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domingo, 25 de marzo de 2012

Homilías Solemnidad de la Anunciación del Señor 
26 de marzo de 2012

Homilías Solemnidad de la Anunciación del Señor 
26 de marzo de 2012 1.- DIOS SE UNIÓ CON NUESTRA HUMANIDAD CREADA Por Antonio García-Moreno 1.- EL ÁNGEL DEL SEÑOR ANUNCIÓ A MARÍA.- La conmemoración de la Anunciación, tiene en la liturgia un rango especial, el de ser una Solemnidad. Sin embargo, todas la celebraciones están siempre por debajo de Domingo, pues es el Día del Señor por excelencia, de ahí que esta año el día veinticinco cae en Domingo y desplaza la solemnidad al lunes día veintiséis. Aunque no es día precepto en nuestro pais, su especial significado merece ser tenido en muy cuenta. De hecho Benedicto XVI en la audiencia general al iniciar un nuevo ciclo dedicado a la oración, estimó oportuno dedicar algunas sesiones al Libro de los Hechos de los apóstoles comenzando por el pasaje en que San Lucas refiere la vida de los primeros cristianos, después que el señor subiera a los Cielos. Enumera los apóstoles y a los discípulos y seguidores de Jesús: “Todos ellos perseveraban unánimes en la oración, junto con algunas mujeres y con María, la madre de Jesús, y sus hermanos”. Recuerda el Papa que el arcángel San Gabriel anunció a María: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, el que nacerá Santo será llamado Hijo de Dios”. Recuerda el Papa que “San Bernardo describe cómo toda la corte celestial estuvo esperando con ansiosa impaciencia su palabra de consentimiento gracias a la cual se cumplió la unión nupcial entre Dios y la humanidad. La atención de todos los coros de los ángeles se había reservado para ese momento, en el que tuvo lugar un diálogo que habría dado inicio a un nuevo y definitivo capítulo de la historia del mundo. María responde: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”. En ese mismo instante “el Verbo se hizo carne ya habitó entre nosotros”. El prodigio de la Encarnación, añade el Papa en otro de sus discursos, continúa desafiándonos a abrir nuestra inteligencia a las ilimitadas posibilidades del poder transformador de Dios, de su amor por nosotros, de su deseo de estar en comunión con nosotros. Aquí el eterno Hijo de Dios se convirtió en hombre, e hizo posible para nosotros, sus hermanos y hermanas, el compartir su filiación divina. Aquel movimiento de rebajamiento, de un amor que se vació a sí mismo, hizo posible el movimiento inverso de exaltación en el cual también nosotros fuimos elevados para compartir la vida misma de Dios. 2.- LA NUEVA CREACIÓN.- El Espíritu que "descendió sobre María" es el mismo Espíritu que se aleteó sobre las aguas en los albores de la Creación. Esto nos recuerda que la Encarnación fue un nuevo acto creativo. De hecho el Prólogo de San Juan se inicia con las mismas palabras del Génesis, sugiriendo de esa forma que la Encarnación inaugura la nueva ceración. En efecto. Cuando nuestro Señor Jesucristo fue concebido por obra del Espíritu Santo en el seno virginal de María, Dios se unió con nuestra humanidad creada, entrando en una permanente nueva relación con nosotros e inaugurando la nueva Creación. Él no se impone a sí mismo, no predetermina sencillamente la parte que María tendrá en su plan de salvación: él busca ante todo su ascenso. En la creación original obviamente no era cuestión que Dios pidiera el consentimiento de sus criaturas, pero en esta nueva Creación él lo pide. María está en el puesto de toda la humanidad. Ella habla por todos nosotros cuando responde a la invitación del ángel. Reflexionar sobre este alegre misterio, dice también el Papa, nos da esperanza, la segura esperanza de que Dios continuará conduciendo nuestra historia, actuando con poder creativo para realizar los objetivos que serían imposibles para el cálculo humano. Esto nos desafía a abrirnos a la acción transformadora del Espíritu Creador que nos hace nuevos, que nos hace una sola cosa con Él y nos llena de su vida. Nos invita, con exquisita gentileza, a consentir que él habite en nosotros, a acoger la Palabra de Dios en nuestros corazones, haciéndonos capaces de responderle con amor, e salir con amor el uno hacia el otro. 2.- LA HUMANIZACIÓN DE DIOS Y LA DIVINIZACIÓN DEL HOMBRE Por Gabriel González del Estal 1.- Vas a concebir en tu seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El mensaje de la anunciación es el mensaje de la humanización de Dios, de la encarnación de Dios en el seno de una mujer llamada María. Ya, a través de los profetas del Antiguo Testamento, Dios mismo le había dicho una y otra vez a su pueblo que ningún pueblo tenía unos dioses tan cercanos a ellos, como está él siempre cerca de su pueblo. Y este es el mensaje consolador que la fiesta de la Anunciación nos trae, un año sí y otro también, a nosotros, los cristianos: nuestro Dios no sólo se preocupa de nosotros, sino que se ha hecho uno de nosotros, para enseñarnos el camino más certero que nos lleva hacia él. A través de María, Dios mismo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Por la vida, muerte y resurrección de su hijo, el Padre Dios nos perdona los pecados y nos ofrece la salvación. En esta fiesta de la Anunciación, los cristianos debemos dar gracias a Dios por el maravilloso regalo de su hijo. Y la mejor manera de dar gracias a Dios por el regalo de su hijo es hacer de Cristo nuestro camino, nuestra verdad y nuestra vida. Para que la humanización de Dios no haya sido para nosotros un regalo inútil, debemos nosotros mirar y seguir a Jesús de Nazaret y predicar su doctrina, su evangelio, al mundo entero. Debemos hacer de la persona de Jesús de Nazaret nuestro mejor amigo y nuestro mejor modelo. Antes que nada y nadie, Jesús de Nazaret es la persona a la que nosotros seguimos, admiramos y adoramos. 2.- Dijo María: he aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. María quedó llena de Dios; María, una criatura humana, se hizo divina. Esta es también la misión y la vocación de todos los cristianos: vivir en comunión con Dios, siendo imágenes y espejos de Dios en nuestros pensamientos, palabras y obras. San Pablo nos dice que en Dios nos movemos, vivimos y somos; en esta fiesta de la Anunciación debemos hacer realidad esta afirmación de San Pablo. San Agustín nos dice que “para hacer dioses a los hombres, se hizo hombre el que era Dios”. Sí, también Dios quiere encarnarse en cada uno de nosotros; Dios quiere que vivamos en la tierra siendo estandartes y sagrarios de Dios. La virgen María no es imitable en cuanto madre del Verbo, pero sí es imitable en cuanto portadora de Dios. Cuando los demás ven a un verdadero cristiano, deben ver, de alguna manera, a Dios. La vida de un verdadero cristiano puede y debe ser la mejor prueba de la existencia de Dios, del Dios encarnado en el seno de la Virgen María. Si vivimos así, transparentando a Dios en nuestras vidas, podremos celebrar con alegría y agradecimiento la fiesta de la Anunciación del Señor. 3.- LA VOLUNTAD DE DIOS ES NUESTRA FELICIDAD Por José María Martín OSA 1- “Hágase en mí según tu palabra”. María es la mujer creyente, que se fía de Dios. Recibe del ángel este mensaje lleno de confianza: "no temas, María". María, humilde y confiada, libre y obediente es el prototipo de la mujer nueva, el principio de la nueva humanidad basada en el amor y en la confianza en la voluntad de Dios. María quiere alimentarse de la Palabra de Dios, no de otras cosas pasajeras o engañosas. Jesús no pide palabras, sino que espera de nosotros hechos, es decir demostrar que lo que decimos con los labios lo llevamos a la práctica. El que cumple la voluntad de Dios es el que de verdad vive el Evangelio. Hacer la voluntad de Dios es llevar a cabo aquello que gusta a Dios, que es de su agrado. Cuando amamos a alguien buscamos hacer aquello que le hace feliz. Al mismo tiempo, dado que Dios nos ama, su felicidad es que descubramos la vida en plenitud, no una felicidad superficial, sino la verdadera felicidad, que consiste en llegar a ser nosotros mismos. Esto nos conduce al segundo sentido de la expresión “voluntad de Dios”: hace referencia al gran plan, al proyecto de Dios para la humanidad. Dios nos ha creado para que seamos felices. Los padres que aman de verdad a sus hijos tienen expectativas con respecto a ellos. Desean que ellos desarrollen todas sus capacidades, quieren que ellos hagan libre uso de sus dones para convertirse así en adultos. Esto es aún más cierto en el caso de Dios. El desea nuestra felicidad. El proyecto de Dios no es anular nuestra libertad, sino una invitación a que nuestra libertad sea utilizada plenamente a fin de ser cada vez más, a imagen suya, capaces de amar y servir al hermano, que es el camino más directo hacia esa felicidad que todos buscamos. María no sabía muy bien lo que le pedía el ángel, pero amaba a Dios y por eso aceptó lo Él le pedía. 2.- El mandato de ser felices. Aquél que es plenamente feliz tiene de verdad el derecho de decirse: “he cumplido la voluntad de Dios en esta tierra”. Todos los justos, todos los santos, todos los que han hecho el bien han sido felices de verdad. Jesús sabe que Dios es su Padre, que desea lo mejor para El y el mundo, a pesar de las contradictorias apariencias. Por eso en Getsemaní y en la cruz se pone en las manos del Padre y dice “hágase tu voluntad”. Confía en Dios y es esta confianza la que le da fuerzas para asumir las circunstancias difíciles. Muchos no entienden lo que significa la súplica del Padrenuestro “hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”. Incluso hay quien omite estas palabras, creyendo que Dios nos va a mandar cosas malas. Vattimo, en su libro “Creer que se cree”, se pregunta por qué existe la costumbre de decir “que sea lo que Dios quiera”, sólo cuando algo va verdaderamente mal y no cuando la vida nos sonríe. 3.- "Ahí tienes a tu Madre". Estamos muy próximos a celebrar el misterio de la Pasión y Muerte de Jesús. María estuvo allí junto a la cruz, como estuvo también con los apóstoles el día de Pentecostés. Aquel “fíat” no será sólo para un momento, sino que lo mantendrá toda su vida. María tiene una misión importante en la Iglesia porque es Madre y modelo de la Iglesia. Nuestra devoción a María debe llevarnos a su Hijo Jesucristo: "Haced lo que Él os diga". Todo lo que tiene, todo lo que es María le viene de Cristo. María es la primera cristiana, toda cristiana, hecha enteramente para Cristo. Por eso es la mujer del futuro, la humanidad del futuro, la nueva humanidad que siempre hemos soñado y que Dios mismo soñó. Pero esto sólo será posible si vivimos cerca de Dios, confiados y seducidos por su Amor, como María.

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