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martes, 21 de diciembre de 2010

Evangelio del Miércoles IV Semana de Adviento. Ciclo A. 22 de diciembre 2010

Evangelio del Miércoles IV Semana de Adviento. 22 de diciembre 2010.

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas (1, 46-56)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, dijo María: “Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava. Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede.
Santo es su nombre, y su misericordia llega de generación en generación a los que lo temen. Ha hecho sentir el poder de su brazo: dispersó a los de corazón altanero, destronó a los potentados y exaltó a los humildes. A los hambrientos los colmó de bienes y a los ricos los despidió sin nada.
Acordándose de su misericordia, vino en ayuda de Israel, su siervo, como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham y a su descendencia, para siempre”.
María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
En la primera lectura Samuel nos relata la acción de Dios en Ana, mujer estéril que ruega a Dios para que le dé un hijo. Dios escuchó su ruego y ella dio a luz. Luego llevó el niño al santuario y lo entregó al sacerdote; sabiendo que era un don de Dios, se postró ante Él y oró con las palabras que hemos escuchado en el salmo. Ana reconoce la grandeza de Dios, que escucha la voz de los pequeños. Lucas pone en paralelo con Ana las palabras de María que, como portadora de la palabra de salvación que le ha dado Dios, reconoce la grandeza del proyecto de Dios en ella y en su pueblo. Es un cántico de alegría, de gozo, de agradecimiento y de reconocimiento de la grandeza de Dios. El “Magníficat” es un canto de María al Dios que ha caminado siempre con su pueblo, al Dios que se fija en ella de modo personal, vinculándola a su proyecto universal, al Dios de misericordia y justicia que reivindica a los pobres y débiles. Dios hace de la pequeñez la fuerza del reino de Dios. ¿Reconozco y doy gracias a la acción de Dios en los pequeños de hoy.

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