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jueves, 23 de junio de 2011

Ordinario de la Misa: Solemnidad de la Natividad de San Juan Bautista.

Ordinario de la Misa: Solemnidad de la Natividad de San Juan Bautista.
Ciclo A. 24 de junio 2011
Solemnidad de la Natividad de san Juan Bautista
Misa del Día
Te doy gracias por tan grandes maravillas
Gracias, Padre, porque cuidas de tu pueblo
Antífona de Entrada
Vino un hombre enviado por Dios y su nombre era Juan. Vino para dar testimonio de la luz, y prepararle al Señor un pueblo dispuesto a recibirlo.
Se dice Gloria.
Oración Colecta
Oremos:
Dios nuestro, que enviaste a san Juan Bautista para prepararle a Cristo, el Señor, un pueblo dispuesto a recibirlo, alegra ahora a tu Iglesia con la abundancia de los dones del Espíritu y guíala por el camino de la salvación y de la paz.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura
Lectura del libro del profeta
Isaías (49, 1-6)
Escúchenme, islas; pueblos lejanos, atiéndanme. El Señor me llamó desde el vientre de mi madre; cuando aún estaba yo en el seno materno, él pronunció mi nombre.
Hizo de mi boca una espada filosa, me escondió en la sombra de su mano, me hizo flecha puntiaguda, me guardó en su aljaba y me dijo:
“Tú eres mi siervo, Israel; en ti manifestaré mi gloria”.
Entonces yo pensé: “En vano me he cansado, inútilmente he gastado mis fuerzas; en realidad mi causa estaba en manos del Señor, mi recompensa la tenía mi Dios”.
Ahora habla el Señor, el que me formó desde el seno materno, para que fuera su servidor, para hacer que Jacob volviera a él y congregar a Israel en torno suyo —tanto así me honró el Señor y mi Dios fue mi fuerza—. Ahora, pues, dice el Señor: “Es poco que seas mi siervo sólo para restablecer a las tribus de Jacob y reunir a los sobrevivientes de Israel; te voy a convertir en luz de las naciones, para que mi salvación llegue hasta los últimos rincones de la tierra”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 138
Te doy gracias, Señor,
porque me has formado
maravillosamente.
Tú me conoces, Señor, profundamente: tú conoces cuándo me siento y me levanto, desde lejos sabes mis pensamientos, tú observas mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares.
Te doy gracias, Señor,
porque me has formado
maravillosamente.
Tú formaste mis entrañas, me tejiste en el seno materno. Te doy gracias por tan grandes maravillas; soy un prodigio y tus obras son prodigiosas.
Te doy gracias, Señor,
porque me has formado
maravillosamente.
Conocías plenamente mi alma; no se te escondía mi organismo, cuando en lo oculto me iba formando y entretejiendo en lo profundo de la tierra.
Te doy gracias, Señor,
porque me has formado
maravillosamente.

Segunda Lectura
Lectura del libro de los Hechos
de los Apóstoles (13, 22-26)
En aquellos días, Pablo les dijo a los judíos: “Hermanos:
Dios les dio a nuestros padres como rey a David, de quien hizo esta alabanza: He hallado a David, hijo de Jesé, hombre según mi corazón, quien realizará todos mis designios.
Del linaje de David, conforme a la promesa, Dios hizo nacer para Israel un salvador: Jesús.
Juan preparó su venida, predicando a todo el pueblo de Israel un bautismo de penitencia, y hacia el final de su vida, Juan decía: ‘Yo no soy el que ustedes piensan. Después de mí viene uno a quien no merezco desatarle las sandalias’.
Hermanos míos, descendientes de Abraham, y cuantos temen a Dios: Este mensaje de salvación les ha sido enviado a ustedes”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (1, 57-66. 80)
Gloria a ti, Señor.
Por aquellos días, le llegó a Isabel la hora de dar a luz y tuvo un hijo. Cuando sus vecinos y parientes se enteraron de que el Señor le había manifestado tan grande misericordia, se regocijaron con ella.
A los ocho días fueron a circuncidar al niño y le querían poner Zacarías, como su padre; pero la madre se opuso, diciéndoles: “No. Su nombre será Juan”. Ellos le decían: “Pero si ninguno de tus parientes se llama así”.
Entonces le preguntaron por señas al padre cómo quería que se llamara el niño. El pidió una tablilla y escribió: “Juan es su nombre”. Todos se quedaron extrañados. En ese momento a Zacarías se le soltó la lengua, recobró el habla y empezó a bendecir a Dios.
Un sentimiento de temor se apoderó de los vecinos y en toda la región montañosa de Judea se comentaba este suceso.
Cuantos se enteraban de ello se preguntaban impresionados:
“¿Qué va a ser de este niño?”
Esto lo decían, porque realmente la mano de Dios estaba con él. El niño se iba desarrollando físicamente y su espíritu se iba fortaleciendo, y vivió en el desierto hasta el día en que se dio a conocer al pueblo de Israel.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
Hoy celebramos como Iglesia el nacimiento de Juan el Bautista, el hombre de quien Jesús diría: “No ha existido hombre más grande nacido de mujer que Juan”. Es el único santo al cual se le celebra la fiesta de su nacimiento. El llamado <último profeta del Antiguo Testamento> fue una persona radical, que realizó su ministerio (bautizar y llamar a la conversión de los pecados) en el río Jordán. Bautizó al Señor y lo presentó como “el Cordero de Dios”. Vestía con piel de camello y se alimentaba de frutas silvestres, raíces, langostas y miel silvestre. No tenía otro interés más que el de anunciar la venida inminente del Reino de Dios. Por la forma cómo predicaba, en un momento se pensó que él era el Cristo. Juan decía de sí mismo: “Yo soy la voz que grita en el desierto” (Jn 1,23). Fue esa voz de anuncio y denuncia la que lo llevó a la muerte. Estando en la cárcel, Juan criticó fuertemente la unión entre Herodes y Herodías. Esto le causó la decapitación hacia el año 35 d.C., aproximadamente.

Se dice Credo.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Oremos con confianza a Dios, que, con el nacimiento de Juan el Bautista, inauguró la etapa definitiva de la preparación de su pueblo, para recibir al Salvador y digamos:
Te rogamos, óyenos.
Por la Iglesia del nuevo milenio cristiano: para que, por la intercesión de San Juan Bautista, su presencia en el mundo sea un vivo anuncio de que el Reino de Dios está cerca y se manifiesta por la palabra, el compromiso y la adhesión a Jesucristo presente en la historia.
Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.
Por los sacerdotes y sus colaboradores: para que, fieles a su misión profética, como San Juan Bautista, hagan oír la voz del Evangelio allí donde el dolor, la opresión, la guerra, la miseria y el pecado sumergen al hombre en la desesperación y en el sinsentido de la vida.
Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.
Por los cristianos: para que con nuestra fidelidad cooperemos a la consolidación de la paz en la justicia, al respeto a la vida, a la extensión del mensaje liberador de Jesucristo y a la construcción de una Iglesia cada vez más comprometida.
Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.
Por los que han sido llamados al servicio del Reino de los cielos: para que sean para el mundo testigos de la luz salvadora de Dios.
Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.
Por los que sufren en el cuerpo o en el alma, por los que están siendo torturados: para que sus padecimientos les ayuden a acercarse más a Dios y Él los alivie y conforte.
Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.
Por nosotros: para que aprendamos a ser humildes y manifestemos a todos los hombres que el Reino de Dios está cerca de nosotros.
Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.

Celebrante:
Gracias, Padre, porque cuidas de tu pueblo y no dejas de enriquecerlo con profetas que dan su vida en el anuncio de tu buena noticia; escucha las oraciones que te hemos presentado en la solemnidad del nacimiento de San Juan Bautista, y por los méritos de su vida, unidos a los de tu Hijo, llévanos cada vez más cerca de Ti.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.

Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, este sacrificio que vamos a ofrecerte para celebrar el nacimiento de san Juan Bautista, quien anunció la venida de nuestro Salvador y señaló su presencia entre los hombres.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio propio
La misión de san Juan Bautista
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor. Ya que en la persona de su precursor, Juan el Bautista, podemos alabar tu magnificencia, que lo distinguió con particular honor entre todos
los hombres.
El fue, en su nacimiento, ocasión de gran júbilo y aun antes de nacer, saltó de gozo por la visita del Salvador. Sólo a él fue dado entre todos los profetas presentar al Cordero, Redentor del mundo. Bautizó con el agua, que habría de quedar santificada, al mismo autor del bautismo, por quien mereció dar el testimonio supremo de su sangre.
Por eso, unidos a los ángeles, te aclamamos llenos de alegría:
Santo, Santo, Santo...

Antífona de la Comunión
Por la misericordia entrañable de nuestro Dios, nos ha visitado la luz que nace de lo alto.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Señor, que la comunión que hemos recibido al celebrar el nacimiento del precursor de tu Hijo, renueve en nosotros el amor y la fidelidad a Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.

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