptemos los sufrimientos de nuestra vida como una forma de participar en la pasión de Cristo y nos esforcemos por vivir unidos a ti, a ejemplo de santa Cecilia, virgen. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. Fuentes: www.lecturadeldia.com; www.servicioskoinonia.org

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