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lunes, 17 de octubre de 2011

Evangelio del Martes XXIX Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 18 de octubre, 2011

Evangelio del Martes XXIX Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 18 de octubre, 2011
Lectura del Santo Evangelio, según San Lucas 10,1-9
Gloria a ti, Señor
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: "La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz en esta casa". Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el Reino de Dios.""
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús
Reflexión:
Cada uno de nosotros tiene una misión que cumplir: anunciar la Buena Noticia del Señor. Prescindiendo de las circunstancias que nos rodeen, esa misión es siempre la misma: acoger y vivir el Reinado de Dios, que está cerca, presente, real y concreto en nuestra vida. Sólo tenemos que empaparnos de él para que florezca plenamente.
Si ya anteriormente Jesús había hecho un envío similar a los doce apóstoles, como un símbolo de las doce tribus de Israel, ahora lo hace con otros setenta (o setenta y dos), simbolizando con este número la universalidad del mensaje que el Señor tiene para toda la humanidad.
En el evangelio de hoy hay que notar también los “requisitos” que debe poseer todo aquel que quiera entregar el mensaje como apóstol: no llevar nada, sólo el deseo ferviente de anunciar el Evangelio; por el camino no saludar a nadie, no por descortesía, sino porque eso simplemente les entorpecería la misión encomendada; entregar la paz, porque es a través de ella como cada persona es capaz de recibir el mensaje.
Sólo de esa manera podrían cumplir la misión encomendada y ser buenos trabajadores para la cosecha o recolección.

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