Evangelio del Martes IV Semana de Adviento. Ciclo A. 21 de diciembre 2010.
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas (1, 39-45)
Gloria a ti, Señor.
En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno.
Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó:
“¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
REFLEXION:
Lucas relata el encuentro de Isabel y María. Una mujer mayor, esposa de un sacerdote, que encarna las tradiciones de Judea, junto a una joven campesina que refleja las tradiciones de Galilea. Isabel saluda a María con alegría y reconoce en ella la acción de Dios. Las menciones del AT puestas en boca de Isabel (Jue 5,24; Jud 13,189) relacionan a María con la Tienda del Encuentro, portadora de la presencia de Dios, y con las mujeres que han sido importantes en la historia del pueblo (Judith, Ester, Rut). María es la mujer en la que se lleva a cabo la plenitud de la revelación del AT; ella es la nueva tienda donde ahora se revela y manifiesta Dios a los hombres. En Isabel y María convoca Dios a Israel a inaugurar un nuevo tiempo donde toda diferencia o exclusión queden superadas por la fraternidad. El cántico proclamado por María que recoge Lucas exalta a Dios por la obra que ha puesto en marcha a favor de la humanidad, y especialmente de los pobres y desvalidos, los necesitados y humillados. Vayamos al encuentro del otro como María, y reconozcamos como Isabel la presencia ya actuante del reino de Dios en medio de nosotros.
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