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miércoles, 28 de marzo de 2012
Evangelio del Jueves V Semana de Cuaresma. Ciclo B. 29 de Marzo, 2012
Evangelio del Jueves V Semana de Cuaresma. Ciclo B. 29 de Marzo, 2012
† Lectura del santo Evangelio según san Juan (8, 51-59)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: “Yo les aseguro:
el que es fiel a mis palabras no morirá para siempre”.
Los judíos le dijeron:
“Ahora ya no nos cabe duda de que estás endemoniado. Porque Abraham murió y los profetas también murieron, y tú dices:
‘El que es fiel a mis palabras no morirá para siempre’.
¿Acaso eres tú más que nuestro padre Abraham, el cual murió? Los profetas también murieron. ¿Quién pretendes ser tú?”
Contestó Jesús:
“Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, aquel de quien ustedes dicen: ‘Es nuestro Dios’, aunque no lo conocen. Yo, en cambio, sí lo conozco; y si dijera que no lo conozco, sería tan mentiroso como ustedes. Pero yo lo conozco y soy fiel a su palabra. Abraham, el padre de ustedes, se regocijaba con el pensamiento de verme; me vio y se alegró por ello”.
Los judíos le replicaron:
“No tienes ni cincuenta años,¿y has visto a Abraham?”
Les respondió Jesús:
“Yo les aseguro que desde antes que naciera Abraham, Yo Soy”.
Entonces recogieron piedras para arrojárselas, pero Jesús se ocultó y salió del templo.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
El conflicto de Jesús con sus adversarios va creciendo y se va agudizando. Los oyentes de Jesús no entienden su lenguaje. Son dos niveles de lenguaje que no encuentran coincidencia. Jesús habla con un lenguaje profundo, simbólico, trascedente. Sus adversarios se mueven en el nivel del lenguaje convencional, formal, superficial. Por eso es imposible que se puedan entender. También nosotros podemos caer en el error de quedarnos en lo superficial y convencional y no abrir la mente y el corazón al lenguaje profundo, existencial y sobrenatural de Jesús. Se trata de reconocer que Jesús no es un líder más en la historia, sino la figura visible del mismo Dios Padre. Por tanto, para comprenderlo tenemos que contemplarlo como el rostro de Dios que se nos revela para abrirnos el camino hacia la plenitud de la vida, de la paz y la comunión con él. De alguna manera, nosotros también esta mos llamados a vivir esa profunda experiencia de comunión vital con Dios para mostrar su rostro a la humanidad. La misión evangelizadora, por lo tanto, no consiste en elaborar y pronunciar discursos acerca de Dios, sino de mostrar en las actitudes humanas la acción salvífica, liberadora de Dios.
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