Evangelio del Sábado I Semana de Adviento. Ciclo A. 4 de diciembre 2010
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo(9, 35—10, 1. 6-8)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, predicando el Evangelio del Reino y curando toda enfermedad y dolencia. Al ver a las multitudes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus discípulos: “La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos. Rueguen, por tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos”.
Después, llamando a sus doce discípulos, les dio poder para expulsar a los espíritus impuros y curar toda clase de enfermedades y dolencias. Les dijo: “Vayan en busca de las ovejas perdidas de la casa de Israel. Vayan y proclamen por el camino que ya se acerca el Reino de los cielos. Curen a los leprosos y demás enfermos; resuciten a los muertos y echen fuera a los demonios. Gratuitamente han recibido este poder; ejérzanlo, pues, gratuitamente”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús
Reflexión:
Este evangelio que leemos hoy introduce el segundo gran discurso que nos presenta Mateo, el discurso apostólico. Nos dice que Jesús recorría ciudades y aldeas enseñando en la sinagoga, proclamando el reino de Dios y sanando enfermos, las tres grandes acciones del Mesías. Se nos hace ver que la proclamación de la Buena Nueva tiene mediadores concretos. Jesús elige a sus doce discípulos y los hace partícipes de su misión: proclamar la Buena Nueva de justicia e igualdad en medio de una sociedad que elimina totalmente a las personas. Tal proclamación tiene una preferencia especial por los enfermos y dolientes, es decir, los excluidos. Jesús les entrega el poder para sanar y los envía al servicio de los demás, ya que seguirle es un compromiso de responsabilidad frente a todo ser humano en situación de opresión y esclavitud. El adviento es tiempo de reflexión y de revisión de vida. Nosotros como cristianos debemos revisar nuestra vida para ver si realmente somos continuadores de la misión de Jesús en el anuncio del Reino, en la creación de unas condiciones dignas de vida. Debemos ser conscientes de que proclamar la Buena Nueva nos exige una entrega día a día por los demás.
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