Evangelio del Sábado VII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 26 de febrero 2011.
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (10, 13-16)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, la gente le llevó a Jesús unos niños para que los tocara, pero los discípulos trataban de impedirlo.
Al ver aquello, Jesús se disgustó y les dijo: “Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios es de los que son como ellos. Les aseguro que el que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él”.
Después tomó en brazos a los niños y los bendijo imponiéndoles las manos.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
Dentro del contexto judío de la época, los niños formaban parte del mundo marginado; eran parte de esos grupos que no contaban en la sociedad y que eran mal vistos por las autoridades políticas y religiosas. Sin embargo, Jesús afirma en este relato que los destinatarios del Reino de Dios son todos los que se hacen como ellos, es decir, los que asumen como forma de vida normal la sencillez, la inocencia, la pureza de corazón, ya que los niños nada poseen, no buscan el poder, no actúan con doble intención y esperan siempre estar junto con sus padres. Para Marcos, los pobres son los niños, y en ellos se ven reflejados los que sufren la explotación, el rechazo, la pobreza y la muerte; todos ellos son los preferidos del Padre, a ellos se les ha prometido la justicia y la misericordia del Reino, pues no tienen nada, únicamente su esperanza puesta en Dios. Por otro lado, la actitud de acogida y ternura con los niños por parte de Jesús expresa el elemento esencial del Reino: Dios Padre y Madre, que da vida en abundancia a sus hijos predilectos.
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