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lunes, 16 de enero de 2012

Ordinario de la Misa: Lunes II Semana Tiempo Ordinario. Ciclo B. 16 de Enero, 2012

Ordinario de la Misa: Lunes II Semana Tiempo Ordinario. Ciclo B. 16 de Enero, 2012
Quien me da gracias, ese me honra
Feria de la 2a. semana del Tiempo Ordinario
La palabra de Dios es viva y eficaz
Antífona Entrada
El Señor es mi protector; él me libró de las manos de mis enemigos y me salvó, porque me ama.
Oración Colecta
Oremos:
Concédenos, Señor, que el curso de los acontecimientos del mundo se desenvuelva, según tu voluntad, en la justicia y en la paz, y que tu Iglesia pueda servirte con tranquilidad y alegría.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura
Lectura del primer libro
de Samuel (15, 16-23)
En aquellos días,Samuel le dijo a Saúl:
“Te voy a manifestar lo que el Señor me dijo hoy en la noche”.
El le contestó:
“¿Qué te dijo?” Samuel prosiguió: “Aunque a tus propios ojos no valías nada, ¿no llegaste acaso a ser el jefe de Israel? El Señor te ungió como rey de Israel. El te ordenó llevar a cabo una expedición contra los amalecitas, diciéndote:
‘Ve y destruye a esos pecadores. Hazles la guerra hasta acabar con todos ellos’. ¿Por qué no has obedecido la voz del Señor y te has quedado con el botín, haciendo lo que desagradaba al Señor?”.
Saúl le respondió a Samuel:
“No. Yo obedecí al Señor.
Llevé a cabo la expedición que él me ordenó. Traje cautivo a Agag, rey de Amalec, y acabé con los amalecitas. Fue el pueblo el que tomó del botín lo mejor de las ovejas y los bueyes para sacrificarlos al Señor, nuestro Dios, en Guilgal”.
Pero Samuel le replicó:
“¿Crees tú que al Señor le agradan más los holocaustos y los sacrificios que la obediencia a sus palabras?
La obediencia vale más que el sacrificio, y la docilidad, más que la grasa de los carneros. La rebelión contra Dios es tan grave como el pecado de hechicería, y la obstinación, como el crimen de idolatría. Por haber rechazado la orden del Señor, él te rechaza a ti como rey”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 49
Quien me da gracias,
ése me honra.
No voy a reclamarte sacrificios, dice el Señor, pues siempre están ante mí tus holocaustos.
Pero ya no aceptaré becerros de tu casa ni cabritos de tus rebaños.
Quien me da gracias,
ése me honra.
¿Por qué citas mis preceptos y hablas a toda hora de mi pacto, tú que detestas la obediencia y echas en saco roto mis mandatos?
Quien me da gracias,
ése me honra.
Tú haces esto, ¿y yo tengo que callarme? ¿Crees acaso que yo soy como tú? No, yo te reprenderé y te echaré en cara tus pecados.
Quien me da gracias,
ése me honra.
Quien las gracias me da, ése me honra y yo salvaré al que cumple mi voluntad.
Quien me da gracias,
ése me honra.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
La palabra de Dios es viva y eficaz y descubre los pensamientos e intenciones
del corazón.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Marcos (2, 18-22)
Gloria a ti, Señor.
En una ocasión en que los discípulos de Juan el Bautista y los fariseos ayunaban, algunos de ellos se acercaron a Jesús y le preguntaron:
“¿Por qué los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan,
y los tuyos no?”
Jesús les contestó:
“¿Cómo van a ayunar los invitados a una boda, mientras el novio está con ellos?
Mientras está con ellos el novio, no pueden ayunar. Pero llegará el día en que el novio les será quitado y entonces sí ayunarán.
Nadie le pone un parche de tela nueva a un vestido viejo, porque el remiendo encoge y rompe la tela vieja y se hace peor la rotura. Nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino rompe los odres, se perdería el vino y se echarían a perder los odres. A vino nuevo, odres nuevos”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Comentario:
El cristianismo es una forma de vida festiva. Estamos de fiesta con Jesús cuando lo hacemos efectivamente presente con nuestros comportamientos, actitudes y proyectos. Ciertas manifestaciones piadosas como los ayunos, la abstención de ciertos alimentos y las jornadas especiales de oración son auténticas en la medida en que conservan su referencia a la enseñanza de Jesús.
Los primeros cristianos enfrentaron el dilema de conservar la novedad de Jesús o de asimilarse a las costumbres religiosas del judaísmo y optaron por la fidelidad. El ayuno es bueno en una experiencia religiosa en la que se necesita recordarle al cuerpo que Dios es el dador de todo; pero mal harían los discípulos de Jesús si por el ayuno y las prácticas íntimas de piedad abandonaran la solidaridad con el más necesitado y la solicitud ante los excluidos sociales. Para los cristianos de aquel entonces, y para nosotros ahora, el reto no es la dieta alimenticia, sino la solidaridad con los necesitados y excluidos. Estamos de fiesta con Jesús y la alegría de esta fiesta la comunicamos a todas las personas que comparten nuestra fe y la compartimos con todos aquellos que experimentan el mundo presente como un “valle de lágrimas” ¡Vino nuevo en odres nuevos!

Oración sobre las Ofrendas
Que este pan y este vino que tú mismo nos das para ofrecértelos nos ayuden, Señor, convertidos en el Cuerpo y Sangre de tu Hijo, a conseguir el premio de la felicidad eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio Común III
Alabanza a Dios por la creación
y la redención del hombre
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Pues por medio de tu amado Hijo, eres el creador del género humano, y también el autor bondadoso de la nueva creación. Por eso, con razón te sirven todas las criaturas, con justicia te alaban todos los redimidos, y unánimes te bendicen tus santos.
Con ellos, también nosotros, a una con los ángeles, cantamos tu gloria gozosos diciendo:
Santo, Santo, Santo…

Antífona de la Comunión
Cantaré al Señor por el bien que me ha hecho; y entonaré un himno de alabanza al Dios Altísimo.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Te pedimos, Padre misericordioso, que por este sacramento con que ahora nos fortaleces, nos hagas algún día, participar de la vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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