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lunes, 18 de julio de 2011

Ordinario de la Misa: Lunes XVI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 18 de Julio, 2011

Ordinario de la Misa: Lunes XVI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 18 de Julio, 2011
Alabemos al Señor por su victoria
Feria de la 16a. semana del Tiempo Ordinario
Alma mía, bendice al Señor
Antífona de Entrada
Pueblos todos, aplaudid; aclamad al Señor con gritos de júbilo.
Oración Colecta
Oremos:
Padre de bondad, que por medio de tu gracia nos has hecho hijos de la luz, concédenos vivir fuera de las tinieblas del error y permanecer siempre en el
esplendor de la verdad.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura
Lectura del libro del Exodo
(14, 5-18)
En aquellos días, cuando le avisaron al faraón que los israelitas habían escapado, el faraón y sus servidores cambiaron de parecer con respecto al pueblo de Israel y exclamaron: “¿Qué hemos hecho? Hemos dejado escapar a nuestros esclavos israelitas”.Entonces el faraón mandó enganchar su carro y llevó consigo sus tropas: seiscientos carros escogidos y todos los carros de Egipto, cada uno con sus respectivos guerreros.
El Señor endureció el corazón del faraón, rey de Egipto, para que persiguiera a los hijos de Israel, mientras éstos se alejaban jubilosos. Los egipcios los persiguieron con todo un ejército de caballos, carros y guerreros, y les dieron alcance, mientras acampaban junto al mar, cerca de Pi-ha-Jirot, frente a Baal- Sefón.
Al acercarse el faraón, los hijos de Israel alzaron sus ojos, y viendo que los egipcios los perseguían, tuvieron miedo, clamaron al Señor y le dijeron a Moisés: “¿Acaso no había sepulturas en Egipto, para que nos trajeras a morir en el desierto? ¿Para qué nos sacaste de Egipto? ¿No te dijimos claramente allá: ‘Déjanos en paz; queremos servir a los egipcios’? Pues más vale servir a los egipcios que morir en el desierto”.
Moisés le contestó al pueblo:
“No teman; permanezcan firmes y verán la victoria que el Señor les va a conceder hoy. Los egipcios que ven ahora, no los volverán a ver nunca. El Señor peleará por ustedes, y ustedes no tendrán que preocuparse por nada”.
Entonces el Señor le dijo a Moisés: “¿Por qué sigues clamando a mí? Diles a los israelitas que se pongan en marcha. Y tú, alza tu bastón, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los israelitas entren en el mar sin mojarse.
Yo voy a endurecer el corazón de los egipcios para que los persigan, y me cubriré de gloria a expensas del faraón y de todo su ejército, de sus carros y jinetes.
Cuando me haya cubierto de gloria a expensas del faraón, de sus carros y jinetes, los egipcios sabrán que yo soy el Señor”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Exodo 15
Alabemos al Señor
por su victoria.
Cantemos al Señor, sublime es su victoria: caballos y jinetes arrojó en el mar. Mi fortaleza y mi canto es el Señor, él es mi salvación; él es mi Dios, y yo lo alabaré, es el Dios de mis padres, y yo le cantaré.
Alabemos al Señor
por su victoria.
El Señor es un guerrero, su nombre es el Señor. Precipitó en el mar los carros del faraón y a sus guerreros; ahogó en el mar Rojo a sus mejores capitanes.
Alabemos al Señor
por su victoria.
Las olas los cubrieron, cayeron hasta el fondo, como piedras. Señor, tu diestra brilla por su fuerza, tu diestra, Señor, tritura al enemigo.
Alabemos al Señor
por su victoria.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Hagámosle caso al Señor, que nos dice: “No endurezcan su corazón”.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (12, 38-42)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, le dijeron a Jesús algunos escribas y fariseos: “Maestro, queremos verte hacer una señal prodigiosa”. El les respondió:
“Esta gente malvada e infiel está reclamando una señal, pero la única señal que se le dará, será la del profeta Jonás. Pues de la misma manera que Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre de la ballena, así también el Hijo del hombre estará tres días y tres noches en el seno de la tierra.
Los habitantes de Nínive se levantarán el día del juicio contra esta gente y la condenarán, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay alguien más grande que Jonás.
La reina del sur se levantará el día del juicio contra esta gente y la condenará, porque ella vino de los últimos rincones de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay alguien más grande que Salomón”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
El texto de hoy nos muestra la proclamación de la Palabra de Dios hecha por Jonás, que está en sintonía con la exigencia de mantenerse en la constante escucha de la palabra divina proclamada y puesta en práctica por Jesús. En este sentido, la discusión que ha tenido Jesús sobre el origen y el poder de su autoridad no puede estar fundamentada en señales mágicas como esperan sus oyentes. Es más, el paralelismo entre Jesús y Jonás tiene un sentido más profundo: ambos fueron enviados para anunciar el juicio de Dios que provoca la necesidad del arrepentimiento y la conversión. Sólo que en este caso la misión de Jesús es mayor que la de Jonás. La novedad de Jesús está en que, por la consumación con su vida del proyecto del Padre, Dios extenderá su liberación a toda la humanidad. Jesús es el modelo por excelencia, según el cual hombres y mujeres habrán de construir una fe madura y con criterios no alienantes. La vida y misión de Jesús tienen que ser experimentadas hoy por aquellos que, en medio de todo, son capaces de descubrir la presencia del reino en sus vidas.


Oración sobre las Ofrendas
Concédenos, Señor, participar dignamente en esta Eucaristía por medio de la cual tú te dignas hacernos partícipes de los frutos de la
redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio Común II
La salvación por Cristo
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Pues por amor creaste al hombre, y, aunque condenado justamente, lo redimiste por tu misericordia. Por Cristo nuestro Señor.
Por él, los ángeles y arcángeles, y todos los coros celestiales celebran tu gloria, unidos en común alegría. Permítenos asociarnos a sus voces, cantando humildemente tu alabanza:
Santo, Santo, Santo...

Antífona de la Comunión
Alma mía, bendice al Señor y alaba de corazón su santo
nombre.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, que hemos ofrecido en sacrificio y recibido en comunión, sean para nosotros principio de vida nueva, a fin de que, unidos a ti por el amor, demos frutos que permanezcan para siempre.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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