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martes, 18 de octubre de 2011

Evangelio del Miércoles XXIX Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 19 de octubre, 2011

Evangelio del Miércoles XXIX Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 19 de octubre, 2011
Lectura del Santo Evangelio, según San Lucas 12,39-48
Gloria a ti, Señor
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre." Pedro le preguntó: "Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?" El Señor le respondió: "¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si el empleado piensa: "Mi amo tarda al llegar", y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y deber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles. El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá."
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús
Reflexión:
Si queremos gozar plenamente de la vida eterna, debemos prepararnos para poderla alcanzar. Esa vida no se nos regalará de buenas a primeras, sino que nuestra existencia debe ser una preparación permanente para ese anhelado momento. Por eso, debemos estar atentos y vigilantes, porque no sabemos ni el día ni la hora en que él se presentará y porque habremos de darle cuenta de lo que hayamos hecho por su Reinado.
Nuestro deber es poner el regalo de la gracia en constante trabajo en beneficio de los demás, que sirva como trasunto del amor de Dios a quien la reciba.
Por eso, Jesús señala que, a quien encuentre trabajando en la construcción del Reinado de Dios entre sus hermanos, se le dará una clara recompensa; y, a la inversa, quien se dedique a lo contrario recibirá un duro castigo. Pero aun así, deja de manifiesto la enorme misericordia del Señor para aquellos que hayan cometido alguna falta sin querer: recibirán un “castigo menor”.
De todos modos, no se trata de recibir premio o castigo, sino de construir una sociedad nueva que permita la construcción del Reinado de Dios.

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