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lunes, 26 de diciembre de 2011

Ordinario de la Misa: Lunes Infraoctava de Navidad. Ciclo B. 26 de Diciembre, 2011

Ordinario de la Misa: Lunes Infraoctava de Navidad. Ciclo B. 26 de Diciembre, 2011
San Esteban, protomártir
Fiesta
¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
Antífona de Entrada
Las puertas del cielo se abrieron para san Esteban, el primero de los mártires, y por esto ha recibido el premio de la gloria.
Se dice Gloria.
Oración Colecta
Oremos:
Dios nuestro, que concediste a san Esteban, protomártir, fortaleza para orar por sus verdugos, haz que, a imitación suya, sepamos perdonar de corazón a cuantos nos hayan ofendido o causado algún mal.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura
Lectura del libro de los Hechos
de los Apóstoles (6, 8-10; 7, 54-59)
En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y de poder, realizaba grandes prodigios y señales entre la gente. Algunos judíos de la sinagoga llamada “de los Libertos”, procedentes de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no podían refutar la sabiduría inspirada con que hablaba. Al oír estas cosas, los miembros del sanedrín se enfurecieron y rechinaban los dientes de rabia contra él.
Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, miró al cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús, que estaba de pie a la derecha de Dios, y dijo: “Estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios”.
Entonces los miembros del sanedrín gritaron con fuerza, se taparon los oídos y todos a una se precipitaron sobre él. Lo sacaron fuera de la ciudad y empezaron a apedrearlo. Los falsos testigos depositaron sus mantos a los pies de un joven,
llamado Saulo.
Mientras lo apedreaban, Esteban repetía esta oración:
“Señor Jesús, recibe mi espíritu”.
Después se puso de rodillas y dijo con fuerte voz:
“Señor, no les tomes en cuenta este pecado”. Diciendo esto, se durmió en el Señor.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 30
En tus manos, Señor,
encomiendo mi espíritu.
Sé tú, Señor, mi fortaleza y mi refugio, la muralla que me salve. Tú, que eres mi fortaleza y mi defensa, por tu nombre, dirígeme y guíame.
En tus manos, Señor,
encomiendo mi espíritu.
En tus manos encomiendo mi espíritu y tú, mi Dios leal, me librarás. Tu misericordia me llenará de alegría, porque has visto las angustias de mi alma.
En tus manos, Señor,
encomiendo mi espíritu.
Líbrame de la mano de mis enemigos y de aquellos que me persiguen. Vuelve, Señor, tus ojos a tu siervo y sálvame por tu misericordia.
En tus manos, Señor,
encomiendo mi espíritu.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
¡Bendito el que viene en nombre del Señor! Que el Señor, nuestro Dios, nos ilumine.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (10, 17-22)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: “Cuídense de la gente, porque los llevarán a los tribunales, los azotarán en las sinagogas, los llevarán ante gobernadores y reyes por mi causa; así darán testimonio de mí ante ellos y ante los paganos. Pero, cuando los injurien, no se preocupen por lo que van a decir o por la forma de decirlo, porque, en ese momento se les inspirará lo que han de decir. Pues no serán ustedes los que hablen, sino el Espíritu de su Padre el que hablará por ustedes.
El hermano entregará a su hermano a la muerte, y el padre, a su hijo; los hijos se levantarán contra sus padres y los matarán; todos los odiarán a ustedes por mi causa, pero el que persevere hasta el fin se salvará”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Comentario:
Hoy en la Iglesia celebramos la memoria de Esteban, primer mártir de la fe. Su testimonio es una muestra de radicalidad y compromiso. Hoy encontramos una bonita oportunidad para preguntarnos: ¿Hasta dónde puede llegar nuestro compromiso de fe?
Dice la Palabra de Dios que Esteban, elegido para servir a las viudas de origen griego, entra en conflicto con otras personas de la sinagoga de los libertos. Él hace una exposición magistral de la historia de salvación que concluye en Jesús. Naturalmente, todo esto incomoda a sus opositores que se valen de mentiras para enjuiciarlo y posteriormente matarlo. La fe y el amor de Esteban son tan grandes que, aun ante los dolores de la muerte, es capaz de amar; y pide a Dios que no les tenga en cuenta ese pecado a los torturadores, a la vez que ve a Dios y a Jesús a su derecha. Ésa parece ser la suerte de los auténticos seguidores de Jesús - enfrentar mil adversidades con la fuerza y sabiduría que provienen del Espíritu Santo.
En el evangelio, también Jesús hace una advertencia a los discípulos a causa del proyecto de justicia que él propone. Les llevarán ante los tribunales (amenaza judicial), los azotarán en las sinagogas (castigo religioso) y los conducirán ante gobernadores y reyes (juicio político). Sin embargo, Jesús invita a depositar la confianza plena en Dios, pues será el Espíritu el que hablará por ellos y los asistirá en toda tribulación. La fuerza y el poder del Espíritu se pueden comprender como la gran experiencia y convicción que deben tener los auténticos seguidores de Jesús. Seguramente muchos de ellos se llenarán de miedo y negarán haber pertenecido a su proyecto; pero los que permanezcan fieles contarán con el favor de Dios.
Nuestra historia está llena de martirios. En todo el mundo hombres y mujeres se han dejado colmar por la fuerza de Dios y el amor a la humanidad, y han apostado sus vidas por la causa de la justicia, de la paz, del respeto a la madre tierra. A muchos de ellos, las estructuras de poder, las que dicen ser legítimas, les han quitado la vida para imponer sus propios intereses.

No se dice Credo.
Oración de los Fieles
Oremos:
Oremos a Dios en la fiesta de San Esteban, que al contemplar su gloria reconoció a Jesucristo a su derecha y dio su vida perdonando a los que se la quitaban. Digamos:
A tus manos, Señor,
encomiendo mi espíritu.
Porque quisiste hacerte hombre para revelarnos el amor que Dios nos tiene:
A tus manos, Señor,
encomiendo mi espíritu.
Porque Tú guías a la Iglesia y sostienes nuestra fe:
A tus manos, Señor,
encomiendo mi espíritu.
Porque nos has enriquecido con el testimonio de los que dieron su vida por Ti:
A tus manos, Señor,
encomiendo mi espíritu.
Porque eres la fortaleza de los que son perseguidos, el consuelo de los tristes y la causa de nuestra alegría y de nuestra esperanza:
A tus manos, Señor,
encomiendo mi espíritu.
Porque en tu misericordia perdonas los pecados de los difuntos y los acoges en tu Reino:
A tus manos, Señor,
encomiendo mi espíritu.
Porque nos permites alegrarnos en la fiesta de San Esteban y porque nos das como alimento el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, que nos fortalece en nuestro peregrinar hacia Ti:
A tus manos, Señor,
encomiendo mi espíritu.

Celebrante:
Escucha, Dios de misericordia, nuestras oraciones, acepta nuestra confianza en Ti y haz que, como San Esteban, permanezcamos firmes en tu amor y en la confesión de tu nombre en los nuevos tiempos del Tercer Milenio.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.

Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, el sacrificio de alabanza que vamos a ofrecerte en memoria del glorioso mártir san Esteban, y confírmanos en la fe que él atestiguó con su propia sangre.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio de Navidad II
Restauración universal por la
encarnación
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor.
El cual, en el misterio santo que hoy celebramos, se hizo presente entre nosotros sin dejar la gloria del Padre; siendo invisible en su naturaleza divina, se hizo visible al asumir la nuestra y, engendrado antes de todo tiempo, comenzó a existir en el tiempo para reintegrar en la unidad a la creación entera, reconstruyendo en su persona cuanto en el mundo yacía derrumbado y para llamar de nuevo al hombre caído al Reino de los cielos.
Por eso, unidos a los coros angélicos, te aclamamos, llenos de alegría:
Santo, Santo, Santo...

Antífona de la Comunión
Mientras lo apedreaban, Esteban oraba así: Señor Jesús, recibe mi espíritu.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que esta sagrada Eucaristía que hemos recibido, al celebrar hoy a san Esteban, el primero de tus mártires, nos llene, Señor, de alegría y de gratitud por el nacimiento de Cristo, nuestro salvador, que vive y reina por los siglos
de los siglos.
Amén.

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