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viernes, 24 de junio de 2011

Ordinario de la Misa. Sábado XII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 25 de junio 2011

Ordinario de la Misa. Sábado XII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 25 de junio 2011
Santa María en Sábado
Memoria libre
Mi alma glorifica al Señor
Antífona de Entrada
Dichosa tú, Virgen María, que llevaste en tu seno al creador del universo; diste a luz al que te creó, y permaneces virgen para siempre.
Oración Colecta
Oremos:
Fortalece, Dios misericordioso, nuestra debilidad, para que todos los que ahora recordamos con veneración a la santa Madre de Dios, podamos, por su intercesión y ayuda, levantarnos de nuestros
pecados.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura
Lectura del libro del Génesis
(18, 1-15)
Un día, el Señor se le apareció a Abraham en el encinar de Mambré. Abraham estaba sentado en la entrada de su tienda, a la hora del calor más fuerte. Levantando la vista, vio de pronto a tres hombres que estaban de pie ante él. Al verlos, se dirigió a ellos rápidamente desde la puerta de la tienda, y postrado en tierra, dijo: “Señor mío, si he hallado gracia a tus ojos, te ruego que no pases junto a mí sin detenerte. Haré que traigan un poco de agua para que se laven los pies y descansen a la sombra de estos árboles; traeré pan para que recobren las fuerzas y después continuarán su camino, pues sin duda para eso han pasado junto a su siervo”.
Ellos le contestaron:
“Está bien. Haz lo que dices”.
Abraham entró rápidamente en la tienda donde estaba Sara y le dijo: “Date prisa, toma tres medidas de harina,amásalas y cuece unos panes”.
Luego Abraham fue corriendo al establo, escogió un ternero y se lo dio a un criado para que lo matara y lo preparara. Cuando el ternero estuvo asado, tomó requesón y leche y lo sirvió todo a los forasteros. El permaneció de pie junto a ellos, bajo el árbol, mientras comían. Ellos le preguntaron: “¿Dónde está Sara, tu mujer?” El respondió: “Allá, en
la tienda”. Uno de ellos le dijo:
“Dentro de un año volveré sin falta a visitarte por estas fechas; para entonces, Sara, tu mujer, habrá tenido un hijo”.
Sara estaba escuchando detrás de la puerta de la tienda. (Abraham y Sara eran ya muy ancianos, y a Sara le había cesado su regla). Sara se rio por lo bajo y pensó: “Siendo yo tan vieja y mi marido un anciano, ¿podré experimentar el placer?”
Entonces el Señor le dijo a Abraham: “¿Por qué se ha reído Sara y ha dicho: ‘¿Será cierto que voy a dar a luz, siendo ya tan vieja?’ ¿Acaso hay algo difícil para Dios? El año que viene, en el plazo señalado, volveré a visitarte, y Sara tendrá un hijo”. Sara dijo entonces, asustada: “No me estaba riendo”. Pero el Señor replicó:
“No lo niegues; sí te estabas riendo”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Lucas 1
El Señor se acordó
de su misericordia.
Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava.
El Señor se acordó
de su misericordia.
Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es su nombre.
El Señor se acordó
de su misericordia.
Su misericordia llega de generación en generación a los que lo temen. A los hambrientos los colmó de bienes y a los ricos los despidió sin nada.
El Señor se acordó
de su misericordia.
Acordándose de su misericordia, vino en ayuda de Israel, su siervo, como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham y a su descendencia, para siempre.
El Señor se acordó
de su misericordia.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Cristo hizo suyas nuestras debilidades y cargó con nuestros dolores.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (8, 5-17)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un oficial romano y le dijo: “Señor, tengo en mi casa un criado que está en cama, paralítico, y sufre mucho”.
El le contestó: “Voy a curarlo”.
Pero el oficial le replicó: Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa; con que digas una sola palabra, mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; cuando le digo a uno: ‘¡Ve!’, él va; al otro: ‘¡Ven!’, y viene; a mi criado: ‘¡Haz esto!’, y lo hace”.
Al oír aquellas palabras, se admiró Jesús y dijo a los que lo seguían: “Yo les aseguro que en ningún israelita he hallado una fe tan grande.
Les aseguro que muchos vendrán de oriente y de occidente y se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob en el Reino de los cielos. En cambio, a los herederos del Reino los echarán fuera, a las tinieblas. Ahí será el llanto y la desesperación”.
Jesús le dijo al oficial romano:
“Vuelve a tu casa y que se te cumpla lo que has creído”. Y en aquel momento se curó el criado.
Al llegar Jesús a la casa de Pedro, vio a la suegra de éste en cama, con fiebre. Entonces la tomó de la mano y desapareció la fiebre. Ella se levantó y se puso a servirles.
Al atardecer le trajeron muchos endemoniados. El expulsó a los demonios con su palabra y curó a todos los enfermos. Así se cumplió lo dicho por el profeta Isaías: El hizo suyas nuestras debilidades y cargó con nuestros dolores.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
El encuentro de Jesús con el centurión romano genera en éste un acto de generosidad hacia su criado que estaba enfermo. Su petición no es para sí mismo, sino para su criado. Jesús, como es característico en él, quiere ir a ver al criado (acto de presencia), pero el centurión se niega a esta petición por creerse de que el Maestro entre en su casa. Con ello expresa el mayor acto de fe que Jesús haya visto en Israel: “Basta que digas una palabra y mi muchacho quedará sano”. La confianza puesta en Jesús por parte del centurión va más allá de los límites físicos. Reconoce en Jesús al Señor, al enviado por Dios para el bien de la humanidad. Jesús comunica una palabra de vida y esperanza al centurión: “Ve y que suceda como has creído”. Recordemos que el centurión es un pagano y además forma parte del Imperio que oprimía al pueblo de Jesús; pero Jesús no se niega ante la urgencia de este hombre. Nos damos cuenta aquí de la finalidad del Reino de Dios establecido por Jesús: La salvación-sanación-liberación de todo el mundo. El mensaje evangélico es para todos.

Oración sobre las Ofrendas
Al venerar la memoria de la Madre de tu Hijo, te rogamos, Señor, que la ofrenda que te presentamos nos transforme, por tu gracia, en oblación viva y continua.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio de Santa María Virgen II
La Iglesia alaba a Dios con las
palabras de María
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias y proclamar que eres admirable en la perfección de todos tus santos, y de un modo singular en la perfección de la Virgen María.
Por eso, al celebrarla hoy, queremos exaltar tu generosidad inspirados en su propio cántico, pues en verdad, has hecho maravillas por toda la tierra, y prolongaste tu misericordia de generación en generación, cuando, complacido en la humildad de tu sierva, nos diste por su medio al autor de la vida, Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor.
Por él, los ángeles y los arcángeles te adoran eternamente, gozosos en tu presencia. Permítenos unirnos a sus voces cantando tu alabanza:
Santo, Santo, Santo...

Antífona de la Comunión
Ha hecho en mí maravillas el todopoderoso, cuyo nombre es santo.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Ya que participamos de la redención eterna, te pedimos, Señor, que al venerar la memoria de la Madre de tu Hijo, nos gloriemos de la plenitud de tu gracia y sintamos los efectos de tu obra redentora.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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