HOMILIAS: DOMINGO SANTA MARIA MADRE DE DIOS. 1 DE ENERO 2012
1.- EDUCAR EN LA PAZ
Por José María Martín OSA
1. - Celebramos la maternidad divina de María, el comienzo del año civil y la Jornada Mundial de la Paz. El tema litúrgico principal y más antiguo es la celebración de "Santa María, Madre de Dios", pues estamos en ambiente navideño -octava de Navidad- y desde hace siglos honramos a María con su mejor título: Madre de Dios. "José y María se admiraban de lo que decían los pastores", dice el evangelio de Lucas. Una vez más se nos muestra la fe y la humildad de María y de José. El texto del evangelio termina con el relato de la circuncisión. Es un rito que expresa las raíces judías de Jesús, el entronque con las promesas de los profetas del Antiguo Testamento. Jesús nació bajo la Ley, pero vino a rescatar a los que estaban bajo la Ley, para convertirles en hijos de adopción. Todos hemos sido rescatados por Jesús, pues Él es nuestro hermano. La Carta a los Gálatas nos recuerda que podemos llamar a Dios "¡Abba!", Padre. Es la mejor noticia que podía recibir: Dios es Padre, que me quiere, me perdona, está pendiente de mí, me guía por el buen camino. ¿Por qué temer, si Dios me acompaña siempre? En una ocasión escuché de labios de un joven musulmán, recién convertido al cristianismo, que lo que más le había impresionado de la fe cristiana es el experimentar que Dios es Padre, el poder dirigirse a Dios con la confianza de un hijo querido. Creo que no nos damos cuenta de la grandeza y el gozo que produce esta gran noticia: saber que Dios es mi Padre. Eliminemos de nuestras creencias el temor o el miedo, pues no tiene sentido en aquél que cree en el Dios revelado por Jesús. El nombre que recibe el Niño-Dios indica cuál es su misión; en aquel tiempo no se le ponía el nombre por casualidad o porque le gustase mucho al padre. Jesús significa "Dios salva", es decir Dios está a favor nuestro. La religión del miedo no es cristiana, sólo es verdadera la religión del amor.
2.- Educar a los jóvenes en la justicia y la paz. Este es el mensaje del Papa Benedicto XVI para la Jornada Mundial de la Paz 2012. Es verdad que en el año que termina ha aumentado el sentimiento de frustración por la crisis que agobia a la sociedad, al mundo del trabajo y la economía; una crisis cuyas raíces son sobre todo culturales y antropológicas. Quiere presentar el Mensaje para la XLV Jornada Mundial de la Paz en una perspectiva educativa: «Educar a los jóvenes en la justicia y la paz», convencido de que ellos, con su entusiasmo y su impulso hacia los ideales, pueden ofrecer al mundo una nueva esperanza. El mensaje se dirige también a los padres, las familias y a todos los estamentos educativos y formativos, así como a los responsables en los distintos ámbitos de la vida religiosa, social, política, económica, cultural y de la comunicación. Prestar atención al mundo juvenil, saber escucharlo y valorarlo, no es sólo una oportunidad, sino un deber primario de toda la sociedad, para la construcción de un futuro de justicia y de paz. Hay que Educar en la libertad, la justicia y la paz. La libertad es un valor precioso, pero delicado; se la puede entender y usar mal. Para ejercer su libertad, el hombre debe superar por tanto el horizonte del relativismo y conocer la verdad sobre sí mismo y sobre el bien y el mal. El uso recto de la libertad es, pues, central en la promoción de la justicia y la paz, que requieren el respeto hacia uno mismo y hacia el otro, aunque se distancie de la propia forma de ser y vivir. De esa actitud brotan los elementos sin los cuales la paz y la justicia se quedan en palabras sin contenido: la confianza recíproca, la capacidad de entablar un diálogo constructivo, la posibilidad del perdón, que tantas veces se quisiera obtener pero que cuesta conceder, la caridad recíproca, la compasión hacia los más débiles, así como la disponibilidad para el sacrificio. Termina el mensaje con estas palabras: “La paz no es un bien ya logrado, sino una meta a la que todos debemos aspirar. Unamos nuestras fuerzas espirituales, morales y materiales para educar a los jóvenes en la justicia y la paz”.
3.- Este es un día para dar gracias a Dios y pedirle que nos ayude. Gracias por todo lo que hemos vivido en este año que terminamos, gracias por lo que viviremos en el año que comienza, 2012, gracias por todo lo nuevo que aparece en nuestra vida. Le pedimos a Dios que todos los buenos deseos que tenemos y que nos decimos en el Nuevo Año sepamos hacerlos realidad. Hacemos nuestro propósito de favorecer todo lo que ayude a que haya más felicidad para todos, amigos y desconocidos. Hacemos nuestros los deseos de la bendición de la lectura del libro de los Números: "Que el Señor te bendiga y te proteja, ilumine tu rostro y te conceda su favor; el Señor se fije en ti y te conceda la paz". Este es nuestro deseo: "Paz y bien para todos".
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2.- ESTRENAR, EN ESTE PRIMER DÍA DEL AÑO, UN CORAZÓN NUEVO
Por Gabriel González del Estal
1. El Señor tenga piedad y nos bendiga. Esta oración del salmo 66 es una buena oración para comenzar el año 2012. En el Antiguo Testamento “bendecir” es desear toda clase de bienes materiales y espirituales. No sólo en tiempos de crisis; todos los años, y todos los días, es bueno pedirle a Dios que tenga piedad de nosotros y nos bendiga. Cada día nos levantamos cargados de debilidad y de buenos propósitos. Sólo la piedad de Dios, su comprensión de Padre, puede asumir nuestra debilidad y fortalecer nuestros buenos propósitos de cada mañana. Cada día del año necesitamos echar fuera de nuestro corazón la inclinación al mal, la debilidad y el pecado, para poder llenarlo de un auténtico amor a Dios y de un siempre renovado amor al prójimo. Cada día del año necesitamos estrenar nuestro corazón. En este primer día del año 2012 debemos hacerlo con una especial fuerza interior y con una súplica humilde y sincera. Parece cierto que tendremos que vivir el año que comienza envueltos en las nieblas de la crisis económica y de las continuadas crisis de valores cristianos. Pero no nos asustemos demasiado, porque el ser humano siempre ha vivido, de una u otra manera, envuelto en alguna crisis. El vivir humano ya es, en sí mismo, un vivir en crisis. Por eso, necesitamos levantarnos cada día con un propósito renovado de vencer nuestras crisis. Para conseguirlo necesitamos la piedad de Dios, su amor y su misericordia. Nuestro corazón es un corazón frágil y quebradizo; intentemos estrenar cada mañana un corazón nuevo, moldeado por la mano amorosa de un Dios Padre y Madre. Sí, pidamos a Dios en este primer día del año 2012 que tenga piedad de nosotros y nos bendiga.
2. El Señor se fije en ti y te conceda la paz. Hoy, primer día del año 2012, celebramos también el Día Mundial de la Paz. La paz es el bien más necesario para una buena convivencia. La paz que pide Moisés a Dios para su pueblo, en esta lectura del libro de los Números, no era una paz pasiva, no era la paz de los cementerios; era una paz activa, una paz fruto de la concordia y de la justicia. Más de una vez se dice en la Biblia que la paz y la justicia se abrazan, se besan. Sin verdadera justicia no puede existir la paz. No podemos pedir a un pueblo, o a una persona, injustamente tratados, que quieran vivir en paz con quien les oprime o les maltrata. En este primer día del año debemos pedir por la paz; por la paz individual, por la paz familiar, por la paz entre todos los pueblos y todas las naciones de la tierra. El Papa, en su mensaje para este primer día del año 2012, ha señalado el lema: Educar a la juventud en la justicia y en la paz. El Papa insiste en que es necesario en el mundo de hoy “escuchar y potenciar el rol crucial de las nuevas generaciones en la realización del bien común y en la afirmación de que es posible un orden social justo y pacífico en el que los derechos fundamentales puedan ser expresados y realizados. Pidamos, pues, al Señor, que nos bendiga, ayudándonos a conseguir, en este año 2012, un orden social justo y pacífico, en el que se expresen y se realicen todos los derechos fundamentales de las personas.
3. Le pusieron por nombre Jesús. Jesús significa “Salvador” y, en el momento de la circuncisión, le pusieron este nombre porque “él salvaría a su pueblo de sus pecados” (Mt 1, 21). La Virgen María es, pues, madre de nuestro Salvador y, en cierto sentido, madre de cada uno de nosotros, porque, al perdonarnos los pecados por medio de su hijo, nos hizo hijos de Dios. María es la madre del Dios encarnado en la persona humana de Jesús de Nazaret y por eso la veneramos hoy con el título de Santa María Madre de Dios. Veneremos con especial devoción, en este primer día del año 2012, a Santa María Madre de Dios y madre nuestra.
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3.- DIOS “DICE BIEN” DE NOSOTROS
Por Pedro Juan Díaz
1.- ¡Qué mejor manera de empezar el año que con una bendición! Dios nos bendice. Dios “dice bien” de nosotros, que eso es lo que significa bendecir. Además, en el Antiguo Testamento, tiene también el significado de desear toda clase de bienes y dones, tanto materiales como espirituales. Así que estaremos de acuerdo en que necesitamos esa “bendición” de Dios para comenzar este año 2012 que se avecina difícil, por la crisis que aún nos sigue rondando.
2.- En este día primero del año, me gusta subrayar las palabras de bendición de la primera lectura, releerlas, meditarlas, compartirlas de nuevo con ustedes: “El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz”. Seguro que Dios hará todo esto con nosotros, lo importante será saber darnos cuenta, estar atentos a las bendiciones de Dios, a lo que Dios va a hacer con nosotros en este nuevo año.
3.- Y de nuevo es María la que nos enseña cómo hacerlo. Ella “conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón”. Ella no se perdió ni una de las bendiciones de Dios. Hoy la recordamos como la Madre de Dios, por ese SI al proyecto de Dios, hecho vida en Jesús. Hoy, ocho días después del nacimiento, el Niño es circuncidado, “y le pusieron por nombre Jesús”. Ese niño es su Hijo y todos nosotros también somos hijos en Él. Eso es lo que San Pablo nos recuerda en la segunda lectura. Jesús es el Hijo de Dios, María es la Madre de Dios, nosotros somos también hijos en el Hijo, hermanos unos de otros, hijos de un mismo Dios que es “Abba” (“papá”). Así nos trata Dios. Así nos quiere Dios. Así nos bendice Dios.
4.- También, en este primer día del año, la Iglesia nos invita a rezar por la paz en el mundo. Comenzamos un año nuevo reconociendo, en ese Niño que nos ha nacido, al príncipe de la paz. Desde hace 45 años la Iglesia viene celebrando en este primer día del año la Jornada Mundial de la Paz. Este año, dedicada a los jóvenes, y con el lema “Educar a los jóvenes para la justicia y para la paz”. A pesar de que los terroristas hayan dicho que no va a usar la violencia más, hay mucha otra violencia que aún tiene que ser eliminada. Violencia entre las personas, hacia la mujer, hacia el hombre. Violencia entre pueblos, guerras, odios, egoísmos, rencores… Es necesario seguir pidiendo por la paz. Es necesario educar a los más jóvenes en actitudes pacíficas. Es necesario que la paz comience en cada uno de nosotros. Que el Niño Dios que ha nacido nos traiga a todos la paz que necesitamos.
5.- Seamos como los pastores, que contemplan el pesebre y salen corriendo a contar lo que allí han visto y todo lo que les han dicho sobre ese niño. Allí está la familia al completo: José, María y el Niño. En ese pesebre humilde y cochambroso, aquella gente sencilla reconoce al Mesías esperado. Cuando Dios se acerca a nuestra vida y le dejamos entrar, la noticia no se puede callar, porque nos desborda. Y eso mismo les pasó a aquellos pastores.
Que la paz y el amor de Dios lleguen a todos los hogares, a todas las familias y a todos vosotros. Que Dios nos bendiga a todos y que Santa María nos proteja y nos enseñe a responder con fidelidad a su hijo Jesús. ¡Feliz año nuevo… en paz!
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