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martes, 30 de noviembre de 2010

Lecturas y Oraciones. Miércoles I Semana de Adviento. Ciclo A. 1 de diciembre 2010

= Miercoles 01 de Diciembre, 2010
El Señor es mi pastor, nada me falta
Feria de Adviento: miércoles de la 1a. semana
Habitaré en la casa del Señor toda la vida
Antífona de Entrada
Ven, Señor, y no tardes, ilumina los secretos de las tinieblas y manifiéstate a todas las naciones.
Oración Colecta
Oremos:
Que tu gracia, Señor, prepare nuestros corazones para que, cuando venga tu Hijo Jesucristo, nos encuentre dignos de sentarnos a su mesa y de recibir de sus propias manos el pan del cielo.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura
Lectura del libro del profeta
Isaías (25, 6-10)
En aquel día, el Señor del universo preparará sobre este monte un festín con platillos suculentos para todos los pueblos; un banquete con vinos exquisitos, y manjares sustanciosos. El arrancará en este monte el velo que cubre el rostro de todos los pueblos, el paño que oscurece a todas las naciones. Destruirá la muerte para siempre; el Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros y borrará de toda la tierra la afrenta de su pueblo.Así lo ha dicho el Señor.
En aquel día se dirá: “Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara; alegrémonos y gocemos con la salvación que nos trae, porque la mano del Señor reposará en este monte”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 22
Habitaré en la casa del Señor
toda la vida.
El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas.
Habitaré en la casa del Señor
toda la vida.
Por ser un Dios fiel a sus promesas, me guía por el sendero recto; así, aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú estás conmigo. Tu vara y tu cayado me dan seguridad.
Habitaré en la casa del Señor
toda la vida.
Tú mismo me preparas la mesa, a despecho de mis adversarios; me unges la cabeza con perfume y llenas mi copa hasta los bordes.
Habitaré en la casa del Señor
toda la vida.
Tu bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días de mi vida; y viviré en la casa del Señor por años sin término.
Habitaré en la casa del Señor
toda la vida.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Ya viene el Señor para salvar a su pueblo. Dichosos los que estén preparados para salir a su encuentro.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (15, 29-37)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, llegó Jesús a la orilla del mar de Galilea, subió al monte y se sentó.
Acudió a él mucha gente, que llevaba consigo tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros enfermos. Los tendieron a sus pies y él los curó. La gente se llenó de admiración, al ver que los lisiados estaban curados, que los ciegos veían, que los mudos hablaban y los tullidos caminaban; por lo que glorificaron al Dios de Israel.
Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: “Me da lástima esta gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas, porque pueden desmayarse en el camino”.
Los discípulos le preguntaron:
“¿Dónde vamos a conseguir, en este lugar despoblado, panes suficientes para saciar a tal muchedumbre?” Jesús les preguntó: “¿Cuántos panes tienen?” Ellos contestaron: “Siete, y unos cuantos pescados”.
Después de ordenar a la gente que se sentara en el suelo, Jesús tomó los siete panes y los pescados, y habiendo dado gracias a Dios, los partió y los fue entregando a los discípulos, y los discípulos a la gente.
Todos comieron hasta saciarse, y llenaron siete canastos con los pedazos que habían sobrado.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
Mateo nos muestra en el evangelio de hoy dos signos del proyecto del reino dados por Jesús: el primero es la curación de los enfermos, signo de liberación para con los excluidos por la sociedad y las estructuras presentes, con el fin de restablecer las condiciones de vida y dignidad que les han sido negadas. El segundo es la multiplicación de los panes para satisfacer las necesidades más urgentes de quienes le siguen, dicho milagro se obra a partir del compartir solidario entre las personas con sentido de responsabilidad, siendo capaces de romper con el egoísmo y dar de lo que se tiene en la construcción de una comunidad más justa, donde haya pan y dignidad para todos. Este evangelio nos invita a tomar conciencia y ser responsables de los signos del reino: re-dignificar a los que son excluidos hoy en nuestra sociedad y ser constructores de solidaridad en medio de tantos rostros concretos que pasan situaciones de marginación por causa de las estructuras que enajenan al ser humano. Preguntémonos ¿cómo estamos haciendo nosotros para restablecer esas condiciones de vida y dignidad desde donde me encuentro? Y cuáles son mis propias actitudes de compartir solidario en mi propio entorno?


Oración sobre las Ofrendas
Te pedimos, Señor, que este sacrificio, signo de nuestra total entrega a ti, te sea ofrecido siempre, para que realice la intención que tuviste al instituir este sacramento, y lleve a cabo plenamente en nosotros tu salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio de Adviento III
Cristo, Señor y juez de la historia
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo darte gracias, es nuestro deber cantar en tu honor himnos de bendición y de alabanza, Padre todopoderoso, principio y fin de todo lo creado. Tú nos has ocultado el día y la hora en que Cristo, tu Hijo, Señor y juez de la historia, aparecerá, revestido de poder y de gloria, sobre las nubes del cielo.
En aquel día terrible y glorioso pasará la figura de este mundo y nacerán los cielos nuevos y la tierra nueva. El mismo Señor que se nos mostrará entonces lleno de gloria viene ahora a nuestro encuentro en cada hombre y en cada acontecimiento, para que lo recibamos en la fe y por el amor demos testimonio de la espera dichosa de su reino.
Por eso, mientras aguardamos su última venida, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo…

Antífona de la Comunión
He aquí que el Señor vendrá con gran poder e iluminará los ojos de sus siervos.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que esta Eucaristía nos purifique, Señor, de toda mancha y nos prepare así a celebrar dignamente la Navidad ya próxima.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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