Evangelio Jueves I Semana de Cuaresma. Ciclo B. 02 de Marzo, 2012.
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (7, 7-12)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
“Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; toquen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que toca, se le abre.
¿Hay acaso entre ustedes alguno que le dé una piedra a su hijo, si éste le pide pan? Y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Si ustedes, a pesar de ser malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, con cuanta mayor razón el Padre, que está en los cielos, dará cosas buenas a quienes se las pidan.
Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes. En esto se resumen la ley y los profetas”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
Un aspecto fundamental de la oración propuesta por Jesús es la confianza en la misericordia de Dios. La oración no consiste en presentar la lista de peticiones a Dios. Es necesario poner toda la vida en función del proyecto del Reino. Pedir, buscar y llamar, tres verbos que indican colocarse en acción. No basta sólo con pedir. Es necesario buscar a Jesús. Es urgente llamar a su puerta. Una verdadera oración nos tiene que llevar necesariamente a colocar la confianza en Dios, pero al mismo tiempo, procurar hacer su voluntad sobre nuestras vidas y sobre la vida de nuestros pueblos. Y la voluntad de Dios es siempre salvífica, liberadora. Sabemos que personas que se comprometieron hasta el fondo con la propuesta de Jesús eran personas de profunda oración como Francisco de Asís, Teresa de Calcuta o monseñor Oscar Romero. En segundo lugar, Jesús presenta una exigencia que se desprende de una auténtica oración fundada en el seguimiento y la fidelidad; es la equidad en el trato con los demás. No se puede orar y ser injusto, no se puede orar y ser violento, no se puede orar y ser corrupto. ¿Cómo anda nuestra coherencia entre vida y oración?
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