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miércoles, 10 de agosto de 2011

Ordinario de la Misa: Jueves XIX Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 11 de Agosto, 2011

Ordinario de la Misa: Jueves XIX Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 11 de Agosto, 2011
Santa Clara de Asís, Virgen
Memoria
Bendigamos al Señor
Antífona de Entrada
Como las vírgenes prudentes, santa Clara, conserva su lámpara encendida para salir al encuentro de Cristo.
Oración Colecta
Oremos:
Dios misericordioso, que inspiraste a santa Clara un ardiente amor por la pobreza evangélica, concédenos, por su intercesión, seguir a Cristo pobre y humilde, para que podamos contemplarte después en el Reino de los cielos.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.

Primera Lectura
Lectura del libro de Josué
(3, 7-10. 11. 13-17)
En aquellos días, el Señor le dijo a Josué: “Hoy mismo voy a empezar a engrandecerte a los ojos de todo Israel, para que sepan que estoy contigo, lo mismo que estuve con Moisés.
Ordena a los sacerdotes que llevan el arca de la alianza que se detengan en cuanto lleguen a la orilla del agua del Jordán”.
Josué les dijo a los israelitas:
“Acérquense a escuchar las palabras del Señor, su Dios”.
Y prosiguió: “En esto conocerán que el Dios vivo está en medio de ustedes y que destruirá ante sus ojos a los cananeos: El arca de la alianza del Señor de toda la tierra va a pasar el Jordán delante de ustedes y en cuanto los pies de los sacerdotes que llevan el arca de la alianza del Señor de toda la tierra toquen el Jordán, las aguas que van hacia abajo seguirán corriendo y las que vienen de arriba se detendrán, formando un muro”.
Así pues, el pueblo salió de su campamento para cruzar el Jordán, encabezado por los sacerdotes que llevaban el arca de la alianza. En cuanto éstos tocaron con sus pies las aguas del Jordán (que baja crecido hasta los bordes todo el tiempo de la siega), las aguas que venían de arriba se detuvieron y formaron un solo bloque en una gran extensión desde el pueblo de Adam, hasta la fortaleza de Sartán; entre tanto, las aguas que bajaban hacia el mar muerto, desaparecieron por completo y el pueblo cruzó el Jordán, frente a Jericó.
Los sacerdotes que llevaban el arca de la alianza del Señor se detuvieron en medio del Jordán, que había quedado seco, mientras todo el pueblo de Israel cruzaba por el cauce vacío.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 113
Bendigamos al Señor.
Al salir Israel de Egipto, al salir Jacob de un pueblo bárbaro, Judá fue santuario de Dios, Israel, su dominio.
Bendigamos al Señor.
Al verlos, el mar huyó, el Jordán se echó para atrás; los montes saltaron como carneros y las colinas como corderos.
Bendigamos al Señor.
¿Qué te pasa, mar, que huyes? ¿Y a ti, Jordán, que te echas para atrás? ¿Y a ustedes, montes, que saltan como carneros? ¿Y a ustedes, colinas, que saltan como corderos?
Bendigamos al Señor.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Señor, mira benignamente a tus siervos y enséñanos a cumplir tus mandamientos.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (18, 21—19, 1)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Pedro se acercó a Jesús y le preguntó:
“Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?” Jesús le contestó:
“No sólo hasta siete, sino hasta setenta veces siete”.
Entonces Jesús les dijo:
“El Reino de los cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus servidores. El primero que le presentaron le debía muchos millones. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su mujer, a sus hijos y todas sus posesiones, para saldar la deuda. El servidor, arrojándose a sus pies, le suplicaba, diciendo: ‘Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo’.
El rey tuvo lástima de aquel servidor, lo soltó y hasta le perdonó la deuda.
Pero, apenas había salido aquel servidor, se encontró con uno de sus compañeros, que le debía poco dinero. Entonces lo agarró por el cuello y casi lo estrangulaba, mientras le decía: ‘Págame lo que me debes’. El compañero se le arrodilló y le rogaba: ‘Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo’. Pero el otro no quiso escucharlo, sino que fue y lo metió en la cárcel hasta que le pagara la deuda.
Al ver lo ocurrido, sus compañeros se llenaron de indignación y fueron a contarle al rey lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo:
‘Siervo malvado. Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también haber tenido compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti? Y el señor, encolerizado, lo entregó a los verdugos para que no lo soltaran hasta que pagara lo que debía.
Pues lo mismo hará mi Padre celestial con ustedes si cada cual no perdona de corazón a su hermano”.
Cuando Jesús terminó de hablar, salió de Galilea y fue a la región de Judea que queda al otro lado del Jordán.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
El evangelio de hoy nos presenta dos enseñanzas de Jesús: La primera condensada en una máxima; la segunda representada en una parábola. La primera se refiere a los estándares de generosidad o de tolerancia con el prójimo. El ofendido, bien fuera a título personal o a nombre de la comunidad, podía en un gesto magnánimo soportar una ofensa, o lo que consideraba como tal, por un máximo de siete ocasiones. La propuesta de Jesús supera ampliamente esa medida y muestra cómo la generosidad no debe tener medida si el ofendido tiene una conciencia superior a la del ofensor. La medida de nuestra capacidad de perdón debe ser tal que estemos siempre en condiciones de superar el mecanismo de la agresión automática, es decir, de la respuesta en tono de represalia, inmediata e irracional. La segunda enseñanza matiza la primera, ya que nos muestra por medio del lenguaje comparativo o analógico que la generosidad de Dios con nosotros es incomparablemente mayor que la que nosotros podemos tener con cualquiera de nuestros prójimos que nos haya ofendido.

Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, los dones que te presentamos, en reconocimiento de las maravillas realizadas por tu amor en la vida de santa Clara, virgen, y haz que nuestro sacrificio de alabanza sea grato a tus ojos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio de Santas Vírgenes
y de Santos Religiosos
La vida consagrada a Dios es un
signo del Reino de los cielos
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario que te alaben, Señor, tus criaturas del cielo y de la tierra. Porque al celebrar a los santos que por amor al Reino de los cielos se consagraron a Cristo, reconocemos tu Providencia admirable, que no cesa de llamar al hombre a la santidad primera, para hacerlo participar ya desde ahora de la vida que gozará en el cielo, por Cristo nuestro Señor.
Por eso, con todos los ángeles y santos, te alabamos, proclamando sin cesar:
Santo, Santo, Santo...

Antífona de la Comunión
Ya viene el esposo; salgamos al encuentro de Cristo, el Señor.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Señor, que este sacramento fortalezca en nosotros tu amor, para que aceptemos los sufrimientos de nuestra vida como una forma de participar en la pasión de Cristo y nos esforcemos por vivir unidos a ti, a ejemplo de santa Clara,
virgen.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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