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viernes, 28 de octubre de 2011

Evangelio del Sábado XXX Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 29 de octubre, 2011

Evangelio del Sábado XXX Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 29 de octubre, 2011
Lectura del Santo Evangelio, según San Lucas 14,1.7-11
Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola: "Cuando te conviden a una boda, no te sientes en puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá: "Cédele el puesto a éste." Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba." Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido."
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús
Reflexión:
Generalmente, dentro de un banquete hay una jerarquía, como en toda sociedad. Jesús denuncia la práctica de unos convidados que siempre escogían los primeros puestos, llevados por un deseo de honor y gloria. Jesús rechaza a aquellos a quienes les gusta que les saluden en las plazas y que les hagan reverencias como los mejores; él está en contra y rechaza categóricamente esta jerarquía. Jesús sabía que el Reinado de Dios estaba llamado a realizar esta revolución: destronar la hipocresía del mérito propio, como el dueño de la boda destronaba a los invitados autosuficientes. De este tipo de invitados se había llenado su sociedad que había terminado siendo manejada por criterios de poder.
La humildad es uno de los valores fundamentales del Reino, al igual que el desinterés y la generosidad para con los más pequeños. Esta virtud debe tener como trasfondo la actitud de que, a sabiendas, muchas veces no será correspondido.
En el banquete del Reino se da un cambio de puestos y de valores: no hay primeros lugares, ni por derecho ni por cortesía. La excesiva valoración de sí mismo debe ceder puesto a la humildad.

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