= Miercoles 23 de Febrero, 2011
San Policarpo, obispo y mártir
Memoria
Nadie va al Padre, si no es por mí, dice el Señor
Antífona de Entrada
Este hombre es un verdadero mártir, ya que derramó su sangre por Cristo; no temió las amenazas de quienes lo juzgaron y mereció así el Reino de los cielos.
Oración Colecta
Oremos:
Dios y Señor de todo lo creado, que quisiste contar entre tus mártires al santo obispo Policarpo, concédenos, por su intercesión, participar como él en los sufrimientos de Cristo, para que resucitemos también a la vida eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.
Primera Lectura
Lectura del libro del
Eclesiástico (Sirácide)
(4, 12-22)
La sabiduría instruye a sus hijos y cuida de aquellos que la buscan. El que ama la sabiduría, ama la vida; el que madruga para encontrarla, será colmado de gozo; el que la abraza, heredará la gloria y recibirá la bendición del Señor en todo lo que emprenda.
Los que sirven a la sabiduría, sirven al Señor, que es santo, y el Señor ama a aquellos que la aman. Quien la escucha, juzgará con rectitud; quien le hace caso, vivirá tranquilo. El que confía en ella, llegará a poseerla y la dejará en herencia a sus descendientes.
Al principio, la sabiduría lo llevará por caminos sin rumbo y lo atormentará con sustos y temores, lo hará sufrir con la conducta que le impone, y lo pondrá a prueba con sus órdenes. Pero, una vez que la acepte de corazón, la sabiduría lo conducirá gozoso por el camino recto y le revelará sus secretos; pero si él no le hace caso, ella lo abandonará y lo dejará seguir su camino de perdición.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Salmo 118
Quienes aman tus leyes,
de inmensa paz disfrutan.
Quienes aman tus leyes, de inmensa paz disfrutan; para ellos no hay tropiezos. Observo tus mandatos, obedezco tus órdenes; tú conoces mi vida.
Quienes aman tus leyes,
de inmensa paz disfrutan.
Brotarán de mis labios, Señor, tus alabanzas, pues tu ley me enseñaste. En honor de tus leyes entonaré cantares, porque todas son justas.
Quienes aman tus leyes,
de inmensa paz disfrutan.
De ti, Señor, con ansias deseo mi salvación; tu ley es mi deleite. Que sólo viva yo, Señor, para alabarte y que tu ley me ayude.
Quienes aman tus leyes,
de inmensa paz disfrutan.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie va al Padre, si no es por mí, dice el Señor.
Aleluya.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Marcos (9, 38-40)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Juan le dijo a Jesús: “Hemos visto a uno que expulsaba a los demonios en tu nombre, y como no es de los nuestros, se lo prohibimos”. Pero Jesús le respondió: “No se lo prohibían, porque no hay ninguno que haga milagros en mi nombre, que luego sea capaz de hablar mal de mí. Todo aquel que no está contra nosotros, está a nuestro favor”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
El texto que leemos forma parte de una sección en la que el evangelista ha reunido diversos dichos sobre el discipulado; son como un pequeño catecismo comunitario que aborda dos temas fundamentales: Uno, sobre la actitud que la comunidad debe tener frente a los que no pertenecen a ella; y dos, sobre el tema del escándalo. El relato de hoy pertenece al primer tema, en donde los discípulos sienten celos misioneros porque han encontrado a otros haciendo el bien en nombre del Señor. Jesús se opone a esa actitud intolerante de los discípulos, proponiendo una actitud abierta e incluyente, afirmando que lo fundamental del evangelio es hacer el bien, es promover la vida. Por otra parte, esta propuesta abierta manifiesta el carácter universal del discipulado, pues los miembros del grupo de los Doce, aun siendo los más cercanos a Jesús, no son los únicos interlocutores válidos del anuncio del Reino de Dios; todos los que se sienten llamados a la vida y a la solidaridad con los hermanos son anunciadores del evangelio. Por lo tanto, es urgente que como Iglesia fortalezcamos el diálogo ecuménico e interreligioso, con el fin de construir un mundo más ético y humano.
Oración sobre las Ofrendas
Padre misericordioso, bendice nuestros dones y fortalécenos en la fe que tu santo mártir Policarpo, atestiguó con su propia sangre.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio de los santos mártires
Testimonio
y ejemplo de los mártires
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor.
Porque la sangre del glorioso mártir san Policarpo, derramada como la de Cristo para proclamar su fidelidad a ti, manifiesta tu admirable poder, que convierte la fragilidad en fortaleza y al hombre débil robustece para que sea testigo tuyo.
Por eso, como los ángeles te cantan en el cielo, así nosotros en la tierra te aclamamos, diciendo sin cesar:
Santo, Santo, Santo…
Antífona de la Comunión
Yo soy la vid y vosotros los sarmientos, dice el Señor; el que permanece en mí y en el cual yo permanezco, ese dará fruto abundante.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Concédenos, Señor, imitar, confortados con este sacramento, la admirable entereza de san Policarpo, a fin de obtener así el premio eterno, prometido a los que sufren por causa de tu nombre.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
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