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jueves, 29 de marzo de 2012
Ordinario de la Misa: Viernes V Semana de Cuaresma. Ciclo B. 30 de Marzo, 2012
Ordinario de la Misa: Viernes V Semana de Cuaresma. Ciclo B. 30 de Marzo, 2012
Quinto Viernes de Cuaresma
Señor, tú eres mi fuerza y mi refugio
Antífona de Entrada
Ten piedad de mí, Señor, porque estoy en peligro, líbrame de los enemigos que me persiguen; Señor, que no me decepcione yo de haberte invocado.
Oración Colecta
Oremos:
Perdona, Señor, nuestras culpas y que tu amor y tu bondad nos libren del poder del pecado, al que nos ha sometido nuestra debilidad.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Lectura del libro del profeta
Jeremías (20, 10-13)
En aquel tiempo, dijo Jeremías:
“Yo oía el cuchicheo de la gente que decía: ‘Denunciemos a Jeremías, denunciemos al profeta del terror’. Todos los que eran mis amigos espiaban mis pasos, esperaban que tropezara y me cayera, diciendo:
‘Si se tropieza y se cae, lo venceremos y podremos vengarnos de él’.
Pero el Señor, guerrero poderoso, está a mi lado; por eso mis perseguidores caerán por tierra y no podrán conmigo; quedarán avergonzados de su fracaso y su ignominia será eterna e inolvidable.
Señor de los ejércitos, que pones a prueba al justo y conoces lo más profundo de los corazones, haz que yo vea tu venganza contra ellos, porque a ti he encomendado mi causa.
Canten y alaben al Señor, porque él ha salvado la vida de su pobre de la mano de los malvados”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Salmo 17
Sálvame, Señor, en el peligro.
Yo te amo, Señor, tú eres mi fuerza, el Dios que me protege y me libera.
Sálvame, Señor, en el peligro.
Tú eres mi refugio, mi salvación, mi escudo, mi castillo. Cuando invoqué al Señor de mi esperanza, al punto me libró de mi enemigo.
Sálvame, Señor, en el peligro.
Olas mortales me cercaban, torrentes destructores me envolvían; me alcanzaban las redes del abismo y me ataban los lazos de la muerte.
Sálvame, Señor, en el peligro.
En el peligro invoqué al Señor, en mi angustia le grité a mi Dios; desde su templo, él escuchó mi voz y mi grito llegó a sus oídos.
Sálvame, Señor, en el peligro.
Aclamación antes del Evangelio
Honor y gloria a ti,
Señor Jesús.
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida. Tú tienes palabras de vida eterna.
Honor y gloria a ti,
Señor Jesús.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Juan (10, 31-42)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar, los judíos cogieron piedras para apedrearlo. Jesús les dijo:
“He realizado ante ustedes muchas obras buenas de parte del Padre, ¿por cuál de ellas me quieren apedrear?”
Le contestaron los judíos:
“No te queremos apedrear por ninguna obra buena, sino por blasfemo, porque tú, no siendo más que un hombre,pretendes ser Dios”.
Jesús les replicó:
“¿No está escrito en su ley: Yo les he dicho:Ustedes son dioses?
Ahora bien, si ahí se llama dioses a quienes fue dirigida la palabra de Dios (y la Escritura no puede equivocarse), ¿cómo es que a mí, a quien el Padre consagró y envió al mundo, me llaman blasfemo porque he dicho: ‘Soy Hijo de Dios’? Si no hago las obras de mi Padre, no me crean. Pero si las hago, aunque no me crean a mí, crean a las obras, para que puedan comprender que el Padre está en mí y yo en el Padre”.
Trataron entonces de apoderarse de él, pero se les escapó de las manos.
Luego regresó Jesús al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había bautizado
en un principio y se quedó allí.
Muchos acudieron a él y decían:
“Juan no hizo ninguna señal prodigiosa; pero todo lo que Juan decía de éste, era verdad”. Y muchos creyeron en él allí.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
Los adversarios ya no soportan las palabras de Jesús y lo quieren eliminar. Ante la pregunta de Jesús por la razón de su ofuscación ellos le dicen que es por blasfemia, pues se considera él, poco más o menos, igual a Dios. No alcanzan a comprender que un hombre humilde, campesino, sencillo, pero con autoridad y coherencia de vida sea el rostro visible de Dios y que su palabra interpelante y desestabilizadora sea palabra de Dios. Por eso lo quieren eliminar. Lo mismo ha pasado con muchos hermanos y hermanas que han asumido los valores auténticos del evangelio, no como teoría o discurso, sino como praxis, testimonio, acción transformadora de la realidad pecadora, injusta y violenta en que está sumida la humanidad. Cuando la religión ya no puede justificar ni legitimar un régimen autoritario, corrupto y excluyente, y lo denuncia, entonces se tiende a descalificar y a eliminar a los voceros -profetas-de la religión. Pero, como Jesús, los creyentes se mantienen firmes en sus convicciones y opciones fundamentadas por el evangelio del Reino. Hacer presente el evangelio de Jesús en medio del pueblo es nuestra misión y tarea, que sólo podemos alcanzar con la gracia de Dios. Admiremos y apoyemos a todos los que sufren persecución y martirio por su coherencia con el evangelio.
Oración sobre las Ofrendas
Que tu ayuda, Padre misericordioso, nos haga dignos de acercarnos a tu altar, a fin de que la asidua participación en este sacrificio nos obtenga la salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio de la pasión del Señor I
La fuerza de la cruz
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque en la pasión salvadora de tu Hijo diste a los hombres una nueva comprensión de tu majestad y una nueva manera de alabarla, al poner de manifiesto, por la eficacia inefable de la cruz, el poder del crucificado y el juicio que del mundo has hecho.
Por eso, ahora nosotros, llenos de alegría, te aclamamos con los ángeles y los santos diciendo:
Santo, Santo, Santo...
Antífona de la Comunión
En su propio Cuerpo, Cristo subió nuestros pecados a la cruz para que, muertos a nuestros pecados, empecemos una vida santa. En esta forma, por medio de sus heridas, hemos sido curados.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que la fuerza de este sacramento que nos une a ti, Señor, no nos abandone nunca y aleje siempre de nosotros todo mal.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
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