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viernes, 24 de junio de 2011

Evangelio del Sábado XII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 25 de junio 2011

Evangelio del Sábado XII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 25 de junio 2011

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (8, 5-17)
Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un oficial romano y le dijo: “Señor, tengo en mi casa un criado que está en cama, paralítico, y sufre mucho”.
El le contestó: “Voy a curarlo”.
Pero el oficial le replicó: Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa; con que digas una sola palabra, mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; cuando le digo a uno: ‘¡Ve!’, él va; al otro: ‘¡Ven!’, y viene; a mi criado: ‘¡Haz esto!’, y lo hace”.
Al oír aquellas palabras, se admiró Jesús y dijo a los que lo seguían: “Yo les aseguro que en ningún israelita he hallado una fe tan grande.
Les aseguro que muchos vendrán de oriente y de occidente y se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob en el Reino de los cielos. En cambio, a los herederos del Reino los echarán fuera, a las tinieblas. Ahí será el llanto y la desesperación”.
Jesús le dijo al oficial romano:
“Vuelve a tu casa y que se te cumpla lo que has creído”. Y en aquel momento se curó el criado.
Al llegar Jesús a la casa de Pedro, vio a la suegra de éste en cama, con fiebre. Entonces la tomó de la mano y desapareció la fiebre. Ella se levantó y se puso a servirles.
Al atardecer le trajeron muchos endemoniados. El expulsó a los demonios con su palabra y curó a todos los enfermos. Así se cumplió lo dicho por el profeta Isaías: El hizo suyas nuestras debilidades y cargó con nuestros dolores.

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
El encuentro de Jesús con el centurión romano genera en éste un acto de generosidad hacia su criado que estaba enfermo. Su petición no es para sí mismo, sino para su criado. Jesús, como es característico en él, quiere ir a ver al criado (acto de presencia), pero el centurión se niega a esta petición por creerse de que el Maestro entre en su casa. Con ello expresa el mayor acto de fe que Jesús haya visto en Israel: “Basta que digas una palabra y mi muchacho quedará sano”. La confianza puesta en Jesús por parte del centurión va más allá de los límites físicos. Reconoce en Jesús al Señor, al enviado por Dios para el bien de la humanidad. Jesús comunica una palabra de vida y esperanza al centurión: “Ve y que suceda como has creído”. Recordemos que el centurión es un pagano y además forma parte del Imperio que oprimía al pueblo de Jesús; pero Jesús no se niega ante la urgencia de este hombre. Nos damos cuenta aquí de la finalidad del Reino de Dios establecido por Jesús: La salvación-sanación-liberación de todo el mundo. El mensaje evangélico es para todos.

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