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miércoles, 20 de julio de 2011

Ordinario de la Misa: Jueves XVI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 21 de Julio, 2011

Ordinario de la Misa: Jueves XVI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 21 de Julio, 2011

Señor Dios, tú eres mi auxilio
Feria de la 16a. S. T. O. o memoria libre de san Lorenzo de Brindisi, Presbítero y Doctor de la Iglesia
Bendito seas, Señor, santo y glorioso
Antífona de Entrada
Señor Dios, tú eres mi auxilio y el único apoyo de mi vida; te ofreceré de corazón un sacrificio y te daré gracias, Señor, porque eres bueno.
Oración Colecta
Oremos:
Míranos, Señor, con amor y multiplica en nosotros los dones de tu gracia para que, llenos de fe, esperanza y caridad, permanezcamos siempre fieles en el cumplimiento de tus mandatos.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura
Lectura del libro del Exodo
(19, 1-2. 9-11. 16-20)
Aquel día, a los tres meses de haber salido de Egipto, los israelitas, que habían partido de Refidim, llegaron al desierto de Sinaí y acamparon frente al monte. Entonces el Señor le dijo a Moisés: “Voy a acercarme a ti en una nube espesa, para que el pueblo pueda escuchar lo que te digo y tenga siempre fe en ti”.
Moisés comunicó al Señor lo que el pueblo le había dicho. Y el Señor le dijo: “Vuelve a donde está el pueblo y ordénales que se purifiquen hoy y mañana; que laven su ropa y estén preparados para pasado mañana, pues el Señor bajará al monte Sinaí a la vista del pueblo”.
Al rayar el alba del tercer día, hubo truenos y relámpagos; una densa nube cubrió el monte y se escuchó un fragoroso resonar de trompetas. Esto hizo temblar al pueblo, que estaba en el campamento. Moisés hizo salir al pueblo para ir al encuentro de Dios; pero la gente se detuvo al pie del monte. Todo el monte Sinaí humeaba, porque el Señor había descendido sobre él en medio del fuego. Salía humo como de un horno y todo el monte retemblaba con violencia. El sonido de las trompetas se hacía cada vez más fuerte. Moisés hablaba y Dios le respondía con truenos. El Señor bajó a la cumbre del monte y le dijo a Moisés que subiera.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Daniel 3
Bendito seas, Señor,
santo y glorioso.
Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres. Bendito sea tu nombre santo y glorioso.
Bendito seas, Señor,
santo y glorioso.
Bendito seas en el templo santo y glorioso. Bendito seas en el trono de tu reino.
Bendito seas, Señor,
santo y glorioso.
Bendito eres tú, Señor, que penetras con tu mirada los abismos y te sientas en un trono rodeado de querubines. Bendito seas, Señor, en la bóveda del cielo.
Bendito seas, Señor,
santo y glorioso.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (13, 10-17)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús sus discípulos y le preguntaron: “¿Por qué les hablas en parábolas?” El les respondió: “A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los cielos; pero a ellos no. Al que tiene se le dará más y nadará en la abundancia; pero al que tiene poco, aun eso poco se le quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven y oyendo no oyen ni entienden.
En ellos se cumple aquella profecía de Isaías que dice:
Ustedes oirán una y otra vez y no entenderán; mirarán y volverán a mirar, pero no verán; porque este pueblo ha endurecido su corazón, ha cerrado sus ojos y tapado sus oídos, con el fin de no ver con los ojos ni oír con los oídos, ni comprender con el corazón.Porque no quieren convertirse ni que yo los salve.
Pero, dichosos ustedes, porque sus ojos ven y sus oídos oyen. Yo les aseguro que muchos profetas y muchos justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
El texto del evangelio de Mateo apunta a la finalidad de las parábolas proclamadas por Jesús: Los misterios del Reino de Dios sólo son revelados a los más pequeños y se pueden entender por la fe. Una vez más se plantea a los discípulos el tema de la ceguera y la sordera espiritual. Sin lugar a dudas, para Jesús, sus seguidores más inmediatos están en condiciones de entender la propuesta del reino, pero la gente del común no, y menos especialmente los fariseos y los maestros de la ley. No es que Jesús no quiera que la gente entienda su mensaje, sino que cuestiona, más bien, la imposibilidad de sus contemporáneos de entender su predicación del Reino. Es la creciente hostilidad y la negativa deliberada a comprender el mensaje de Jesús lo que les conduce a la condena y rechazo. Pero, por otro lado, los discípulos son bendecidos, porque son capaces de presenciar el acontecer de una comunidad y sociedad alternativa de acuerdo a los valores del Reino y de participar activamente en ella. La invitación es clara: sin la apertura espiritual, intelectual y social a la revelación del plan salvífico de Dios en la historia, no progresaremos en el acontecer de dicho plan.

Oración sobre las Ofrendas
Dios nuestro, que con la muerte de tu Hijo llevaste a término y perfección los sacrificios de la antigua alianza, acepta y bendice estos dones, como aceptaste y bendijiste los de Abel, para que lo que cada uno te ofrece, sea de provecho para la salvación de todos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio Común V
Proclamación del misterio
de Cristo
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor.
Cuya muerte celebramos unidos en caridad, cuya resurrección proclamamos con viva fe, y cuyo advenimiento glorioso aguardamos con firmísima esperanza.
Por eso, con todos los ángeles y santos, te alabamos,proclamando sin cesar:
Santo, Santo, Santo...

Antífona de la Comunión
Para perpetuar su amor, el Señor nos ha dejado el memorial de sus prodigios, y ha dado a sus amigos el signo de un banquete que les recuerde para siempre su alianza.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Señor, tú que nos has concedido participar en esta Eucaristía, míranos con bondad y ayúdanos a vencer nuestra fragilidad humana para poder vivir como hijos tuyos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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