Evangelio del Martes V Semana de Cuaresma. Ciclo A. 12 de abril 2011.
† Lectura del santo Evangelio
según san Juan (8, 21-30)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: “Yo me voy y ustedes me buscarán, pero morirán en su pecado. A donde yo voy, ustedes no pueden venir”.
Dijeron entonces los judíos:
“¿Estará pensando en suicidarse y por eso nos dice: ‘A donde yo voy, ustedes no pueden venir’?”
Pero Jesús añadió: “Ustedes son de aquí abajo y yo soy de allá arriba; ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo. Se lo acabo de decir: morirán en sus pecados, porque si no creen que Yo Soy, morirán en sus pecados”.
Los judíos le preguntaron:
“Entonces ¿quién eres tú?”
Jesús les respondió:
“Precisamente eso que les estoy diciendo. Mucho es lo que tengo que decir de ustedes y mucho que condenar. El que me ha enviado es veraz y lo que yo le he oído decir a él es lo que digo al mundo”. Ellos no comprendieron que hablaba del Padre.
Jesús prosiguió: “Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, entonces conocerán que Yo Soy y que no hago nada por mi cuenta; lo que el Padre me enseñó, eso digo. El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que a él le agrada”. Después de decir estas palabras, muchos creyeron en él.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
Cuando los israelitas andaban por el desierto, sufrieron mordeduras de víboras venenosas. Moisés modeló una serpiente de bronce y la puso en un palo a modo de estandarte. Quienes la miraban sanaban de las mordeduras. --La injusticia que estaba viviendo el pueblo en tiempos de Jesús era tan mortal como la mordedura de las serpientes del desierto. ¿Cómo curarse de tanta violencia e injusticia? Volviendo los ojos a Jesús, levantado sobre el madero de la cruz. Cuando pecamos, renunciamos a la plenitud de vida que el Padre nos ofrece. El “pecado” -traición a nosotros mismos y a nuestra vocación de servir a la causa de la justicia- nos separa del Padre. Pecado es aceptar voluntariamente un orden injusto que conduce a la muerte. Nos privamos y privamos a otros de libertad; aceptamos la opresión y nos hacemos cómplices de la injusticia. Este camino conduce inevitablemente a la muerte. Jesús acepta luchar contra a la injusticia, entregando su propia vida. Eso es lo que le agrada al Padre y quien ama busca agradar a la persona amada.
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