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miércoles, 7 de noviembre de 2012

Ordinario de la Misa: XXXI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo B. Jueves 8 de noviembre, 2012

Ordinario de la Misa: XXXI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo B. Jueves 8 de noviembre, 2012 El que busca al Señor será dichoso Feria de la 31a. semana del Tiempo Ordinario Tengo los ojos puestos en el Señor Antífona de Entrada Tengo los ojos puestos en el Señor, porque él me libra de todo peligro. Mírame, Dios mío, y ten piedad de mí, que estoy solo y afligido. Oración Colecta Oremos: Nos acogemos, Señor, a tu providencia, que nunca se equivoca, y te pedimos humildemente que apartes de nosotros todo mal y nos concedas aquello que pueda contribuir a nuestro bien. Por nuestro Señor Jesucristo… Amén. Primera Lectura Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los filipenses (3, 3-8) Hermanos: El verdadero pueblo de Israel somos nosotros, los que servimos a Dios movidos por su Espíritu y ponemos nuestra gloria en Cristo Jesús y no confiamos en motivos humanos. Aunque yo ciertamente podría apoyarme en tales motivos. Más aún, nadie tendría más razones que yo para confiar en motivos humanos, porque fui circuncidado al octavo día, soy israelita de nacimiento, de la tribu de Benjamín, hebreo e hijo de hebreos; en lo que toca a la interpretación de la ley, fariseo, y tan fanático, que fui perseguidor de la Iglesia de Dios; y en cuanto a la rectitud que da el cumplimiento de la ley, intachable. Pero todo lo que era valioso para mí, lo consideré sin valor a causa de Cristo. Más aún, pienso que nada vale la pena en comparación con el bien supremo, que consiste en conocer a Cristo Jesús, mi Señor, por cuyo amor he renunciado a todo, y todo lo considero como basura, con tal de ganar a Cristo. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor. Salmo Responsorial Salmo 104 El que busca al Señor será dichoso. Entonen en su honor himnos y cantos; celebren sus portentos. Del nombre del Señor enorgullézcanse y siéntase feliz el que lo busca. El que busca al Señor será dichoso. Recurran al Señor y a su poder y a su presencia acudan. Recuerden los prodigios que él ha hecho, sus portentos y oráculos. El que busca al Señor será dichoso. Descendientes de Abraham, su servidor; estirpe de Jacob su predilecto, escuchen: el Señor es nuestro Dios y gobiernan la tierra sus decretos. El que busca al Señor será dichoso. Aclamación antes del Evangelio Aleluya, aleluya. Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo les daré alivio, dice el Señor. Aleluya. Evangelio † Lectura del santo Evangelio según san Lucas (15, 1-10) Gloria a ti, Señor. En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharlo; por lo cual los fariseos y los escribas murmuraban entre sí: “Este recibe a los pecadores y come con ellos”. Jesús les dijo entonces esta parábola: “¿Quién de ustedes, si tiene cien ovejas y se le pierde una, no deja las noventa y nueve en el campo y va en busca de la que se le perdió hasta encontrarla? Y una vez que la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría y al llegar a su casa, reúne a los amigos y vecinos y les dice: ‘Alégrense conmigo, porque ya encontré la oveja que se me había perdido’. Yo les aseguro que también en el cielo habrá más alegría por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos, que no necesitan arrepentirse. ¿Y qué mujer hay, que si tiene diez monedas de plata y pierde una, no enciende luego una lámpara y barre la casa y la busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas y les dice: ‘Alégrense conmigo, porque ya encontré la moneda que se me había perdido’. Yo les aseguro que así también se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se arrepiente”. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús. Comentario: La conversión no es un problema de ‘legitimación’, sino de justicia. El grupo religioso de los fariseos y el grupo de profesionales de la Ley se consideraban mejores porque cumplían con los preceptos según los cuales ellos mismos interpretaban las leyes. De hecho la Ley o Torah constaba de dos partes, una escrita, pública y conocida por el común de la gente que contenía 613 preceptos y otra oral, reservada y especial que era sólo posesión de unos pocos. Los pecadores y los publicanos carecían de los conocimientos y de los medios prácticos y económicos para cumplir una y otra, y por eso estaban proscritos de la vida religiosa común. Jesús les pide a unos y a otros no que se legitimen a través del conocimiento y la observancia de las leyes, sino que atiendan a la justicia y rompan con la exclusión que condena a una minoría a ser ‘la moneda extraviada’, ‘la oveja perdida’ o el ‘hijo pródigo’. Y la manera más efectiva de incluir a los excluidos es su búsqueda, rescate, perdón, reconciliación y fiesta. Jesús nos presenta el Reino como una celebración casera de la vida y de los valores recuperados e integrados en el grupo de amigos y amigas del Reino. Oración sobre las Ofrendas Confiados en tu misericordia, Señor, venimos a tu altar con nuestros dones a fin de que te dignes purificarnos por este memorial que estamos celebrando. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. Prefacio Común VI El misterio de nuestra salvación en Cristo El Señor esté con ustedes. Y con tu espíritu. Levantemos el corazón. Lo tenemos levantado hacia el Señor. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. Es justo y necesario. En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, Padre santo, siempre y en todo lugar, por Jesucristo, tu Hijo amado. Por él, que es tu Palabra, hiciste todas las cosas; tú nos lo enviaste para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo y nacido de María, la Virgen, fuera nuestro Salvador y Redentor. Él, en cumplimiento de tu voluntad, para destruir la muerte y manifestar la resurrección extendió sus brazos en la cruz y así adquirió para ti un pueblo santo. Por eso, con los ángeles y los santos, proclamamos tu gloria, diciendo: Santo, Santo, Santo… Antífona de la Comunión Yo te invoco, porque tú me, respondes, Dios mío; inclina el oído y escucha mis palabras. Oración después de la Comunión Oremos: Padre santo, tú que nos has alimentado con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, guíanos por medio de tu Espíritu a fin de que, no sólo con palabras, sino con toda nuestra vida podamos demostrarte nuestro amor y así merezcamos entrar al Reino de los cielos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. Fuentes: www.lecturadeldia.com; www.servicioskoinonia.org

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