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lunes, 8 de agosto de 2011

Ordinario de la Misa: Martes XIX Semana T. O. Ciclo A. 09 de Agosto, 2011

Ordinario de la Misa: Martes XIX Semana T. O. Ciclo A. 09 de Agosto, 2011

Eres justo, Señor, y rectos son tus mandamientos
Feria de la 19a. semana del Tiempo Ordinario
Bendice, Señor, a tu pueblo
Antífona de Entrada
Eres justo, Señor, y rectos son tus mandamientos. Muéstrate bondadoso conmigo y ayúdame a cumplir tu voluntad.
Oración Colecta
Oremos:
Señor, que te has dignado redimirnos y hacernos hijos tuyos, míranos siempre con amor de Padre y haz que cuantos creemos en Cristo, obtengamos la verdadera libertad y la herencia eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura
Lectura del libro del
Deuteronomio (31, 1-8)
En aquellos días, Moisés dirigió estas palabras a todo el pueblo de Israel:
“He cumplido ya ciento veinte años y me encuentro achacoso. Además, el Señor me ha dicho que no cruzaré el Jordán. El Señor, nuestro Dios, lo cruzará delante de ustedes; él destruirá a todos esos pueblos ante sus ojos para que ustedes se apoderen de ellos, y Josué pasará al frente de ustedes, como lo ha dicho el Señor.
El Señor tratará a los enemigos de ustedes como a los reyes amorreos Sijón y Og, y los arrasará como a sus tierras. Cuando el Señor se los entregue, harán con ellos lo que yo les he ordenado.
Sean fuertes y valientes, no teman, no se acobarden ante ellos, porque el Señor, su Dios, avanza con ustedes.El no los dejará ni abandonará”.
Después Moisés llamó a Josué y le dijo en presencia de todo el pueblo de Israel:
“Sé fuerte y valiente, porque tú has de introducir a este pueblo en la tierra que el Señor, tu Dios, prometió dar a nuestros padres; y tú les repartirás esa tierra. El Señor, que te conduce, estará contigo;él no te dejará ni te abandonará.
No temas ni te acobardes”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial
Deuteronomio 32
Bendice, Señor, a tu pueblo.
Voy a proclamar el nombre del Señor; den gloria a nuestro Dios, porque sus obras son perfectas.
Bendice, Señor, a tu pueblo.
Acuérdate de los días remotos, considera las edades pasadas, pregúntale a tu padre y te lo contará, a los ancianos y te lo dirán.
Bendice, Señor, a tu pueblo.
Cuando el Altísimo daba a cada pueblo su heredad y la distribuía a los hijos de Adán, trazó las fronteras de las naciones según el número de los hijos de Israel.
Bendice, Señor, a tu pueblo.
La porción del Señor fue su pueblo, Jacob fue su heredad. Sólo el Señor los condujo, no hubo dioses extraños con él.
Bendice, Señor, a tu pueblo.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Tomen mi yugo sobre ustedes, dice el Señor, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo
(18, 1-5. 10. 12-14)
Gloria a ti, Señor.
En cierta ocasión, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: “¿Quién es el más grande en el Reino de los cielos?”
Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y les dijo: “Yo les aseguro a ustedes que si no cambian y no se hacen como los niños, no entrarán en el Reino de los cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el Reino de los cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, me recibe a mí.
Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, pues yo les digo que sus ángeles, en el cielo, ven continuamente el rostro de mi Padre, que está en el cielo.
¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿acaso no deja las noventa y nueve en los montes, y se va a buscar a la que se le perdió? Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella, que por las noventa y nueve que no se le perdieron. De igual modo, el Padre celestial no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
Cuando Mateo habla de los ‘pequeños’ se refiere a todas aquellas personas que viven su experiencia de Dios desde la simplicidad y desde la inmediatez de la vida cotidiana. La experiencia de fe no es exclusiva de profesionales de la religión, como los teólogos, pastores, presbíteros o religiosos en general, sino que es patrimonio del pueblo sencillo en cualquier lugar del mundo y en cualquier religión. En cada religión algunas personas se especializan en todo lo relacionado con esa experiencia de fe: Rituales, teología, representación institucional. Y, aunque la presencia de estas personas es importante, sin embargo, lo que hace que una experiencia religiosa crezca y se fortalezca es la sinceridad, dedicación y religiosidad de las personas comunes que profesan esos valores espirituales. El evangelio nos invita a guardar el equilibrio entre las exigencias institucionales y la experiencia sencilla, sabiendo que en todo momento la experiencia primaria se manifiesta en aquellos que acogen a Dios en la sencillez de su vida.

Oración sobre las Ofrendas
Dios nuestro, fuente de la paz y del amor sincero, concédenos glorificarte por estas ofrendas, y unirnos fielmente a ti por la participación en esta
Eucaristía.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio Común III
Alabanza a Dios por la creación
y la redención del hombre
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Pues por medio de tu amado Hijo, eres el creador del género humano, y también el autor bondadoso de la nueva creación. Por eso, con razón te sirven todas las criaturas, con justicia te alaban todos los redimidos, y unánimes te bendicen tus santos.
Con ellos, también nosotros, a una con los ángeles, cantamos tu gloria gozosos diciendo:
Santo, Santo, Santo...

Antífona de la Comunión
Como la cierva busca el agua de los ríos, así, sedienta, mi alma te busca a ti,
Dios mío.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Tú que nos has instruido con tu palabra y alimentado con tu Eucaristía, concédenos, Señor, aprovechar estos dones para que vivamos aquí unidos a tu Hijo y podamos, después, participar de su vida inmortal.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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