Ordinario de la Misa: Sábado XXIII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 10 de Septiembre, 2011
Santa María en Sábado
Memoria libre
Bendito sea el Señor ahora y para siempre
Antífona de Entrada
Dichosa tú, Virgen María, que llevaste en tu seno al creador del universo; diste a luz al que te creó, y permaneces virgen para siempre.
Oración Colecta
Oremos:
Fortalece, Dios misericordioso, nuestra debilidad, para que todos los que ahora recordamos con veneración a la santa Madre de Dios, podamos, por su intercesión y ayuda, levantarnos de nuestros pecados.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
Primera Lectura
Lectura de la primera carta del
apóstol san Pablo a Timoteo
(1, 15-17)
Hermano: Puedes fiarte de lo que voy a decirte y aceptarlo sin reservas: que Cristo Jesús vino a este mundo a salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Pero Cristo Jesús me perdonó, para que fuera yo el primero en quien él manifestara toda su generosidad y sirviera yo de ejemplo a los que habrían de creer en él, para obtener,
la vida eterna.
Al rey eterno, inmortal, invisible, único Dios, honor y gloria por los siglos de los siglos.
Amén.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Salmo 112
Bendito sea el Señor
ahora y para siempre.
Bendito sea el Señor, alábenlo sus siervos. Bendito sea el Señor desde ahora y para siempre.
Bendito sea el Señor
ahora y para siempre.
Desde que sale el sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor. Dios está sobre todas las naciones, su gloria, por encima de los cielos.
Bendito sea el Señor
ahora y para siempre.
¿Quién hay como el Señor? ¿Quién iguala al Dios nuestro, que tiene en las alturas su morada, y sin embargo de esto, bajar se digna su mirada para ver tierra y cielo?
Bendito sea el Señor
ahora y para siempre.
El levanta del polvo al desvalido y saca al indigente del estiércol, para hacerlo sentar entre los grandes, los jefes de su pueblo.
Bendito sea el Señor
ahora y para siempre.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
El que me ama cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y haremos en él nuestra morada, dice el Señor.
Aleluya.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (6, 43-49)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No hay árbol bueno que produzca frutos malos, ni árbol malo que produzca frutos buenos. Cada árbol se conoce por sus frutos. No se recogen higos de las zarzas, ni se cortan uvas de los espinos.
El hombre bueno dice cosas buenas, porque el bien está en su corazón; y el hombre malo dice cosas malas, porque el mal está en su corazón, pues la boca habla de lo que está lleno el corazón.
¿Por qué me dicen ‘Señor, Señor’, y no hacen lo que yo les digo? Les voy a decir a quién se parece el que viene a mí y escucha mis palabras y las pone en práctica. Se parece a un hombre, que al construir su casa, hizo una excavación profunda, para echar los cimientos sobre la roca. Vino la creciente y chocó el río contra aquella casa, pero no la pudo derribar, porque estaba sólidamente construida.
Pero el que no pone en práctica lo que escucha, se parece a un hombre que construyó su casa a flor de tierra, sin cimientos. Chocó el río contra ella e inmediatamente la derribó y quedó completamente destruida”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
Estamos ubicados en el capítulo 6, que inicia con la polémica de Jesús por el precepto del sábado, y concluye con una serie de comparaciones que nos proponen una nueva forma de relacionarnos con Dios Padre. Esta nueva forma de encuentro con Dios va más allá de las normas y leyes; está mediatizada por la persona y sus circunstancias.
El texto que nos propone la liturgia de hoy tiene dos comparaciones complementarias, que apuntan a dos actitudes fundamentales en el discípulo del Reino.
La comparación del árbol y los frutos, que es reiterativa en el Nuevo Testamento, apunta a la radicalidad de vida que compromete a los seguidores de Jesús. Al centro de este ejemplo está nuestro corazón. Un corazón sano es capaz de generar los valores, actitudes, sentimientos y compromisos que requiere la propuesta del maestro de Nazaret.
El ejemplo de la casa construida sobre roca, es la puesta en práctica de la radicalidad que exige Jesús. Ya no bastan sólo las palabras… “¡Señor, Señor!”; esta expresión tendrá que ser cargada de sentido y de vida.
Oración sobre las Ofrendas
Al venerar la memoria de la Madre de tu Hijo, te rogamos, Señor, que la ofrenda que te presentamos nos transforme, por tu gracia, en oblación viva
y continua.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio de Santa María Virgen II
La Iglesia alaba a Dios con las
palabras de María
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias y proclamar que eres admirable en la perfección de todos tus santos, y de un modo singular en la perfección de la Virgen María.
Por eso, al celebrarla hoy, queremos exaltar tu generosidad inspirados en su propio cántico, pues en verdad, has hecho maravillas por toda la tierra, y prolongaste tu misericordia de generación en generación, cuando, complacido en la humildad de tu sierva, nos diste por su medio al autor de la vida, Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor.
Por él, los ángeles y los arcángeles te adoran eternamente, gozosos en tu presencia. Permítenos unirnos a sus voces cantando tu alabanza:
Santo, Santo, Santo...
Antífona de la Comunión
Ha hecho en mí maravillas el todopoderoso, cuyo nombre es santo.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Ya que participamos de la redención eterna, te pedimos, Señor, que al venerar la memoria de la Madre de tu Hijo, nos gloriemos de la plenitud de tu gracia y sintamos los efectos de tu obra redentora.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
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