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viernes, 15 de abril de 2011

Evangelio del Sábado V Semana de Cuaresma. Ciclo A. 16 de abril 2011

Evangelio del Sábado V Semana de Cuaresma. Ciclo A. 15 de abril 2011

† Lectura del santo Evangelio según san Juan (11, 45-56)
Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, muchos de los judíos que habían ido a casa de Marta y María, al ver que Jesús había resucitado a Lázaro, creyeron en él. Pero algunos de entre ellos fueron a ver a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús.
Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron al sanedrín y decían:
“¿Qué será bueno hacer? Ese hombre está haciendo muchos prodigios. Si lo dejamos seguir así, todos van a creer en él, van a venir los romanos y destruirán nuestro templo y nuestra nación”.
Pero uno de ellos, llamado Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: “Ustedes no saben nada. No comprenden que conviene que un solo hombre muera por el pueblo y no que toda la nación perezca”.
Sin embargo, esto no lo dijo por sí mismo, sino que, siendo sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación, y no sólo por la nación, sino también para congregar en la unidad a los hijos de Dios, que estaban dispersos. Por lo tanto, desde aquel día tomaron la decisión de matarlo.
Por esta razón, Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se retiró a la ciudad de Efraín, en la región contigua al desierto y allí se quedó con sus discípulos.
Se acercaba la Pascua de los judíos y muchos de las regiones circunvecinas llegaron a Jerusalén antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús en el templo y se decían unos a otros: “¿Qué pasará? ¿No irá a venir para la fiesta?”

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
Muerto el perro se acabó la rabia. Así razonaban los dirigentes del pueblo al ver que cada vez seguía más gente a Jesús, mientras él les refregaba duras verdades y no podían tratarlo como un revoltoso, porque actuaba siempre en forma pacífica. Fariseos, escribas y autoridades religiosas, han firmado la sentencia de muerte de Jesús. Identifican la supervivencia del pueblo con la suya propia. Así justifican su oportunismo político y la injusticia que cometen. La actividad de Jesús en favor de los que ellos marginaban y excluían los interpela seriamente. La denuncia la está haciendo el mismo Dios que trabaja en la historia. Pero ellos ahogan todo cuestionamiento matando al enviado de Dios. Esta manera de argumentar de los poderosos para justificar la opresión que realizan se repite una y otra vez en la gran historia. Sin embargo, les fallaron los cálculos. Mataron a Jesús, pero su causa continuó viva en medio de cuantos ansían la libertad y la justicia. Nuestros mártires lo gritan con su sangre. -- ¿Eliminaremos también nosotros a Jesús, por molesto, de nuestra mini-historia?

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