Buscar este blog

viernes, 30 de marzo de 2012

Ordinario de la Misa: Sábado V Semana Tiempo de Cuaresma. Ciclo B. 31 de Marzo, 2012

Ordinario de la Misa: Sábado V Semana Tiempo de Cuaresma. Ciclo B. 31 de Marzo, 2012 El Señor cuidará a su pueblo Feria de la 5a. semana de Cuaresma Renueven su corazón y su espíritu Antífona de Entrada Señor, no te quedes lejos; tú, que eres mi fuerza, ven aprisa en mi ayuda porque ya no soy un hombre, sino un gusano, despreciado por la gente y rechazado por el pueblo. Oración Colecta Oremos: Señor, tú que nunca dejas de procurar nuestra salvación y en estos días de Cuaresma nos otorgas gracias más abundantes, mira con amor a esta familia tuya y concede tu auxilio protector a quienes se preparan para el bautismo y a quienes hemos renacido ya a una vida nueva. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén. Primera Lectura Lectura del libro del profeta Ezequiel (37, 21-28) Esto dice el Señor Dios: “Voy a recoger de las naciones a donde emigraron, a todos los israelitas; de todas partes los congregaré para llevarlos a su tierra. Haré de ellos un solo pueblo en mi tierra, en los montes de Israel; habrá un solo rey para todos ellos y nunca más volverán a ser dos naciones, ni a dividirse en dos reinos. Ya no volverán a mancharse con sus ídolos, sus abominaciones y con todas sus iniquidades; yo los salvaré de las infidelidades que cometieron y los purificaré; ellos van a ser mi pueblo y yo voy a ser su Dios. Mi siervo David será su rey y todos ellos no tendrán más que un pastor; cumplirán mis mandamientos y pondrán por obra mis preceptos. Habitarán en la tierra que di a mi siervo Jacob y en la que habitaron los padres de ustedes, y ahí vivirán para siempre ellos, sus hijos y sus nietos; mi siervo David será su rey para siempre. Voy a hacer con ellos una alianza eterna de paz. Los asentaré, los haré crecer y pondré mi santuario entre ellos para siempre. En medio de ellos estará mi templo: yo voy a ser su Dios y ellos van a ser mi pueblo. Las naciones sabrán que yo soy el Señor que santifica a Israel, cuando vean mi santuario en medio de ellos para siempre”. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor. Salmo Responsorial Jeremías 31 El Señor cuidará a su pueblo como un pastor a su rebaño. Escuchen, pueblos, la palabra del Señor, anúncienla aun en las islas más remotas: “El que dispersó a Israel lo reunirá y lo cuidará como el pastor a su rebaño”. El Señor cuidará a su pueblo como un pastor a su rebaño. Porque el Señor redimió a Jacob y lo rescató de las manos del poderoso. Ellos vendrán para aclamarlo al monte Sión y vendrán a gozar de los bienes del Señor. El Señor cuidará a su pueblo como un pastor a su rebaño. Entonces se alegrarán las jóvenes, danzando; se sentirán felices jóvenes y viejos, porque yo convertiré su tristeza en alegría, los llenaré de gozo y aliviaré sus penas. El Señor cuidará a su pueblo como un pastor a su rebaño. Aclamación antes del Evangelio Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Purifíquense de todas sus iniquidades; renueven su corazón y su espíritu, dice el Señor. Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Evangelio † Lectura del santo Evangelio según san Juan (11, 45-56) Gloria a ti, Señor. En aquel tiempo, muchos de los judíos que habían ido a casa de Marta y María, al ver que Jesús había resucitado a Lázaro, creyeron en él. Pero algunos de entre ellos fueron a ver a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron al sanedrín y decían: “¿Qué será bueno hacer? Ese hombre está haciendo muchos prodigios. Si lo dejamos seguir así, todos van a creer en él, van a venir los romanos y destruirán nuestro templo y nuestra nación”. Pero uno de ellos, llamado Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: “Ustedes no saben nada. No comprenden que conviene que un solo hombre muera por el pueblo y no que toda la nación perezca”. Sin embargo, esto no lo dijo por sí mismo, sino que, siendo sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación, y no sólo por la nación, sino también para congregar en la unidad a los hijos de Dios, que estaban dispersos. Por lo tanto, desde aquel día tomaron la decisión de matarlo. Por esta razón, Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se retiró a la ciudad de Efraín, en la región contigua al desierto y allí se quedó con sus discípulos. Se acercaba la Pascua de los judíos y muchos de las regiones circunvecinas llegaron a Jerusalén antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús en el templo y se decían unos a otros: “¿Qué pasará? ¿No irá a venir para la fiesta?” Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús. Comentario: Jesús va llegando a la plenitud de la misión. La tensión con sus adversarios, las autoridades religiosas judías, va aumentando. Sus innumerables signos se hacen insoportables. Jesús, consiente del inminente peligro que corre permaneciendo en la ciudad, se retira a un lugar apartado. Las autoridades comienzan a maquinar la manera de detenerlo. Ponen precio a su cabeza. Es mejor que muera un hombre por el pueblo a que perezca toda la nación en manos de los romanos. La sentencia está dictada. Jesús debe morir. La cuestión es encontrar la estrategia para detenerlo sin alborotar al pueblo. Entonces buscan la forma de prenderlo. ¡Cuántas veces, en nuestros contextos sociales y eclesiales, se prefiere acallar a una persona o a una comunidad por conveniencia, aunque se tenga que sacrificar la justicia y la verdad! Pero Jesús se mantiene firme, coherente, radical hasta el final. Apostar por la verdad, la justicia, la paz y el amor, como valores supremos del Reino, tiene su propio valor: ratificar el compromiso con la propia vida, asumir el sacrificio o incluso la muerte para que brillen la justicia y la verdad. – He aquí el desafío para los seguidores de Jesús en el mundo de hoy, que reclama y necesita gente coherente. Oración sobre las Ofrendas Dios eterno y todopoderoso, que por medio del sacramento del bautismo haces renacer a quienes confiesan tu nombre, acepta nuestros dones y plegarias para que, cuantos en ti esperan, puedan ver realizados sus deseos y perdonadas sus culpas. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. Prefacio de la pasión del Señor I La fuerza de la cruz El Señor esté con ustedes. Y con tu espíritu. Levantemos el corazón. Lo tenemos levantado hacia el Señor. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. Es justo y necesario. En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Porque en la pasión salvadora de tu Hijo diste a los hombres una nueva comprensión de tu majestad y una nueva manera de alabarla, al poner de manifiesto, por la eficacia inefable de la cruz, el poder del crucificado y el juicio que del mundo has hecho. Por eso, ahora nosotros, llenos de alegría, te aclamamos con los ángeles y los santos diciendo: Santo, Santo, Santo... Antífona de la Comunión Cristo fue entregado a la muerte para congregar en la unidad a los hijos de Dios, que estaban dispersos. Oración después de la Comunión Oremos: Señor, tú que nos has hecho partícipes del Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, concédenos participar también de su vida divina. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

No hay comentarios: