Ordinario de la Misa: Viernes XXXII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 11 de Noviembre, 2011
San Martín de Tours, Obispo
Memoria
Los cielos proclaman la gloria de Dios
Antífona de Entrada
Yo elegiré para mi pueblo un sacerdote fiel que obre según mi corazón y mis deseos, dice el Señor.
Oración Colecta
Oremos:
Dios nuestro, que hiciste resplandecer tu gloria en la vida y en la muerte de san Martín, obispo de Tours, renueva en nuestros corazones la fuerza de tu amor, para que ni la muerte ni la vida puedan separarnos de ti.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Lectura del libro de la
Sabiduría (13, 1-9)
Insensatos han sido todos los hombres que no han conocido a Dios y no han sido capaces de descubrir, a través de las cosas buenas que se ven a “Aquel-que-es” y que no han reconocido al artífice, fijándose en sus obras, sino que han considerado como dioses al fuego, al viento, al aire sutil, al cielo estrellado, al agua impetuosa o al sol y a la luna, que rigen el mundo.
Si fascinados por la belleza de las cosas, pensaron que éstos eran dioses, sepan cuánto las aventaja el Señor de todas ellas, pues fue el autor mismo
de la belleza quien las creó.
Y si fue su poder y actividad lo que los impresionó, deduzcan de ahí cuánto más poderoso es aquel que las hizo; pues reflexionando sobre la grandeza y hermosura de las creaturas se puede llegar a contemplar a su
creador.
Sin embargo, no son éstos tan dignos de reprensión, pues tal vez andan desorientados, buscando y queriendo encontrar a Dios. Como viven entre sus obras, se esfuerzan por conocerlas y se dejan fascinar por la belleza de las cosas que ven. Pero no por eso tienen excusa, pues si llegaron a ser tan sabios para investigar el universo, ¿cómo no llegaron a descubrir fácilmente a su creador?
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Salmo 18
Los cielos proclaman
la gloria de Dios.
Los cielos proclaman la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día comunica su mensaje al otro día y una noche se lo trasmite a la otra noche.
Los cielos proclaman
la gloria de Dios.
Sin que pronuncien una palabra, Sin que resuene su voz, a toda la tierra llega su sonido y su mensaje, hasta el fin del mundo.
Los cielos proclaman
la gloria de Dios.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Estén atentos y levanten la cabeza, porque se acerca la hora de su liberación, dice el Señor.
Aleluya.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (17, 26-37)
Gloria a ti, Señor.
En aquellos días, Jesús dijo a sus discípulos: “Lo que sucedió en el tiempo de Noé también sucederá en el tiempo del Hijo del hombre: comían y bebían, se casaban hombres y mujeres, hasta el día en que Noé entró en el arca; entonces vino el diluvio y
los hizo perecer a todos.
Lo mismo sucedió en el tiempo de Lot: comían y bebían, compraban y vendían, sembraban y construían, pero el día en que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y los hizo perecer a todos. Pues lo mismo sucederá el día en que el Hijo del hombre se manifieste.
Aquel día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en la casa, que no baje a recogerlas; y el que esté en el campo, que no mire hacia atrás. Acuérdense de la mujer de Lot. Quien intente conservar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará.
Yo les digo: aquella noche habrá dos en un mismo lecho: uno será tomado y el otro abandonado; habrá dos mujeres moliendo juntas: una será tomada y la otra abandonada”.
Entonces, los discípulos le dijeron: “¿Dónde sucederá eso, Señor?”
Y él les respondió:
“Donde hay un cadáver, se juntan los buitres”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
Se acercan los días del Hijo del Hombre: Su Apocalipsis (manifestación). No se habla ni de Parusía ni de Venida, sino de su manifestación en todos los momentos de la historia. Esta manifestación es inesperada, pero sucede en medio de las actividades de la vida cotidiana: comer, beber, casarse, comprar, vender, plantar y construir (vv. 26-30). Las exigencias, cuando llegue aquel Día, se concretan en no mirar atrás, ni aferrarse a la vida. La respuesta al “dónde” es ambigua y enigmática; es un dicho popular, no una metáfora. Se insinúa solamente la fuerza de atracción que tiene la manifestación. Los buitres son atraídos por el cuerpo muerto. Una de las teorías de más consenso es que Jesús aludiría aquí a Jerusalén, que era muy corrupta --como un cuerpo muerto-- y por eso atraía su propia destrucción.
Teniendo en cuenta las claves propuestas por el texto, consideremos si nuestras vidas son vidas al servicio de la manifestación de Jesús y su Reino. Hablamos aquí de cotidianeidad, ¿es acaso nuestra vida personal y comunitaria la rendija que deja ver el anticipo de la Gloria del Reino?
Oración sobre las Ofrendas
Santifica, Señor, los dones que te presentamos en esta festividad del obispo san Martín y concédenos que esta Eucaristía nos conduzca siempre hacia ti, a través de las alegrías y las penas de esta vida.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio de los santos
Pastores
Los santos pastores siguen
presentes en la Iglesia
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor.
Porque permites que tu Iglesia se alegre hoy con la festividad de san Martín de Tours, para animarnos con el ejemplo de su vida, instruirnos con su palabra y protegernos con su intercesión.
Por eso, con los ángeles y los santos, te cantamos el himno de alabanza, diciendo sin cesar:
Santo, Santo, Santo...
Antífona de la Comunión
Yo os aseguro que todo lo que hagáis a uno de estos hermanos míos insignificantes, a mí mismo me lo hacéis, dice el Señor.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Tú que nos has renovado con el sacramento de la unidad, ayúdanos, Señor, a cumplir tu voluntad en todo lo que hacemos, para que, a ejemplo de san Martín, disfrutemos la alegría de ser verdaderamente tuyos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
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