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viernes, 21 de octubre de 2011

HOMILIAS: DOMINGO XXX TIEMPO ORDINARIO. CICLO A. 23 DE OCTUBRE, 2011

HOMILIAS: DOMINGO XXX TIEMPO ORDINARIO. CICLO A. 23 DE OCTUBRE, 2011
1.- AGAPE, AMOR GRATUITO Y SOLIDARIO
Por José María Martín OSA
1.- Amor a todos, sin exclusiones. En el evangelio del domingo pasado observamos cómo los fariseos quieren comprometer a Jesús para que responda si hay que obedecer a Dios o al Estado. Jesús aclara que la obediencia a Dios no impide los derechos de los ciudadanos. En esta misma línea, los fariseos vuelven al ataque, "para ponerlo a prueba" con esta pregunta: "¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?". Ellos eran celosos cumplidores, al menos aparentemente, de las 613 leyes prescritas para todo buen judío.
Jesús responde con las palabras del Deuteronomio: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu ser" (Dt. 6,5), es decir con las tres facultades que definen la persona humana. Todo judío, según este texto, debía poner estas palabras en la frente, atarlas en su mano, escribirlas en las jambas de su casa.
La novedad de Jesús es asemejar este mandamiento primero al segundo: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". Estas palabras aparecen ya en el capítulo 19 del libro del Levítico para evitar la venganza y el rencor contra "los hijos de tu pueblo". Jesús amplia este amor también hacia el extranjero, e incluso al enemigo. No por casualidad en el evangelio paralelo de Lucas viene a continuación la explicación de qué entiende Jesús como prójimo en la parábola del Buen Samaritano. Jesús no invita a ir en contra de la Ley, sino a situarnos más allá de ella, por encima de ella.
2.- Amor gratuito. Los fariseos habían deformado el espíritu inicial de la Ley. En el Código de la Alianza de la lectura del Éxodo, semejante a otros códigos procedentes de Oriente, se especifica la protección hacia los más débiles: los forasteros, las viudas, los huérfanos, los pobres que reciben dinero en préstamo. Está formulado en un sentido negativo: "no oprimirás, no explotarás..." Pero todo esto se cumple si hay amor. El amor nace de Dios porque "Dios es amor". En el salmo 17 se pone de manifiesto la bondad de Dios: "mi roca, mi alcázar, mi libertador, mi salvador". El amor de Dios es gratuito y universal. Ya no hay distinción entre razas, lenguas o culturas porque Dios es Padre de todos.
3.- Amor solidario. En una sociedad donde abunda el anonimato, la soledad, el vacío de cariño, es necesario anunciar que "Dios es compasivo". No basta con la justicia, con lo debido, hay que amar, porque el hombre de hoy necesita ser amado. Podemos gritar la respuesta del salmo: "Yo te amo, Señor, Tú eres mi fortaleza". Pero el amor de Dios se hace visible y concreto en el amor al prójimo. Ya lo dice San Juan: "el que dice que ama a Dios y odia a su hermano es un mentiroso" (1 Jn 4,20). Al final de nuestra vida se nos examinará del amor, no de si hemos cumplido muchas leyes, o hemos ido mucho al templo, o si sabemos mucho de religión o de vidas de santos. Hemos de entender el amor como Cristo lo entendió: como auto donación, como entrega de uno mismo. Un amor que es "ágape", fraternidad.
Vivir como hermanos supone asumir un nuevo estilo de vida, unos valores nuevos que nos llevan a vivir en comunión con los excluidos, los marginados, los preferidos de Dios. Quizá nos hace falta despojarnos de todo el ropaje legalista y rutilante con que hemos cubierto nuestra fe. En la Eucaristía celebramos el amor de Dios. Cada vez que nos reunimos para partir el pan debe avivarse en nosotros el amor a los necesitados. Esta es la esencia de nuestra fe.
4.- Así os envío yo. Nosotros, que hemos experimentado el amor que el Espíritu ha derramado en nuestros corazones el día de nuestro Bautismo, hemos de anunciar a todos que Dios es amor. Esto lo han entendido muy bien los misioneros, que han estado atentos a envío de Jesucristo, tal como señala el lema que este año nos propone el Domund: "Así os envío yo". Renunciando a su familia y a su patria demuestran su amor a todos sin distinción, con las palabras y con las obras. Su labor es promover los valores del Reino. Son testigos privilegiados de la Palabra de Dios, actualizando en nuestros días lo que Pablo recuerda a los Tesalonicenses, que "acogieron la Palabra entre tanta lucha con la alegría del Espíritu Santo, para llegar a ser modelo para los creyentes". Las dificultades con las que se encuentran son grandes, en ocasiones les lleva a dar su vida por Cristo. Los mártires son testigos de los riesgos que supone anunciar la justicia y el amor.
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2.- ENVIADOS PARA EVANGELIZAR A LOS POBRES
Por Pedro Juan Díaz
1.- Hoy es el DOMUND, la Jornada Mundial de las Misiones. Y la Palabra de Dios nos habla de lo esencial de la misión, que es el amor. Juan Pablo II en su encíclica sobre “la misión del Redentor” decía que el amor es y será siempre la fuerza de la misión, el espíritu de toda actividad misionera. ¿Por qué? Porque el amor es el verdadero testimonio que el Señor nos envía a dar en medio del mundo. Celebrar esta jornada tiene la finalidad de hacernos reflexionar sobre cómo vivimos nuestra vocación misionera, es decir, si verdaderamente nos estamos ocupando y preocupando de que todas las personas vivan una vida auténticamente humana y digna, y si estamos siendo constructores de fraternidad, de paz y de solidaridad, que son valores del Reino de Dios. Y esto se puede hacer en cualquiera de los cinco continentes, y también en tu propio pueblo, entre tus vecinos y conocidos.
2.- Y esto es así porque el Señor unió dos cosas muy importantes, como hemos escuchado en el Evangelio, dos mandamientos que resumen todo su mensaje: el amor a Dios y el amor al prójimo: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser… Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Y los une en un solo mandamiento, dándoles el mismo valor, de tal manera que ya no se puede decir que amamos a Dios si cerramos nuestro corazón al hermano. Es más, amando al hermano, procurando que tenga una vida digna, nos encontraremos con Dios y con su amor. A esta tarea, la Iglesia la llama EVANGELIZACIÓN.
3.- Y si damos un paso más, podemos recordar unas palabras de Pablo VI en su encíclica “para proclamar el evangelio”, en las que decía que Jesús fue el primero y el más grande evangelizador, hasta entregar su vida, haciendo suyas las palabras del profeta Isaías: “el Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ungió para EVANGELIZAR a los POBRES”. Y aquí también ocurre que las palabras “evangelizar” y “pobres” van íntimamente unidas, porque no hay más pobre que el que no tiene amor, y porque también es pobre aquel que no tiene unas condiciones dignas para vivir. Y en ellos, en estos prójimos nuestros más necesitados, dijo el Señor que SIEMPRE le podríamos encontrar.
4.- En la primera lectura, descubrimos a un Dios que, desde siempre, se ha posicionado del lado de los pobres. En concreto, la lectura nos habla de los “forasteros” (emigrantes), “las viudas y los huérfanos” (la condición social más pobre en Israel). Dios escucha los gritos de estos hijos suyos y no consentirá su sufrimiento. Por eso el DOMUND siempre nos ayuda a sentirnos ENVIADOS por la Iglesia a evangelizar, a anunciar la Buena Noticia a todas las personas. Así lo dice el lema de esta jornada: “Así os envío yo”, frase de Jesús a sus discípulos (nosotros, la Iglesia) para mostrarnos que somos los destinatarios de la misma misión que el Padre le encomendó al enviarlo al mundo. De la misma manera, Jesús envía a su Iglesia y a cada uno de los bautizados. Y en el envío va la fuerza necesaria para hacer que esa Buena Noticia se convierta en fuente de alegría y felicidad para todas las personas, y en unas condiciones dignas de vida para aquellos hermanos que no las tienen. Porque si hay algo que fortalece verdaderamente nuestra fe es cuando la damos, cuando la hacemos testimonio de vida, y cuando reforzamos la relación de amor entre Dios y nosotros, y entre nosotros y las demás personas que son también amadas por Dios.
5.- La Eucaristía es el momento especial en el que la Iglesia nos envía a dar testimonio de lo que aquí celebramos y vivimos. Y nos envía a nuestros hermanos más necesitados, a nuestros “próximos” y también a los más alejados, a los que aún no conocen la Buena Noticia del Evangelio. Los cristianos, la Iglesia, existimos para evangelizar. El Padre nos envía, como lo hizo con su Hijo Jesús, para evangelizar a los pobres. No tenemos otra misión más importante. Así es como somos misioneros, y así nos anima a serlo el Papa Benedicto XVI en su mensaje de este año: “Que la Jornada Mundial de las Misiones reavive en cada uno el deseo y la alegría de “ir” al encuentro de la humanidad llevando a todos a Cristo”.
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3.- EL AMOR SOSTIENE A LA LEY ENTERA
Por Gabriel González del Estal
1.- Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas. Estos dos mandamientos son el mandamiento del amor a Dios y el mandamiento del amor al prójimo. Ninguno de estos dos mandamientos es original de Jesús; los dos mandamientos estaban ya dictados en el Antiguo Testamento y todos los judíos los sabían de memoria. El mandamiento del amor a Dios está enunciado en Deut. 6, 5: Amarás a Yahveh tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza. El mandamiento del amor al prójimo está en el Lev 19, 18: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Lo original de Jesús es equiparar el uno al otro y poner a los dos, conjuntamente, como el sostén y soporte necesario de toda la Ley y los profetas. No quiere decir que sobren la Ley y los profetas, sino que la Ley y los profetas sólo son auténticamente cristianos cuando tienen como fundamento y sostén el amor a Dios y al prójimo. El amor a Dios y al prójimo pasa a ser así el criterio último y fundamental de toda ley religiosa. Este debe ser, por tanto, el criterio último y fundamental que debemos tener los cristianos para decidir la moralidad o inmoralidad de nuestras acciones. Es, evidentemente, el criterio que siguió Jesús de Nazaret y, después de él, todos los grandes santos y místicos en la historia del cristianismo. En este sentido, podríamos escribir aquí frases rotundas y superconocidas de San Juan, San Pablo, San Agustín y, en nuestra época, la Madre Teresa de Calcuta, por poner sólo algunos ejemplos. Ayer estuve viendo la exposición que han montado aquí, en Madrid, sobre la vida y palabras de la Madre Teresa. Me impresionó, una vez más, la insistencia que hace esta santa, repetidamente, en la necesidad de amar y de perdonar a todos, empezando por los más necesitados de amor. Este, dice literalmente, es el mandamiento de Cristo y vale igual para cristianos, budistas, islámicos y hasta para los no creyentes. Al atardecer de nuestra vida Dios nos examinará del amor.
2.- No oprimirás…; no explotarás… Estas palabras del libro del ÉXODO son una afirmación rotunda de la necesidad del amor al prójimo, preferentemente al prójimo más necesitado de amor, como condición necesaria para ser amigo de Dios. En los tiempos en los que se escribe el libro del Éxodo las personas más necesitadas de ayuda eran los inmigrantes, las viudas, los huérfanos, los que no tenían ni dinero, ni ropa, ni casa donde vivir. El Señor les dice a los opresores que si oprimen a estas personas “se encenderá su ira contra ellos y les hará morir a espada” y que si las personas oprimidas acuden a él “les escuchará, porque él es compasivo”. Estas palabras del libro del Éxodo tienen todo su sentido también para nosotros, en los tiempos actuales. También entre nosotros hay ahora muchos inmigrantes necesitados de ayuda, muchas personas que están en el paro, muchas personas que no pueden pagar su hipoteca a los bancos, muchas personas necesitadas de ayuda, en definitiva. Si no tenemos el corazón compasivo e intentamos ayudarles lo mejor que podamos, no podremos considerarnos amigos de Dios y “su ira se encenderá contra nosotros”.
3.- Así os envío yo. Este es el lema de este Domingo Mundial de las Misiones, del DOMUND. Jesucristo les dice a sus discípulos que lo mismo que el Padre le ha enviado a él al mundo, así él les envía a ellos. Sabemos que el Padre envió a su hijo al mundo “para anunciar a los pobres la Buena Nueva, a proclamar la liberación de los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor”. Es decir que el Padre envió su Hijo al mundo para liberar al mundo y manifestarnos así su amor. El amor de Dios hacia nosotros es siempre un amor liberador, encarnado; no podemos entender nuestro amor a Dios, separado de nuestro amor al prójimo. El mandamiento del amor es siempre, y al mismo tiempo, un amor de doble dirección: hacia Dios y hacia el prójimo. Este amor es el que sostiene, como hemos dicho antes, toda la ley y los profetas. A los cristianos Cristo nos envía al mundo a predicar este amor. Este es el lema de este DOMUND que celebramos este domingo.

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