Buscar este blog

sábado, 16 de abril de 2011

Ordinario de la Misa: Domingo de Ramos. Ciclo A. 17 de abril 2011

Domingo 17 de Abril,2011
Fieles del Señor, alábenlo
Beban todos de ella, porque ésta es mi sangre
Tu lo has dicho
Pequé, entregando la sangre de un inocente
¿Eres tú el rey de los judíos?
Verdaderamente éste era hijo de Dios
Vivamos santamente unidos a Jesús
Oración Colecta
Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, que has querido entregarnos como ejemplo de humildad a Cristo, nuestro salvador, hecho hombre y clavado en una cruz, concédenos vivir según las enseñanzas de su pasión, para participar con él, un día, de su gloriosa resurrección.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura
Lectura del libro del profeta
Isaías (50, 4-7)
En aquel entonces, dijo Isaías:
“El Señor me ha dado una lengua experta, para que pueda confortar al abatido con palabras de aliento. Mañana tras mañana, el Señor despierta mi oído, para que escuche yo, como discípulo. El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras y yo no he opuesto resistencia ni me he echado para atrás.
Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tiraban de la barba. No aparté mi rostro de los insultos y salivazos. Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido, por eso endureció mi rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 21
Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado?
Todos los que me ven, de mí se burlan; me hacen gestos y dicen: “Confiaba en el Señor, pues que él lo salve; si de veras lo ama,
que lo libre”.
Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado?
Los malvados me cercan por doquiera como rabiosos perros. Mis manos y mis pies han taladrado y se pueden contar todos mis huesos.
Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado?
Reparten entre sí mis vestiduras y se juegan mi túnica a los dados. Señor, auxilio mío, ven y ayúdame, no te quedes de mí tan alejado.
Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado?
Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré. Fieles del Señor, alábenlo; glorifícalo, linaje de Jacob;
témelo, estirpe de Israel.
Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado?

Segunda Lectura
Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los Filipenses
(2, 6-11)
Cristo, siendo Dios, no consideró que debía aferrarse a las prerrogativas de su condición divina, sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de siervo, y se hizo semejante a los hombres.
Así, hecho uno de ellos, se humilló a sí mismo y por obediencia aceptó incluso la muerte, y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que, al nombre de Jesús, todos doblen la rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y todos reconozcan públicamente que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Cristo se humilló por nosotros y por obediencia aceptó incluso la muerte y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio
† Pasión de nuestro Señor
Jesucristo Según san Mateo
(26, 14—27, 66)
Gloria a ti, Señor.

¿Cuánto me dan si les entrego a Jesús?

C. En aquel tiempo, uno de los
Doce, llamado Judas Iscariote,
fue a ver a los sumos sacerdotes
y les dijo:
S. “¿Cuánto me dan si les
entregó a Jesús?”
C. Ellos quedaron en darle
treinta monedas de plata.
Y desde ese momento andaba
buscando una oportunidad para
entregárselo.

¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?

C. El primer día de la fiesta de
los panes Azimos, los discípulos
se acercaron a Jesús y le
preguntaron:
S. “¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?”
C. El respondió:
†. “Vayan a la ciudad, a casa de fulano y díganle: ‘El Maestro dice: Mi hora está ya cerca. Voy a celebrar la Pascua con mis discípulos en tu casa’ ”.
C. Ellos hicieron lo que Jesús
les había ordenado y prepararon
la cena de Pascua.

Uno de ustedes va a entregarme
C. Al atardecer, se sentó a la
mesa con los Doce, y mientras
cenaban, les dijo:
†. “Yo les aseguro que uno de
ustedes va a entregarme”.
C. Ellos se pusieron muy tristes
y comenzaron a preguntarle uno
por uno:
S. “¿Acaso soy yo, Señor?”
C. El respondió:
†. “El que moja su pan en el mismo plato que yo, ése va a entregarme. Porque el Hijo del hombre va a morir, como está escrito de él; pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre va a ser entregado! Más le valiera a ese hombre no haber nacido”.
C. Entonces preguntó Judas,
el que lo iba a entregar:
S. “¿Acaso soy yo, Maestro?”
C. Jesús le respondió:
†. “Tú lo has dicho”.

Este es mi cuerpo.
Esta es mi sangre.

C. Durante la cena, Jesús tomó un pan, y pronunciada la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
†. “Tomen y coman. Este es mi Cuerpo”.
C. Luego tomó en sus manos una copa de vino, y pronunciada la acción de gracias, la pasó a sus discípulos, diciendo:
†. “Beban todos de ella, porque ésta es mi Sangre, Sangre de la nueva alianza, que será derramada por todos, para el perdón de los pecados. Les digo que ya no beberé más del fruto de la vid, hasta el día en que beba con ustedes el vino nuevo en el Reino de mi Padre”.

Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas

C. Después de haber cantado el himno, salieron hacia el monte de los Olivos. Entonces Jesús les dijo:
†. “Todos ustedes se van a escandalizar de mí esta noche, porque está escrito: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño. Pero después de que yo resucite, iré delante de ustedes a Galilea”.
C. Entonces Pedro le replicó:
S. “Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré”.
C. Jesús le dijo:
†. “Yo te aseguro que esta misma noche, antes de que el gallo cante, me habrás negado tres veces”.
C. Pedro le replicó:
S. “Aunque tenga que morir contigo, no te negaré”.
C. Y lo mismo dijeron todos los discípulos.

Comenzó a sentir tristeza y angustia

C. Entonces Jesús fue con ellos a un lugar llamado Getsemaní y dijo a los discípulos:
†. “Quédense aquí mientras yo voy a orar más allá”.
C. Se llevó consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo y comenzó a sentir tristeza y
angustia. Entonces les dijo:
†. “Mi alma está llena de una tristeza mortal. Quédense aquí y velen conmigo”.
C. Avanzó unos pasos más, se postró rostro en tierra y comenzó a orar, diciendo:
†. “Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz; pero que no se haga como yo quiero, sino como quieres tú”.
C. Volvió entonces a donde estaban los discípulos y los encontró dormidos. Dijo a Pedro:
†. “¿No han podido velar conmigo ni una hora? Velen y oren, para no caer en la tentación, porque el espíritu está pronto, pero la carne es débil”.
C. Y alejándose de nuevo, se puso a orar, diciendo:
†. “Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad”.
C. Después volvió y encontró a sus discípulos otra vez dormidos, porque tenían los ojos cargados de sueño. Los dejó y se fue a orar de nuevo, por tercera vez, repitiendo las mismas palabras. Después de esto, volvió a donde estaban los discípulos y les dijo:
†. “Duerman ya y descansen. He aquí que llega la hora y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levántense! ¡Vamos! Ya está aquí el que me va a entregar”.

Echaron mano a Jesús y lo aprehendieron

C. Todavía estaba hablando Jesús, cuando llegó Judas, uno de los Doce, seguido de una chusma numerosa con espadas y palos, enviada por los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. El que lo iba a entregar les había dado esta señal:
S. “Aquel a quien yo le dé un beso, ése es. Aprehéndanlo”.
C. Al instante se acercó a Jesús y le dijo:
S. “¡Buenas noches, Maestro!”
C. Y lo besó. Jesús le dijo:
†. “Amigo, ¿es esto a lo que has venido?”
C. Entonces se acercaron a Jesús, le echaron mano y lo apresaron.
Uno de los que estaban con Jesús, sacó la espada, hirió a un criado del sumo sacerdote y le cortó una oreja. Le dijo entonces Jesús:
†. “Vuelve la espada a su lugar, pues quien usa la espada, a espada morirá.
¿No crees que si yo se lo pidiera a mi Padre, él pondría ahora mismo a mi disposición más de doce legiones de ángeles? Pero, ¿cómo se cumplirían entonces las Escrituras, que dicen que así debe suceder?”
C. Enseguida dijo Jesús a aquella chusma:
†. “¿Han salido ustedes a apresarme como a un bandido, con espadas y palos? Todos los días yo enseñaba, sentado en el templo, y no me aprehendieron. Pero todo esto ha sucedido para que se cumplieran las predicciones de los profetas”.
C. Entonces todos los discípulos lo abandonaron y huyeron.

Verán al hijo del hombre sentado a la derecha de Dios

C. Los que aprehendieron a Jesús lo llevaron a la casa del sumo sacerdote Caifás, donde los escribas y los ancianos estaban reunidos. Pedro los fue siguiendo de lejos hasta el palacio del sumo sacerdote.
Entró y se sentó con los criados para ver en qué paraba aquello. Los sumos sacerdotes y todo el sanedrín andaban buscando un falso testimonio contra Jesús, con ánimo de darle muerte; pero no lo encontraron, aunque se presentaron muchos testigos falsos. Al fin llegaron dos, que dijeron:
S. “Este dijo: ‘Puedo derribar el templo de Dios y reconstruirlo en tres días’ ”.
C. Entonces el sumo sacerdote se levantó y le dijo:
S. “¿No respondes nada a lo que éstos atestiguan en contra tuya?”
C. Como Jesús callaba,el sumo sacerdote le dijo:
S. “Te conjuro por el Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios”.
C. Jesús le respondió:
†. “Tú lo has dicho. Además, yo les declaro que pronto verán al Hijo del hombre, sentado a la derecha de Dios, venir sobre las nubes del cielo”.
C. Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras y exclamó:
S. “¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Ustedes mismos han oído la blasfemia.¿Qué les parece?”
C. Ellos respondieron:
S. “Es reo de muerte”.
C. Luego comenzaron a escupirle en la cara y a darle de bofetadas. Otros lo golpeaban, diciendo:
S. “Adivina quién es el que te ha pegado”.

Antes de que el gallo cante, me habrás negado tres veces

C. Entretanto, Pedro estaba fuera, sentado en el patio. Una criada se le acercó y le dijo:
S. “Tú también estabas con Jesús, el galileo”.
C. Pero él lo negó ante todos,diciendo:
S. “No sé de qué me estáshablando”.
C. Ya se iba hacia el zaguán, cuando lo vio otra criada y dijo a los que estaban ahí:
S. “También ése andaba con Jesús, el nazareno”.
C. El de nuevo lo negó con juramento:
S. “No conozco a ese hombre”. C. Poco después se acercaron a Pedro los que estaban ahí y le dijeron:
S. “No cabe duda de que tú también eres de ellos, pues hasta tu modo de hablar te delata”.
C. Entonces él comenzó a echar maldiciones y a jurar que no conocía a aquel hombre. Y en aquel momento cantó el gallo. Entonces se acordó Pedro de que Jesús había dicho: ‘Antes de que cante el gallo, me habrás negado tres veces’. Y saliendo de ahí se soltó a llorar amargamente.

Llevaron a Jesús ante el procurador Poncio Pilato
C. Llegada la mañana, todos los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo celebraron consejo contra Jesús para darle muerte. Después de atarlo, lo llevaron ante el procurador,Poncio Pilato, y se lo entregaron.
Entonces Judas, el que lo había entregado, viendo que Jesús había sido condenado a muerte, devolvió arrepentido las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y a los ancianos, diciendo:
S. “Pequé, entregando la sangre de un inocente”.
C. Ellos dijeron:
S. “¿Y a nosotros qué nos importa? Allá tú”.
C. Entonces Judas arrojó las monedas de plata en el templo,se fue y se ahorcó.

No es lícito juntarlas con el dinero de las limosnas

C. Los sumos sacerdotes tomaron las monedas de plata y dijeron:
S. “No es lícito juntarlas con el dinero de las limosnas, porque son precio de sangre”.
C. Después de deliberar, compraron con ellas el Campo del alfarero, para sepultar ahí a los extranjeros. Por eso aquel campo se llama hasta el día de hoy “Campo de sangre”. Así se cumplió lo que dijo el profeta Jeremías: Tomaron las treinta monedas de plata en que fue tasado aquel a quien pusieron precio algunos hijos de Israel, y las dieron por el Campo del alfarero, según lo que me ordenó el Señor.

¿Eres tú el rey de los judíos?

C. Jesús compareció ante el procurador, Poncio Pilato, quien le preguntó:
S. “¿Eres tú el rey de los judíos?”
C. Jesús respondió:
†. “Tú lo has dicho”.
C. Pero nada respondió a las acusaciones que le hacían los sumos sacerdotes y los
ancianos. Entonces le dijo Pilato:
S. “¿No oyes todo lo que dicen contra ti?”
C. Pero él nada respondió, hasta el punto de que el procurador se quedó muy extrañado. Con ocasión de la fiesta de la Pascua, el procurador solía conceder a la multitud la libertad del preso que quisieran. Tenían entonces un preso famoso, llamado Barrabás. Dijo,pues, Pilato a los ahí reunidos:
S. “¿A quién quieren que les deje en libertad: a Barrabás o a Jesús, que se dice el Mesías?”
C. Pilato sabía que se lo habían entregado por envidia. Estando él sentado en el tribunal, su mujer mandó decirle:
S. “No te metas con ese hombre justo, porque hoy he sufrido mucho en sueños por su causa”.
C. Mientras tanto, los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la muchedumbre de que pidieran la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús. Así, cuando el procurador les preguntó:
S. “¿A cuál de los dos quieren que les suelte?”,
C. ellos respondieron:
S. “A Barrabás”.
C. Pilato les dijo:
S. “¿Y qué voy a hacer con Jesús, que se dice el Mesías?”
C. Respondieron todos:
S. “Crucifícalo”.
C. Pilato preguntó:
S. “Pero, ¿qué mal ha hecho?”
C. Mas ellos seguían gritando cada vez con más fuerza:
S. “¡Crucifícalo!”
C. Entonces Pilato, viendo que nada conseguía y que crecía el tumulto, pidió agua y se lavó las manos ante el pueblo, diciendo:
S. “Yo no me hago responsable de la muerte de este hombre justo. Allá ustedes”.
C. Todo el pueblo respondió:
S. “¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!”
C. Entonces Pilato puso en libertad a Barrabás. En cambio a Jesús lo hizo azotar y lo entregó para que lo crucificaran.

iViva el rey de los judíos!

C. Los soldados del procurador llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a todo el batallón. Lo desnudaron, le echaron encima un manto de púrpura, trenzaron una corona de espinas y se la pusieron en la cabeza; le pusieron una caña en su mano derecha, y arrodillándose ante él,se burlaban diciendo:
S. “¡Viva el rey de los judíos!”,
C. y le escupían. Luego, quitándole la caña, lo golpeaban con ella en la cabeza. Después de que se burlaron de él, le quitaron el manto, le pusieron sus ropas y lo llevaron a crucificar.

Juntamente con él crucificaron a dos ladrones

C. Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo obligaron a llevar la cruz. Al llegar a un lugar llamado Gólgota, es decir, “Lugar de la Calavera”, le dieron a beber a Jesús vino mezclado con hiel; él lo probó, pero no lo quiso beber. Los que lo crucificaron se repartieron sus vestidos, echando suertes, y se quedaron sentados ahí para custodiarlo.
Sobre su cabeza pusieron por escrito la causa de su condena:
‘Este es Jesús, el rey de los judíos’. Juntamente con él, crucificaron a dos ladrones, uno a su derecha y el otro a su izquierda.

Si eres el Hijo de Dios,baja de la cruz

C. Los que pasaban por ahí lo insultaban moviendo la cabeza y gritándole:
S. “Tú, que destruyes el templo y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo;si eres el Hijo dios,baja de la cruz”.
C. También se burlaban de él los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, diciendo:
S. “Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo. Si es el rey de Israel, que baje de la cruz y creeremos en él. Ha puesto su confianza en Dios, que Dios lo salve ahora, si es que de verdad lo ama, pues él ha dicho: ‘Soy el Hijo de Dios’ ”.
C. Hasta los ladrones que estaban crucificados a su lado lo injuriaban.

Elí, Elí, ¿lemá sabactaní?

C. Desde el mediodía hasta las tres de la tarde, se oscureció toda aquella tierra. Y alrededor de las tres, Jesús exclamó con fuerte voz:
†. “Elí, Elí, ¿lemá sabactaní?”,
C. que quiere decir: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”
Algunos de los presentes, al oírlo, decían:
S. “Está llamando a Elías”.
C. Enseguida uno de ellos fue corriendo a tomar una esponja, la empapó en vinagre y sujetándola a una caña, le ofreció de beber. Pero los otros le dijeron:
S. “Déjalo. Vamos a ver si viene Elías a salvarlo”.
C. Entonces Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, expiró.

Aquí se arrodillan todos y se hace una breve pausa.

C. Entonces el velo del templo se rasgó en dos partes, de arriba a abajo, la tierra tembló y las rocas se partieron. Se abrieron los sepulcros y resucitaron muchos justos que habían muerto, y después de la resurrección de Jesús, entraron en la ciudad santa y
se aparecieron a mucha gente.
Por su parte, el oficial y los que estaban con él custodiando a Jesús, al ver el terremoto y las cosas que ocurrían, se llenaron de un gran temor y dijeron:
S. “Verdaderamente éste era hijo de Dios”.
C. Estaban también allí, mirando desde lejos, muchas de las mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirlo. Entre ellas estaban María Magdalena, María, la madre de Santiago y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.

José tomó el cuerpo de Jesús y lo depositó en un sepulcro Nuevo

C. Al atardecer, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que se había hecho también discípulo de Jesús. Se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús, y Pilato dio orden de que se lo entregaran. José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo depositó en un sepulcro nuevo, que había hecho excavar en la roca para sí mismo.
Hizo rodar una gran piedra hasta la entrada del sepulcro y se retiró. Estaban ahí María Magdalena y la otra María, sentadas frente al sepulcro.

Tomen un pelotón de soldados, vayan y aseguren el sepulcro como quieran

C. Al otro día, el siguiente de la preparación de la Pascua, los sumos sacerdotes y los fariseos se reunieron ante Pilato y le dijeron:
S. “Señor, nos hemos acordado de que ese impostor, estando aún en vida,
dijo: ‘A los tres días resucitaré’.
Manda, pues, asegurar el sepulcro hasta el tercer día; no sea que vengan sus discípulos, lo roben y digan luego al pueblo: ‘Resucitó de entre los muertos’, porque esta última impostura sería peor que la primera”.
C. Pilato les dijo:
S. “Tomen un pelotón de soldados, vayan y aseguren el sepulcro como ustedes quieran”.
C. Ellos fueron y aseguraron el sepulcro, poniendo un sello sobre la puerta y dejaron ahí la guardia.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexion:
La de hoy es una celebración especial, pero no demasiado. Es una Eucaristía dominical en la que se subrayan dos momentos: la procesión de entrada y la proclamación de la Pasión.
La procesión, con cantos en honor de Cristo que empieza su subida a la Cruz, es ya la entrada de la misa (aunque el Misal ponga el título de "Misa" para lo que sucede en la iglesia). En cada Eucaristía acompañamos con el canto la entrada del presidente, representante de Cristo, el auténtico Presidente y Sacerdote de la comunidad. Hoy, de manera especial, el sacerdote visibiliza al Cristo que entra en Jerusalén, dispuesto a dar cumplimiento pleno a su misión. Todo está centrado en Cristo. Lo aclamamos en tono de victoria: él entra en su semana decisiva como el Siervo que se entrega, pero la terminará resucitado por el Espíritu a una nueva existencia. Hoy, caminando de un lugar a otro, mostramos que también nosotros le seguimos y nos dirigimos a la Pascua con él.
En la celebración de la Palabra, la nota especial es la Pasión, este año según Mateo. Su proclamación hay que cuidarla muy bien. Se trata de que el mensaje de estas páginas dramáticas llegue en las mejores condiciones posibles a todos los fieles y en todas las misas. Si parece que favorecerá la escucha más atenta, se puede invitar a la comunidad a que se siente. Del mismo modo, si va a ayudar a asimilar la mejor, se pueden intercalar unas breves aclamaciones cantadas.
En esta Semana Santa tenemos que preparar con un cuidado mayor las celebraciones: los ministerios, el repertorio de cantos, los varios ritos que van a ser especiales y también los que son los de siempre, pero que en estos días tienen particular sentido.
- EL SIERVO DE DIOS SE ENTREGA POR TODOS
Las lecturas nos centran en el modelo del camino pascual, CristoJesús, que va a pasar, a través de la muerte, a la nueva vida: el Siervo de Yahvé, solidario con sus hermanos, que se entrega hasta la muerte, y así salva a toda la comunidad.
La 1a lectura nos hace escuchar el tercer canto del Siervo de Yahvé. Sin detenernos mucho en la exégesis de este poema, debemos hacer ver las actitudes del Siervo que anuncia Isaías y que cumple perfectamente Jesús: las dificultades, persecución, golpes e insultos que encontrará en su camino, y su confianza en Dios, que le permite ser fiel hasta el final. Para que aprendamos también nosotros y tengamos ánimos: "Ofrecí la espalda a los que me golpeaban... para saber decir al abatido una palabra de aliento". En la 2a lectura, san Pablo nos presenta con otro "himno" cómo Cristo ha bajado, en su solidaridad con nosotros, hasta la renuncia total y la humillación de la muerte (movimiento descendente), pero ha sido elevado por el Padre hasta la gloria (movimiento ascendente). Pascua significa eso: el "paso" por la muerte a la vida. Pablo nos lo dice para animarnos a que nuestro programa de vida sea el mismo que el de Jesús.
El evangelio de Mateo es la cumbre del mensaje de hoy: la comunidad escucha una vez más, desde la fe y la admiración, el camino que ha seguido Jesús a la cruz y a la resurrección. Un camino serio, solidario, prototipo de todo el dolor de la humanidad y también del estilo con que Dios ha asumido nuestro mal y nos ha querido salvar por el perdón y el amor. Volveremos a escuchar la Pasión -esta vez según Juan-, el Viernes, el primer día del Triduo Pascual.
- ACOMPAÑAR A CRISTO EN SU PASCUA
Las tres lecturas nos muestran la seriedad del dolor de Cristo, y de su aceptación de la cruz. El salmo nos ha hecho decir juntamente con él: "Dios mío, ¿por qué me has abandonado?", expresión dramática de la soledad y del dolor de un moribundo que se siente olvidado incluso por Dios. Cristo se ha solidarizado con nuestra condición humana hasta la profundidad de la misma muerte.
Pero en las tres hay también un tono de esperanza. El Siervo se siente apoyado por Dios: "Mi Señor me ayudaba... y sé que no quedaré avergonzado". En el poema de Pablo se asegura: "Dios lo levantó sobre todo...". La pasión que leemos tendrá su complemento en la gozosa proclamación del evangelio en la Vigilia Pascual, en la noche del 23 al 24 de abril.
Tres aclamaciones marcan esta semana: desde el "hosanna" de hoy, pasando por el "crucifícale", hasta el gozoso "aleluya, ha resucitado" de la noche pascual. Tres palabras que retratan el camino de Jesús y que nos dan ánimos a nosotros para el nuestro. Acompañar a Cristo en su Semana Santa supone los dos aspectos: la muerte y la resurrección, el dolor y la alegría, la entrega y el premio. Somos invitados, desde hoy, no sólo a meditar y orar este misterio de la Pascua, sino a vivirla en nuestra existencia, aceptando con fidelidad lo que pueda comportarnos de esfuerzo el ser cristianos y alimentando una confianza absoluta en el Dios que es Padre lleno de amor, y cuyo última palabra no es la muerte, sino la vida, como en Jesús. Si le acompañamos a la cruz, también seremos partícipes de su nueva vida de Resucitado.
Se dice Credo.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Oremos a Dios, autor de nuestra salvación, y, sabiendo que Jesús es el que viene en su nombre para salvarnos de la muerte y del pecado, digámosle:
Te rogamos, óyenos.
Por la Iglesia: que en la pasión, muerte y resurrección de Cristo descubra su amor por los hombres, y en su resurrección encuentre la fuerza que necesita para anunciarlo.
Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.
Por los cristianos: para que durante esta semana sintonicemos con el corazón de Cristo y logremos una convencida y sincera conversión.
Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.
Por los que no tienen fe, por los que se sienten tentados, por los enfermos y los pobres: para que Jesús, que desea consumar su plan salvador, sea su liberación.
Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.
Por los cristianos: que sepamos reconocer en los pobres y necesitados y en cuantos reclaman nuestra ayuda, compañía y consuelo, el rostro de Dios.
Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.
Por los que llevan en sus vidas las marcas de la pasión de Cristo: para que como Él den sentido a sus sufrimientos y con Él sean redentores de la humanidad.
Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.
Por los que confesamos nuestra fe en Jesús: que sepamos ver e interpretar nuestra historia como tiempo de salvación, y para que vivamos santamente esta semana unidos a Jesús que nos da su vida por amor.
Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.

Celebrante:
Dios y Salvador del mundo, escucha nuestras súplicas confiadas, y haz que la contemplación de los misterios de nuestra redención nos haga más sensibles a tu voz que nos llama a la santidad y al compromiso con los pobres
y necesitados.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.

Oración sobre las Ofrendas
Que la pasión de tu Hijo, actualizada en este santo sacrificio que vamos a ofrecerte, nos alcance, Señor, de tu misericordia, el perdón que no podemos merecer por nuestras obras.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio propio
La Pasión del Señor
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor.
El cuál, siendo inocente, se dignó padecer por los pecadores y fue injustamente condenado por salvar a los culpables; con su muerte borró nuestros delitos y, resucitando, conquistó nuestra justificación.
Por eso, te alabamos con todos los ángeles y te aclamamos con voces de júbilo, diciendo:
Santo, Santo, Santo…

Antífona de la Comunión
Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Tú que nos has alimentado con esta Eucaristía, y por medio de la muerte de tu Hijo nos das la esperanza de alcanzar lo que la fe nos promete, concédenos, Señor, llegar, por medio de su resurrección, a la meta de nuestras esperanzas.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

No hay comentarios: