Evangelio del Jueves II Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 20 de enero 2011.
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (3, 7-12)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, seguido por una muchedumbre de galileos. Una gran multitud, procedente de Judea y Jerusalén, de Idumea y Transjordania y de la parte de Tiro y Sidón, habiendo tenido noticias de lo que Jesús hacía,se trasladó a donde él estaba.
Entonces rogó Jesús a sus discípulos que le consiguieran una barca para subir en ella, porque era tanta la multitud, que estaba a punto de aplastarlo.
En efecto, Jesús había curado a muchos, de manera que todos los que padecían algún mal, se le echaban encima para tocarlo.
Cuando los poseídos por espíritus inmundos lo veían, se echaban a sus pies y gritaban: “Tú eres el Hijo de Dios”. Pero Jesús les prohibía que lo manifestaran.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
Marcos presenta en este relato un resumen de la actividad de Jesús, en el que resulta significativa la expansión geográfica de su misión y la cantidad de gente que lo sigue. El evangelista quiere comunicar a sus lectores que todo el mundo, judíos y paganos, buscan a Jesús, que la Buena Nueva del Reino es de carácter universal y que por lo mismo todos pueden acceder a ella. Jesús rompe con los límites de la sinagoga y con la exclusividad de la salvación para el pueblo de Israel; el anuncio es para todos, en especial para todo ese grupo social que es mal visto, para aquellos que se encuentran paralizados, enfermos, casi muertos por una estructura religiosa y social que no tiene como principio ético la misericordia y la justicia de Dios. De ahí que Jesús salga a las periferias, al lugar donde sobreabunda la muerte y la miseria, ya que es en estos lugares donde se encuentran los preferidos de Dios, es en ellos donde verdaderamente Dios comienza a salvar, es allí donde Jesús es reconocido como verdadero Hijo de Dios. El verdadero seguidor de Jesús se distingue por su capacidad de salir de sí mismo para ir al encuentro de Dios en el otro.
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