Evangelio del Miércoles V Semana de Pascua. Ciclo B. 9 de Mayo, 2012
† Lectura del santo Evangelio según san Juan (15, 1-8)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
“Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Al sarmiento que no da fruto en mí, él lo arranca, y al que da fruto lo poda para que dé más fruto.
Ustedes ya están purificados por las palabras que les he dicho. Permanezcan en mí y yo en ustedes. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante, porque sin mí nada pueden hacer. Al que no permanece en mí se le echa fuera, como al sarmiento, y se seca; luego lo recogen, lo arrojan al fuego y arde.
Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se les concederá.La gloria de mi Padre consiste en que den mucho fruto y se manifiesten así como discípulos míos”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
La imagen de la vid expresa perfectamente el sentido último de la fe en Cristo: la necesidad de mantener una unión íntima con Jesús de Nazaret, una integración total con la experiencia de la resurrección, un vínculo estrecho con la voluntad de Dios, con el fin de vivir la promesa de la salvación. Jesús es la Vid y nosotros los sarmientos; este vínculo profundo convierte a la comunidad de discípulos en una viña sumamente fecunda, ya que ha logrado una verdadera identificación con la Palabra de Jesús; es decir, que la comunidad ha asumido libremente los valores del Reino como una continua práctica de vida, donde la fidelidad al amor y a la justicia de Dios la mantiene unida a Jesús; el discípulo o la comunidad que se separa del hilo que da la Vida (Jesús) no puede hacer nada, se seca, pierde su esencia, su razón de ser en el mundo; es juzgada por su esterilidad. Es vital, entonces, que la Iglesia actual se mantenga unida a la Vid verdadera, permanezca fiel a los valores del Reino para que pueda ofrecer verdaderos frutos de vida, paz y justicia a la humanidad, de lo contrario estaría yendo en dirección prohibida de la propia voluntad de Dios: Ser discípulos y discípulas de la Vida.
Fuente: www.lecturadeldia.com; www.servicioskoinonia.org
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