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lunes, 26 de diciembre de 2011

Evangelio del Martes Infraoctava de Navidad. Ciclo B. 27 de diciembre, 2011

Evangelio del Martes Infraoctava de Navidad. Ciclo B. 27 de diciembre, 2011
† Lectura del santo Evangelio según san Juan (20, 2-8)
Gloria a ti, Señor.

El primer día después del sábado, María Magdalena vino corriendo a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto”.
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró.
En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos.

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Comentario:
Hoy celebramos la fiesta de San Juan, Apóstol y evangelista. Hacemos memoria de un testigo de la resurrección, que nos invita a nosotros también a ser testigos, a creer y palpar la presencia de Cristo resucitado en la comunidad.
En el relato del evangelio observamos cómo la comunidad de creyentes tiene que pasar por un largo proceso para entender el misterio de la resurrección. Poco a poco, primero María Magdalena y luego un discípulo querido por Jesús, y más tarde Pedro y el resto del grupo, irán experimentando que están formando parte del plan de Dios, y que el haber creído en Cristo Jesús los comprometía de ahora en adelante a ser testigos de lo que aprendieron con él, hasta entregar sus vidas en razón de su fe.
A la comunidad cristiana no la preside la muerte. La preside la vida. Hoy, como ayer y siempre, estamos convocados a verificar que el sepulcro está vacío, que Jesús no está en el lugar de los muertos, porque Dios lo ha resucitado y con él a todos los que han creído. La vida es ahora el proyecto. El defenderla, cuidarla y provocarla nos configurará cada día más y mejor con el resucitado.

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