Evangelio del Lunes V Semana de Cuaresma. Ciclo A. 11 de abril 2011.
Lectura del Santo Evangelio, según San Juan 8,1-11
Gloria a Ti Señor
El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra
En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba. Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio y, colocándola en medio, le dijeron: "Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?" Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: "El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra." E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer, que seguía allí delante. Jesús se incorporó y le preguntó: "Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?" Ella contestó: "Ninguno, Señor." Jesús dijo: "Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más."
Palabra del Señor
Gloria a Ti Señor Jesús
Reflexión:
Los escribas y fariseos traen la mujer adúltera a Jesús, no porque les importe la mujer o la Ley, sino para acusar a Jesús. Quienes acusan no tienen autoridad moral para hacerlo. Si siguieran la Ley, deberían haber prendido también al varón; que eso era lo que ordenaba la Ley. Jesús les dice: “Aquel de ustedes que no tenga pecado, que tire la primera piedra”. El gesto enigmático de Jesús escribiendo en tierra es el símbolo de que Jesús está escribiendo la nueva Ley del amor, la misericordia y el perdón. Es la nueva legislación del Reino. Jesús libera a la mujer de la condena de la Ley y la libera también del pecado. La posición de Jesús, que es la misma de Dios, se define abiertamente por la vida: por encima de cualquier ley está la vida humana. La única manera de salir de la dinámica de la opresión es aceptar como modelo y como salvador a Jesús, quien vino a salvar y no a condenar. Nadie condena a nadie. Tampoco nosotros condenemos a nadie.
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