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miércoles, 27 de julio de 2011

Ordinario de la Misa: Jueves XVII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 28 de Julio, 2011

Ordinario de la Misa: Jueves XVII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 28 de Julio, 2011
Qué agradable, Señor, es tu morada
Feria de la 17a. semana del Tiempo Ordinario
Dios mío, ven en mi ayuda
Antífona de Entrada
Dios mío, ven en mi ayuda; Señor, date prisa en socorrerme. Tú eres mi auxilio y mi salvación; Señor, no tardes.
Oración Colecta
Oremos:
Señor, tú que eres nuestro creador y quien amorosamente dispone toda nuestra vida, renuévanos conforme a la imagen de tu Hijo y ayúdanos a conservar siempre tu gracia.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura
Lectura del libro del Exodo
(40, 16-21. 34-38)
En aquellos días, Moisés hizo todo lo que el Señor le había ordenado. El día primero del primer mes del año segundo, se construyó el santuario.
Moisés lo construyó: colocó los pedestales y los tableros, puso los travesaños y levantó las columnas. Después desplegó la tienda por encima del santuario y sobre ella puso, además, un toldo, como el Señor se lo había ordenado.
Colocó las tablas de la alianza en el arca; puso debajo de ella los travesaños y por encima la cubrió con el propiciatorio. Llevó entonces el arca al santuario y colgó delante de ella un velo para ocultarla, como el Señor se lo había ordenado.
Entonces la nube cubrió la tienda de la reunión y la gloria del Señor llenó el santuario. Moisés no podía entrar en la tienda de la reunión, pues la nube se había posado sobre ella y la gloria del Señor llenaba el santuario.
Y en todas las etapas, cuando la nube se quitaba de encima del santuario, los hijos de Israel levantaban el campamento, y cuando la nube no se quitaba, se quedaban en el mismo sitio. Durante el día la nube del Señor se posaba sobre el santuario y durante la noche había un fuego que podían ver todos los israelitas desde sus tiendas.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 83
Qué agradable, Señor,
es tu morada.
Anhelando los atrios del Señor se consume mi alma. Todo mi ser de gozo se estremece y el Dios vivo es la causa.
Qué agradable, Señor,
es tu morada.
Hasta el gorrión encuentra casa y la golondrina un lugar para su nido, cerca de tus altares, Señor de los ejércitos, Dios mío.
Qué agradable, Señor,
es tu morada.
Dichosos los que viven en tu casa, te alabarán para siempre; dichosos los que encuentran en ti su fuerza, pues caminarán cada vez con más vigor.
Qué agradable, Señor,
es tu morada.
Pues un día en tus atrios vale más que mil fuera de ellos, y yo prefiero el umbral de la casa de mi Dios, al lujoso palacio del perverso.
Qué agradable, Señor,
es tu morada.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Abre, Señor, nuestros corazones para que comprendamos las palabras de tu Hijo.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (13, 47-53)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: “El Reino de los cielos se parece también a la red que los pescadores echan en el mar y recoge toda clase de peces. Cuando se llena la red, los pescadores la sacan a la playa y se sientan a escoger los pescados; ponen los buenos en canastos y tiran los malos.
Lo mismo sucederá al final de los tiempos: vendrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los arrojarán al horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación.
¿Han entendido todo esto?”
Ellos le contestaron: “Sí”.
Entonces él les dijo: “Por eso, todo escriba instruido en las cosas del Reino de los cielos es semejante al padre de familia, que va sacando de su tesoro cosas nuevas y cosas antiguas”.
Y cuando acabó de decir estas parábolas, Jesús se marchó de allí.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
La parábola de la red es una evocación de lo que el reinado de Dios será en el futuro, cuando llegue la hora del juicio final. Así como la cizaña crece junto con el trigo hasta el día de la recolección, así también la red recoge del mar peces de toda clase y condición. Lo bueno y lo malo han de convivir en una tensión histórica que permita que lo bueno se fortalezca y lo malo tenga la posibilidad de la restauración y la redención. El Reino es un cuerpo mixto que está formado por miembros que asumen la esencia de la existencia: la constitutiva ambivalencia de la vida, tender hacia el bien o al mal. La criba final de quienes deben ser dignos de salvación ha de dejarse a Dios, dado que el Reino está abierto a todos. ¿Hemos entendido? La comprensión es una de las características principales del discipulado que es capaz de actualizar el mensaje de salvación y liberación en la historia. El mensaje del Reino tiene ahora precedencia sobre lo antiguo y le da un significado nuevo.

Oración sobre las Ofrendas
Santifica, Señor, estos dones y por medio del sacrificio de tu Hijo, transforma toda nuestra vida en una continua ofrenda.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio Común VII
Cristo, huésped y peregrino en
medio de nosotros.
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo darte gracias, Señor, Padre santo, Dios de la alianza y de la paz. Porque tú llamaste a Abraham y le mandaste salir de su tierra, para constituirlo padre de todas las naciones.
Tú suscitaste a Moisés para librar a tu pueblo y guiarlo a la tierra de promisión. Tú, en la etapa final de la historia, has enviado a tu Hijo, como huésped y peregrino en medio de nosotros, para redimirnos del pecado y de la muerte; y has derramado el Espíritu, para hacer de todas las naciones un solo pueblo nuevo, que tiene como meta, tu reino, como estado, la libertad de tus hijos, como ley, el precepto del amor.
Por estos dones de tu benevolencia, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos
con gozo el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...

Antífona de la Comunión
Nos has enviado, Señor, un pan del cielo que encierra en sí toda delicia y satisface todos los gustos.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Protege, Señor, continuamente a quienes renuevas y fortaleces con esta Eucaristía y hazlos dignos de alcanzar la salvación eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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