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miércoles, 28 de diciembre de 2011

Ordinario de la Misa: Jueves Octava de Navidad. Ciclo B. 29 de Diciembre, 2011

Ordinario de la Misa: Jueves Octava de Navidad. Ciclo B. 29 de Diciembre, 2011
Cantemos la grandeza del Señor
Día V dentro de la Octava de Navidad; es permitida la conmemoración de santo Tomás Becket
Proclamemos su amor día tras día
Antífona de Entrada
Tanto amó Dios al mundo, que le dio a su hijo único, para que todo el que crea en él, no perezca, sino que tenga vida eterna.
Se dice Gloria.
Oración Colecta
Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, que con la venida de tu hijo, luz verdadera, has disipado las tinieblas del mundo, míranos con amor y ayúdanos a celebrar con cantos y alabanzas la gloria del nacimiento de tu Hijo, que vive y reina contigo.
Amén.

Primera Lectura
Lectura de la primera carta
del apóstol san Juan (2, 3-11)
Queridos hermanos: En esto tenemos una prueba de que conocemos a Dios, en que cumplimos sus mandamientos. El que dice: “Yo lo conozco”, pero no cumple sus mandamientos, es un mentiroso y la verdad no está en él. Pero en aquel que cumple su palabra, el amor de Dios ha llegado a su plenitud, y precisamente en esto conocemos que estamos unidos a él. El que afirma que permanece en Cristo debe de vivir como él vivió.
Hermanos míos, no les escribo un mandamiento nuevo, sino un mandamiento antiguo, que ustedes tenían desde el principio. Este mandamiento antiguo es la palabra que han escuchado, y sin embargo, es un mandamiento nuevo éste que les escribo; nuevo en él y en ustedes, porque las tinieblas pasan y la luz verdadera alumbra ya.
Quien afirma que está en la luz y odia a su hermano, está todavía en las tinieblas.
Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza. Pero quien odia a su hermano está en las tinieblas, camina en las tinieblas y no sabe a dónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 95
Cantemos la grandeza
del Señor.
Cantemos al Señor un nuevo canto, que le cante al Señor toda la tierra; cantemos al Señor y bendigámoslo.
Cantemos la grandeza
del Señor.
Proclamemos su amor día tras día, su grandeza anunciemos a los pueblos; de nación en nación, sus maravillas.
Cantemos la grandeza
del Señor.
Ha sido el Señor quien hizo el cielo; hay gran esplendor en su presencia y lleno de poder está su templo.
Cantemos la grandeza
del Señor.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Tú eres, Señor, la luz que alumbra a las naciones y la gloria de tu pueblo, Israel.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (2, 22-35)
Gloria a ti, Señor.
Transcurrido el tiempo de la purificación de María, según la ley de Moisés, ella y José llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley:
Todo primogénito varón será consagrado al Señor, y también para ofrecer, como dice la ley, un par de tórtolas o dos pichones.
Vivía en Jerusalén un hombre llamado Simeón, varón justo y temeroso de Dios, que aguardaba el consuelo de Israel; en él moraba el Espíritu Santo, el cual le había revelado que no moriría sin haber visto antes al Mesías del Señor.
Movido por el Espíritu, fue al templo, y cuando José y María entraban con el niño Jesús para cumplir con lo prescrito por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios, diciendo:
“Señor, ya puedes dejar morir en paz a tu siervo, según lo que me habías prometido, porque mis ojos han visto a tu Salvador, al que has preparado para bien de todos los pueblos, luz que alumbra a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel”.
El padre y la madre del niño estaban admirados de semejantes palabras. Simeón los bendijo, y a María, la madre de Jesús, le anunció:
“Este niño ha sido puesto para ruina y resurgimiento de muchos en Israel, como signo que provocará contradicción, para que queden al descubierto los pensamientos de todos los corazones. Y a ti, una espada te atravesará el alma”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Comentario:
Nos sentimos alegres por el nacimiento de Jesús en medio de nosotros; nuestros corazones han sido el mejor pesebre. Hoy es bueno asumir el compromiso pleno de ser cristianos, que no consiste solamente en alegrarnos con la venida del Hijo de Dios.
El canto de Simeón recoge con maestría la esperanza de los pobres, cansados ya de tanta opresión, pero con mucha confianza en el Dios de la liberación. Los padres de Jesús son cumplidores de la ley; por eso van a presentar a Jesús al templo. Sin embargo, el encuentro con este anciano Simeón es el encuentro con una historia popular de marginaciones, generadas desde todas las estructuras de poder. En Simeón es el pueblo entero el que canta, el que ve en Jesús la gran esperanza para derribar del trono a los poderosos y enaltecer a los humildes.
Pidamos a Dios que nos dé claridad para ver las manifestaciones de la liberación que viene de Dios; que estemos dispuestos a seguir el proyecto de Jesús hasta sus últimas consecuencias; que recreemos permanentemente el sentido de nuestro bautismo por el que somos discípulos y misioneros.

No se dice Credo.
Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, las ofrendas que te presentamos para esta Eucaristía, en la que se realiza un glorioso intercambio, a fin de que, al ofrecerte tus propios dones, podamos recibirte a ti mismo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio de Navidad II
Restauración universal por la
encarnación
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor.
El cual, en el misterio santo que hoy celebramos, se hizo presente entre nosotros sin dejar la gloria del Padre; siendo invisible en su naturaleza divina, se hizo visible al asumir la nuestra y, engendrado antes de todo tiempo, comenzó a existir en el tiempo para reintegrar en la unidad a la creación entera, reconstruyendo en su persona cuanto en el mundo yacía derrumbado y para llamar de nuevo al hombre caído al Reino de los cielos.
Por eso, unidos a los coros angélicos, te aclamamos, llenos de alegría:
Santo, Santo, Santo...

Antífona de la Comunión
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos ha visitado Cristo, el Sol que nace de lo alto.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Concédenos, Dios Todopoderoso que la gracia de estos sacramentos fortalezca cada día más nuestra vida cristiana.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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