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viernes, 30 de marzo de 2012

Ordinario de la Misa: Domingo de Ramos. Ciclo B. 01 de Abril, 2012

Ordinario de la Misa: Domingo de Ramos. Ciclo B. 01 de Abril, 2012 Domingo de Ramos Señor, auxilio mío, ven y líbrame Velen y oren, dice el Señor Fieles del Señor, alábenlo ¿Eres tú el Mesías? No conozco a ese hombre del que hablan Dios mío, Dios mío “De veras este hombre era hijo de Dios” La misa Oración Colecta Oremos: Dios todopoderoso y eterno, que has querido entregarnos como ejemplo de humildad a Cristo, nuestro salvador, hecho hombre y clavado en una cruz, concédenos vivir según las enseñanzas de su pasión, para participar con él, un día, de su gloriosa resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo… Amén. Primera Lectura Lectura del libro del profeta Isaías (50, 4-7) En aquel entonces, dijo Isaías: “El Señor me ha dado una lengua experta, para que pueda confortar al abatido con palabras de aliento. Mañana tras mañana, el Señor despierta mi oído, para que escuche yo, como discípulo. El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras y yo no he opuesto resistencia ni me he echado para atrás. Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tiraban de la barba. No aparté mi rostro de los insultos y salivazos. Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido, por eso endureció mi rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado”. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor. Salmo Responsorial Salmo 21 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Todos los que me ven, de mí se burlan; me hacen gestos y dicen: “Confiaba en el Señor, pues que él lo salve; si de veras lo ama, que lo libre”. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Los malvados me cercan por doquiera como rabiosos perros. Mis manos y mis pies han taladrado y se pueden contar todos mis huesos. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Reparten entre sí mis vestiduras y se juegan mi túnica a los dados. Señor, auxilio mío, ven y ayúdame, no te quedes de mí tan alejado. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré. Fieles del Señor, alábenlo; glorifícalo, linaje de Jacob; témelo, estirpe de Israel. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Segunda Lectura Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (2, 6-11) Cristo, siendo Dios, no consideró que debía aferrarse a las prerrogativas de su condición divina, sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de siervo, y se hizo semejante a los hombres. Así, hecho uno de ellos, se humilló a sí mismo y por obediencia aceptó incluso la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que, al nombre de Jesús, todos doblen la rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y todos reconozcan públicamente que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor. Aclamación antes del Evangelio Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Cristo se humilló por nosotros y por obediencia aceptó incluso la muerte y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre. Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Evangelio † Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos (14, 1—15, 47) Andaban buscando apresar a Jesús a traición y darle muerte C. Faltaban dos días para la fiesta de Pascua y de los panes Azimos. Los sumos sacerdotes y los escribas andaban buscando una manera de apresar a Jesús a traición y darle muerte, pero decían: S. “No durante las fiestas, porque el pueblo podría amotinarse”. Se ha adelantado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura C. Estando Jesús sentado a la mesa, en casa de Simón el leproso, en Betania, llegó una mujer con un frasco de perfume muy caro, de nardo puro; quebró el frasco y derramó el perfume en la cabeza de Jesús. Algunos comentaron indignados: S. “¿A qué viene este derroche de perfume? Podía haberse vendido por más de trescientos denarios para dárselos a los pobres”. C. Y criticaban a la mujer; pero Jesús replicó: †.“Déjenla. ¿Por qué la molestan? Lo que ha hecho conmigo está bien, porque a los pobres los tienen siempre con ustedes y pueden socorrerlos cuando quieran; pero a mí no me tendrán siempre. Ella ha hecho lo que podía. Se ha adelantado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura. Yo les aseguro que en cualquier parte del mundo donde se predique el Evangelio, se recordará también en su honor lo que ella ha hecho conmigo”. Le prometieron dinero a Judas Iscariote C. Judas Iscariote, uno de los Doce, se presentó a los sumos sacerdotes para entregarles a Jesús. Al oírlo, se alegraron y le prometieron dinero; y él andaba buscando una buena ocasión para entregarlo. ¿Dónde está la habitación donde voy a comer la Pascua con mis discípulos? C. El primer día de la fiesta de los panes Azimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le preguntaron a Jesús sus discípulos: S. “¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?” C. El les dijo a dos de ellos: †. “Vayan a la ciudad. Encontrarán a un hombre que lleva un cántaro de agua; síganlo y díganle al dueño de la casa en donde entre: ‘ El Maestro manda preguntar: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?’ El les enseñará una sala en el segundo piso, arreglada con divanes. Prepárennos allí la cena”. C. Los discípulos se fueron, llegaron a la ciudad, encontraron lo que Jesús les había dicho y prepararon la cena de Pascua. Uno de ustedes, que está comiendo conmigo, me va a entregar C. Al atardecer, llegó Jesús con los Doce. Estando a la mesa, cenando les dijo: †. “Yo les aseguro que uno de ustedes, uno que está comiendo conmigo, me va a entregar”. C. Ellos, consternados, empezaron a preguntarle uno tras otro: S. “¿Soy yo?” C. El respondió: †. “Uno de los Doce; alguien que moja su pan en el mismo plato que yo. El Hijo del hombre va a morir, como está escrito: pero, ¡ay de aquel que va entregar al Hijo del hombre! ¡Más le valiera no haber nacido!” Esto es mi cuerpo. Esta es mi sangre, sangre de la nueva alianza C. Mientras cenaban, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partio y se lo dio a sus discípulos, diciendo: †. “Tomen: esto es mi cuerpo”. C. Y tomando en sus manos una copa de vino, pronunció la acción de gracias, se la dio, todos bebieron y les dijo: †. “Esta es mi sangre, sangre de la alianza, que se derrama por todos. Yo les aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios”. Antes de que el gallo cante do veces, tú me habrás negado tres C. Después de cantar el himno, salieron hacia el monte de los Olivos y Jesús les dijo: †. “Todos ustedes se van a escandalizar por mi causa, como está escrito: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas; pero cuando resucite iré por delante de ustedes a Galilea”. C. Pedro replicó: S. “Aunque todos se escandalicen, yo no”. C. Jesús le contestó: †. “¨Yo te aseguro que hoy, esta misma noche, antes de que el gallo cante dos veces, tú me negarás tres”. C. Pero él insistía: S. “Aunque tenga que morir contigo, no te negaré”. C. Y los demás decían lo mismo. Empezó a sentir terror y angustia C. Fueron luego a un huerto, llamado Getsemaní, y Jesús dijo a sus discípulos: †. “Siéntense aquí mientras hago oración”. C. Se llevo a Pedro, a Santiago y a Juan; empezó a sentir terror y angustia, y les dijo: †. “Tengo el alma llena de una tristeza mortal. Quédense aquí, velando”. C. Se adelantó un poco, se postró en tierra y pedía que, si era posible, se alejara de él aquella hora. Decía: †. “Padre, tú lo puedes todo: aparta de mí este cáliz. Pero que no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres”. C. Volvió a donde estaban los discípulos, y al encontrarlos dormidos, dijo a Pedro: †. “Simón, ¿estás dormido? ¿No has podido velar ni una hora ? Velen y oren, para que no caigan en la tentación. El espíritu está pronto, pero la carne es débil”. C. De nuevo se retiró y se puso a orar, repitiendo las mismas palabras. Volvió y otra vez los encontró dormidos, porque tenían los ojos cargados de sueño; por eso no sabían qué contestarle. El les dijo: †. “Ya pueden dormir y descansar. ¡Basta! Ha llegado la hora. Miren que el hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levántense! ¡Vamos! Ya está cerca el traidor”. Deténganlo y llévenlo bien sujeto C. Todavía estaba hablando, cuando se presentó Judas, uno de los Doce, y con él, gente con espadas y palos, enviada por los sacerdotes, los escribas y los ancianos. El traidor les había dado una contraseña, diciéndoles: S. “Al que yo bese, ése es. Deténgalo y llévenselo bien sujeto”. C. Llegó se acercó y le dijo: S. “Maestro”. C. Y lo besó. Ellos le echaron mano y lo apresaron. Pero uno de los presentes desenvainó la espada y de un golpe le cortó la oreja a un criado del sumo sacerdote. Jesús tomó la palabra y les dijo: †. “¿Salieron ustedes a apresarme con espadas y palos, como si se tratara de un bandido? Todos los días he estado entre ustedes, enseñando en el templo y no me han apresado. Pero así tenía que ser para que se cumplieran las Escrituras”. C. Todos lo abandonaron y huyeron. Lo iba siguiendo un muchacho, envuelto nada más con una sábana, y lo detuvieron; pero él soltó la sábana y se les escapó desnudo. ¿Eres tú el Mesías, el hijo de Dios bendito? C. Condujeron a Jesús a casa del sumo sacerdote y se reunieron todos los pontífices, los escribas y los ancianos. Pedro lo fue siguiendo de lejos, hasta el interior del patio del sumo sacerdote y se sentó con los criados, cerca de la lumbre, para calentarse. Los sumos sacerdotes y el sanedrín en pleno buscaban una acusación contra Jesús para condenarlo a muerte y no la encontraban. Pues, aunque muchos presentaban falsas acusaciones contra él, los testimonios no concordaban. Hubo unos que se pusieron de pie y dijeron: S. “Nosotros lo hemos oído decir: ‘Yo destruiré este templo, edificado por hombres, y en tres días construiré otro, no edificado por hombres’ ”. C. Pero ni aun en esto concordaba su testimonio. Entonces el sumo sacerdote se puso de pie y le preguntó a Jesús: S. “¿No tienes nada que responder a todas esas acusaciones?”. C. Pero él no le respondió nada. El sumo sacerdote le volvió a preguntar: S. “¿Eres tú el Mesías y el Hijo de Dios bendito?”. C. Jesús contestó: †. “Si lo soy. Y un día verán cómo el Hijo del hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y cómo viene entre las nubes del cielo”. C. El sumo sacerdote se rasgó las vestiduras exclamando: S. “¿Qué falta hacen ya más testigos? Ustedes mismos han oído la blasfemia. ¿Qué les parece?”. C. Y todos lo declararon reo de muerte. Algunos se pusieron a escupirle, y tapándole la cara, lo abofeteaban y le decían: S. “Adivina quien fue”, C. y los criados también le daban de bofetadas. No conozco a ese hombre del que ustedes hablan C. Mientras tanto, Pedro estaba abajo, en el patio. Llego una criada del sumo sacerdote, y al ver a Pedro calentándose, lo miro fijamente y le dijo: S. “Tú también andabas con Jesús Nazareno”. C. El lo negó, diciendo: S. “Ni sé ni entiendo lo que quieres decir”. C. Salió afuera hacia el zaguán, y un gallo cantó. La criada, al verlo, se puso de nuevo a decir a los presentes: S. “Ese es uno de ellos”. C. Pero él lo volvió a negar. Al poco rato también los presentes dijeron a Pedro: S. “Claro que eres uno de ellos, pues eres galileo”. C. Pero él se puso a echar maldiciones y a jurar: S. “No conozco a ese hombre del que hablan”. C. En seguida cantó el gallo por segunda vez. Pedro se acordó entonces de las palabras que le había dicho Jesús: ‘Antes de que el gallo cante dos veces, tú me habrás negado tres’,y rompió a llorar. ¿Quieren que les suelte al rey de los judíos? C. Luego que amaneció, se reunieron los sumos sacerdotes con los ancianos, los escribas y el sanedrín en pleno, para deliberar. Ataron a Jesús, se lo llevaron y lo entregaron a Pilato.Este le preguntó: S. “¿Eres tú el rey de los judíos?” C. El respondió: †. “Sí lo soy”. C. Los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Pilato le pregunto de nuevo: S. “¿No contestas nada?. Mira de cuántas cosas te acusan”. C. Jesús ya no le contestó nada, de modo que Pilato estaba muy extrañado. Durante la fiesta de Pascua, Pilato solía soltarles al preso que ellos pidieran. Estaba entonces en la cárcel un tal Barrabás, con los revoltosos que habían cometido un homicidio en un motín.Vino la gente y empezó a pedir el indulto de costumbre. Pilato les dijo: S. “¿Quieren que les suelte al rey de los judíos?” C. Porque sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes incitaron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás. Pilato les volvió a preguntar: S. “¿Y qué voy a hacer con el que llaman rey de los judíos?” C. Ellos gritaron: S. “¡Crucifícalo!” C. Pilato les dijo: S. “Pues, ¿qué mal ha hecho?” C. Ellos gritaron más fuerte: S. “¡Crucifícalo!” C. Pilato, queriendo dar gusto a la multitud, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de mandarlo azotar, lo entregó para que lo crucificaran. Le pusieron una corona de espinas. C. Los soldados se lo llevaron al interior del palacio, al pretorio, y reunieron a todo el batallón. Lo vistieron con un manto de color púrpura, le pusieron una corona de espinas que habían trenzado, y comenzaron a burlarse de él dirigiéndole este saludo: S. “¡Viva el rey de los Judíos!” C. Le golpeaban la cabeza con una caña, le escupían y doblando las rodillas, se postraban ante él. Terminadas las burlas, le quitaron aquel manto de color púrpura, le pusieron su ropa y lo sacaron para crucificarlo. Llevaron a Jesús al Gólgota C. Entonces forzaron a cargar la cruz a un individuo que pasaba por ahí de regreso del campo, Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, y llevaron a Jesús al Gólgota (que quiere decir “lugar de la Calavera”). Le ofrecieron vino con mirra, pero él no lo aceptó. Lo crucificaron y se repartieron sus ropas, echando suertes para ver qué le tocaba a cada uno. Fue contado entre los malhechores C. Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: “El rey de los judíos”. Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Así se cumplió la escritura que dice: Fue contado entre los malhechores. Ha salvado a otros y a sí mismo no se puede salvar C. Los que pasaban por ahí lo injuriaban meneando la cabeza y gritándole: S. “¡Anda! Tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo y baja de la cruz”. C. Los sumos sacerdotes se burlaban también de él y le decían: S. “Ha salvado a otros, pero a sí mismo no se puede salvar. Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos”. C. Hasta los que estaban crucificados con él también lo insultaban. Y dando un fuerte grito,Jesús expiró C. Al llegar el mediodía, toda aquella tierra se quedó en tinieblas hasta las tres de la tarde. Y a las tres, Jesús gritó con voz potente: †. “Eloí, Eloí, ¿lemá sabactaní?” C. (que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?). Algunos de los presentes, al oírlo, decían: S. “Miren, está llamando a Elías” C. Uno corrió a empapar una esponja en vinagre, la sujetó a un carrizo y se la acercó para que bebiera, diciendo: S. “Vamos a ver si viene Elías a bajarlo”. C. Pero Jesús dando un fuerte grito, expiró. Aquí todos se arrodillan y guardan silencio por unos instantes. C. Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba a abajo. El oficial romano que estaba frente a Jesús, al ver cómo había expirado, dijo: S. “De veras este hombre era Hijo de Dios”. C. Había también ahí unas mujeres que estaban mirando todo desde lejos; entre ellas, María Magdalena, María (la madre de Santiago el menor de José) y Salomé, que cuando Jesús estaba en Galilea, lo seguían para atenderlo; y además de ellas, otras muchas que habían venido con él a Jerusalén. José tapó con una piedra la entrada del sepulcro C. Al anochecer, como era el día de la preparación, víspera del sábado, vino José de Arimatea, miembro distinguido del sanedrín, que también esperaba el Reino de Dios. Se presentó con valor ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato se extraño de que ya hubiera muerto, y llamando al oficial, le preguntó si ya hacía mucho tiempo que había muerto. Informado por el oficial, concedió el cadáver a José. Este compró una sábana, bajó el cadáver, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro excavado en una roca y tapó con una piedra la entrada del sepulcro. María Magdalena y María, la madre de José, se fijaron en dónde lo ponían. Palabra del Señor. Gloria a ti, señor Jesús. Comentario: - EL SIERVO DE DIOS SE ENTREGA POR TODOS Las lecturas nos centran en el modelo del camino pascual, Cristo Jesús, que va a pasar, a través de la muerte, a la nueva vida: el Siervo de Yahvé, solidario con sus hermanos, que se entrega hasta la muerte, y así salva a toda la comunidad. La 1a lectura nos hace escuchar el tercer canto del Siervo de Yahvé. Sin detenernos mucho en la exégesis de este poema, debemos hacer ver las actitudes del Siervo que anuncia Isaías y que cumple perfectamente Jesús: las dificultades, persecución, golpes e insultos que encontrará en su camino, y su confianza en Dios, que le permite ser fiel hasta el final. Para que aprendamos también nosotros y tengamos ánimos: "Ofrecí la espalda a los que me golpeaban... para saber decir al abatido una palabra de aliento". En la 2a lectura, san Pablo nos presenta con otro "himno" cómo Cristo ha bajado, en su solidaridad con nosotros, hasta la renuncia total y la humillación de la muerte (movimiento descendente), pero ha sido elevado por el Padre hasta la gloria (movimiento ascendente). Pascua significa eso: el "paso" por la muerte a la vida. Pablo nos lo dice para animarnos a que nuestro programa de vida sea el mismo que el de Jesús. El evangelio de Mateo es la cumbre del mensaje de hoy: la comunidad escucha una vez más, desde la fe y la admiración, el camino que ha seguido Jesús a la cruz y a la resurrección. Un camino serio, solidario, prototipo de todo el dolor de la humanidad y también del estilo con que Dios ha asumido nuestro mal y nos ha querido salvar por el perdón y el amor. Volveremos a escuchar la Pasión -esta vez según Juan-, el Viernes, el primer día del Triduo Pascual. - ACOMPAÑAR A CRISTO EN SU PASCUA Las tres lecturas nos muestran la seriedad del dolor de Cristo, y de su aceptación de la cruz. El salmo nos ha hecho decir juntamente con él: "Dios mío, ¿por qué me has abandonado?", expresión dramática de la soledad y del dolor de un moribundo que se siente olvidado incluso por Dios. Cristo se ha solidarizado con nuestra condición humana hasta la profundidad de la misma muerte. Pero en las tres hay también un tono de esperanza. El Siervo se siente apoyado por Dios: "Mi Señor me ayudaba... y sé que no quedaré avergonzado". En el poema de Pablo se asegura: "Dios lo levantó sobre todo...". La pasión que leemos tendrá su complemento en la gozosa proclamación del evangelio en la Vigilia Pascual, en la noche del 3 al 4 de abril. Tres aclamaciones marcan esta semana: desde el "hosanna" de hoy, pasando por el "crucifícale", hasta el gozoso "aleluya, ha resucitado" de la noche pascual. Tres palabras que retratan el camino de Jesús y que nos dan ánimos a nosotros para el nuestro. Acompañar a Cristo en su Semana Santa supone los dos aspectos: la muerte y la resurrección, el dolor y la alegría, la entrega y el premio. Somos invitados, desde hoy, no sólo a meditar y orar este misterio de la Pascua, sino a vivirla en nuestra existencia, aceptando con fidelidad lo que pueda comportarnos de esfuerzo el ser cristianos y alimentando una confianza absoluta en el Dios que es Padre lleno de amor, y cuyo última palabra no es la muerte, sino la vida, como en Jesús. Si le acompañamos a la cruz, también seremos partícipes de su nueva vida de Resucitado. Se dice Credo. Oración de los Fieles Celebrante: Acudamos a Jesús, nuestro Rey y Mesías, nuestro único Salvador, y sabiendo que sube a Jerusalén para consumar nuestra liberación definitiva, salgamos a su paso diciendo: Bendito el que viene en nombre del Señor. Porque das a tu Iglesia el privilegio de vivir y contemplar los misterios de tu amor: Bendito el que viene en nombre del Señor. Porque, consumando a tu obra redentora, borraste los pecados del mundo: Bendito el que viene en nombre del Señor. Porque haciéndote hombre, hiciste de nuestra historia una historia de salvación universal: Bendito el que viene en nombre del Señor. Porque fuiste capaz de padecer hasta el extremo y de aceptar con confianza la voluntad de Dios, tu Padre: Bendito el que viene en nombre del Señor. Porque visitas a los agonizantes, das la vida eterna a los difuntos, y nos regalas el don de la esperanza que no falla: Bendito el que viene en nombre del Señor. Porque nos permites acompañarte en tu sacrificio, en tu banquete y en tu victoria pascual: Bendito el que viene en nombre del Señor. Celebrante: Adéntranos, Señor, en el misterio de tu amor, haz que te descubramos presente en nuestras vidas como el enviado de Dios, y escucha nuestras oraciones de alabanza, súplica y acción de gracias. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. Oración sobre las Ofrendas Que la pasión de tu Hijo, actualizada en este santo sacrificio que vamos a ofrecerte, nos alcance, Señor, de tu misericordia, el perdón que no podemos merecer por nuestras obras. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. Prefacio propio La Pasión del Señor El Señor esté con ustedes. Y con tu espíritu. Levantemos el corazón. Lo tenemos levantado hacia el Señor. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. Es justo y necesario En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor. El cuál siendo inocente, se dignó padecer por los pecadores y fue injustamente condenado por salvar a los culpables; con su muerte borró nuestros delitos y, resucitando, conquistó nuestra justificación. Por eso, te alabamos con todos los ángeles y te aclamamos con voces de júbilo, diciendo: Santo, Santo, Santo… Antífona de la Comunión Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad. Oración después de la Comunión Oremos: Tú que nos has alimentado con esta Eucaristía, y por medio de la muerte de tu Hijo nos das la esperanza de alcanzar lo que la fe nos promete, concédenos, Señor, llegar, por medio de su resurrección, a la meta de nuestras esperanzas. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

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