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lunes, 24 de octubre de 2011

Ordinario de la Misa: Martes XXX Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 25 de Octubre, 2011

Ordinario de la Misa: Martes XXX Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 25 de Octubre, 2011
Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor
Feria de la 30a. semana del Tiempo Ordinario
Yo soy la salvación de mi pueblo, dice el Señor
Antífona de Entrada
Yo soy la salvación de mi pueblo, dice el Señor. Los escucharé en cualquier tribulación en que me llamen y seré siempre su Dios.
Oración Colecta
Oremos:
Dios nuestro, que en el amor a ti y a nuestro prójimo has querido resumir toda tu ley, concédenos descubrirte y amarte en nuestros hermanos para que podamos alcanzar la vida eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura
Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los romanos
(8, 18-25)
Hermanos: Considero que los sufrimientos de esta vida no se pueden comparar con la gloria que un día se manifestará en nosotros; porque toda la creación espera, con seguridad e impaciencia, la revelación de esa gloria de los hijos de Dios.
La creación está ahora sometida al desorden, no por su querer, sino por voluntad de aquel que la sometió, pero dándole al mismo tiempo esta esperanza: que también ella misma va a ser liberada de la esclavitud de la corrupción, para compartir la gloriosa libertad de los hijos de Dios.
Sabemos, en efecto, que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto; y no sólo ella, sino también nosotros, los que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, anhelando que se realice plenamente nuestra condición de hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo.
Porque ya es nuestra la salvación, pero su plenitud es todavía objeto de esperanza. Esperar lo que ya se posee no es tener esperanza, porque, ¿cómo se puede esperar lo que ya se posee? En cambio, si esperamos algo que todavía no poseemos, tenemos que esperarlo con paciencia.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 125
Grandes cosas has hecho
por nosotros, Señor.
Cuando el Señor nos hizo volver del cautiverio, creíamos soñar; entonces no cesaba de reír nuestra boca, ni se cansaba entonces la lengua de cantar.
Grandes cosas has hecho
por nosotros, Señor.
Aun los mismos paganos con asombro decían: “¡Grandes cosas ha hecho por ellos el Señor!” Y estábamos alegres, pues ha hecho grandes cosas por su pueblo el Señor.
Grandes cosas has hecho
por nosotros, Señor.
Como cambian los ríos la suerte del desierto, cambia también ahora nuestra suerte, Señor, y entre gritos de júbilo cosecharán aquellos que siembran con dolor.
Grandes cosas has hecho
por nosotros, Señor.
Al ir, iban llorando, cargando la semilla; al regresar, cantando vendrán con sus gavillas.
Grandes cosas has hecho
por nosotros, Señor.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (13, 18-21)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo: “¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Con qué podré compararlo? Se parece a la semilla de mostaza que un hombre sembró en su huerta; creció y se convirtió en un arbusto grande y los pájaros anidaron en sus ramas”.
Y dijo de nuevo: “¿Con qué podré comparar al Reino de Dios? Con la levadura que una mujer mezcla con tres medidas de harina y que hace fermentar toda la masa”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
En la primera lectura, Pablo muestra la dificultad para obtener la vida nueva de resucitados con Cristo; aunque la dificultad es real, no es insuperable. Nuestra esperanza tiene unos sólidos apoyos con las primicias del Espíritu. El Señor hace grandes cosas por nosotros, y él solamente nos pide hacer brotar la semilla, que en tiempos de Jesús era lo más pequeño e insignificante. Esta conciencia que pide Jesús, se da luego de haber hecho un largo recorrido evangelizador, en el que ha vivido rechazos y desprecios. Él se ha convencido de que este asunto no es de multitudes. El Reino de Jesús debe comenzar desde lo más pequeño, desde lo imperceptible, y ese proceso es aplicable no sólo a las personas, sino también a situaciones y sucesos pequeños. El reino debe construirse con aquellos que no cuentan, con aquellos que la sociedad y el sistema desechan. Nuestro llamado es para acoger a aquellos que no tienen dónde cobijarse. Debemos ser como aquella primera comunidad cristiana, libre de poder, libre de orgullos y abierta a proteger a aquellos que nada tienen.

Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, los dones que te presentamos a fin de que, por medio de esta Eucaristía, podamos obtener las gracias de la redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio Común III
Alabanza a Dios por la creación
y la redención del hombre
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Pues por medio de tu amado Hijo, eres el creador del género humano, y también el autor bondadoso de la nueva creación.
Por eso, con razón te sirven todas las criaturas, con justicia te alaban todos los redimidos, y unánimes te bendicen tus santos. Con ellos, también nosotros, a una con los ángeles, cantamos tu gloria gozosos diciendo:
Santo, Santo, Santo...

Antífona de la Comunión
Tú promulgas, Señor, tus preceptos para que se observen con exactitud. Que mi conducta se ajuste siempre, al cumplimiento de tu voluntad.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Concede siempre tu ayuda, Señor, a quienes has alimentado con la Eucaristía, a fin de que la gracia recibida en este sacramento, transforme continuamente
nuestra vida.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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