Buscar este blog

viernes, 30 de marzo de 2012

Evangelio del Sábado V Semana de Cuaresma. Ciclo B. 31 de Marzo, 2012

Evangelio del Sábado V Semana de Cuaresma. Ciclo B. 31 de Marzo, 2012 † Lectura del santo Evangelio según san Juan (11, 45-56) Gloria a ti, Señor. En aquel tiempo, muchos de los judíos que habían ido a casa de Marta y María, al ver que Jesús había resucitado a Lázaro, creyeron en él. Pero algunos de entre ellos fueron a ver a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron al sanedrín y decían: “¿Qué será bueno hacer? Ese hombre está haciendo muchos prodigios. Si lo dejamos seguir así, todos van a creer en él, van a venir los romanos y destruirán nuestro templo y nuestra nación”. Pero uno de ellos, llamado Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: “Ustedes no saben nada. No comprenden que conviene que un solo hombre muera por el pueblo y no que toda la nación perezca”. Sin embargo, esto no lo dijo por sí mismo, sino que, siendo sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación, y no sólo por la nación, sino también para congregar en la unidad a los hijos de Dios, que estaban dispersos. Por lo tanto, desde aquel día tomaron la decisión de matarlo. Por esta razón, Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se retiró a la ciudad de Efraín, en la región contigua al desierto y allí se quedó con sus discípulos. Se acercaba la Pascua de los judíos y muchos de las regiones circunvecinas llegaron a Jerusalén antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús en el templo y se decían unos a otros: “¿Qué pasará? ¿No irá a venir para la fiesta?” Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús. Comentario: Jesús va llegando a la plenitud de la misión. La tensión con sus adversarios, las autoridades religiosas judías, va aumentando. Sus innumerables signos se hacen insoportables. Jesús, consiente del inminente peligro que corre permaneciendo en la ciudad, se retira a un lugar apartado. Las autoridades comienzan a maquinar la manera de detenerlo. Ponen precio a su cabeza. Es mejor que muera un hombre por el pueblo a que perezca toda la nación en manos de los romanos. La sentencia está dictada. Jesús debe morir. La cuestión es encontrar la estrategia para detenerlo sin alborotar al pueblo. Entonces buscan la forma de prenderlo. ¡Cuántas veces, en nuestros contextos sociales y eclesiales, se prefiere acallar a una persona o a una comunidad por conveniencia, aunque se tenga que sacrificar la justicia y la verdad! Pero Jesús se mantiene firme, coherente, radical hasta el final. Apostar por la verdad, la justicia, la paz y el amor, como valores supremos del Reino, tiene su propio valor: ratificar el compromiso con la propia vida, asumir el sacrificio o incluso la muerte para que brillen la justicia y la verdad. – He aquí el desafío para los seguidores de Jesús en el mundo de hoy, que reclama y necesita gente coherente.

No hay comentarios: