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martes, 18 de enero de 2011

Ordinario de la Misa. Lecturas y Oraciones. Miercoles II Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 19 de enero 2011

= Miercoles 19 de Enero, 2011
Confío, Señor, en tu misericordia
Feria de la 2a. semana del Tiempo Ordinario
Proclamaré Señor, todas tus maravillas
Antífona de Entrada
Confío, Señor, en tu misericordia; alegra mi corazón con tu auxilio. Cantaré al Señor
por el bien que me ha hecho.
Oración Colecta
Oremos:
Concédenos, Señor, ser dóciles a las inspiraciones de tu Espíritu para que realicemos siempre en nuestra vida tu santa voluntad.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura
Lectura de la carta a los
hebreos (7, 1-3. 15-17)
Hermanos: Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios altísimo, salió al encuentro de Abraham, cuando éste volvía de derrotar a los reyes, y lo bendijo. Abraham le dio entonces la décima parte de todo el botín.
El nombre de Melquisedec, significa rey de justicia y el título rey de Salem, significa rey de paz. No se mencionan ni su padre ni su madre, y aparece sin antepasados.
Tampoco se encuentra el principio ni el fin de su vida. Es la figura del Hijo de Dios, y como él, permanece sacerdote para siempre.
En efecto, como Melquisedec, Jesucristo ha sido constituido sacerdote, en virtud de su propia vida indestructible y no por la ley, que señalaba que los sacerdotes fueran de la tribu de Leví. La palabra misma de Dios lo atestigua, cuando dice: Tú eres sacerdote para siempre, como Melquisedec.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 109
Tú eres sacerdote
para siempre.
Esto ha dicho el Señor a mi Señor: “Siéntate a mi derecha; yo haré de tus contrarios el estrado donde pongas los pies”.
Tú eres sacerdote
para siempre.
Extenderá el Señor desde Sión tu cetro poderoso y tú dominarás al enemigo.
Tú eres sacerdote
para siempre.
Es tuyo el señorío; el día en que naciste, en los montes sagrados, te consagró el Señor antes del alba.
Tú eres sacerdote
para siempre.
Juró el Señor y no ha de retractarse: “Tú eres sacerdote para siempre, como Melquisedec”.
Tú eres sacerdote
para siempre.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Jesús predicaba el Evangelio del Reino y curaba las enfermedades y dolencias del pueblo.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Marcos (3, 1-6)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús entró en la sinagoga, donde había un hombre que tenía tullida una mano. Los fariseos estaban espiando a Jesús para ver si curaba en sábado y poderlo acusar.
Jesús le dijo al tullido:
“Levántate y ponte allí en medio”.
Después les preguntó:
“¿Qué es lo que está permitido hacer en sábado, el bien o el mal? ¿Se le puede salvar la vida a un hombre en sábado o hay que dejarlo morir?” Ellos se quedaron callados. Entonces, mirándolos con ira y con tristeza, porque no querían entender, le dijo al hombre: “Extiende tu mano”. La extendió, y su mano quedó sana.
Entonces se fueron los fariseos y comenzaron a hacer planes con los del partido de Herodes para matar a Jesús.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:

Jesús manifiesta en palabras y gestos el verdadero sentido de la ley: la justicia y la misericordia con el prójimo. Por ello Jesús pone en medio de la sinagoga al hombre de la mano paralizada, dando a entender que la salvación venida por Dios está mediada por la solidaridad y el amor a los que sufren y son marginados, que el centro y fundamento de la ley es salvar la vida del ser humano a toda costa. Por lo tanto, lo que realmente es lícito, y a la vez urgente, es hacer el bien, salvar la vida, hacer presente en todas las cosas la bondad y misericordia de Dios. Esta forma en que Jesús interpreta y vive la ley resulta insoportable para los fariseos, pues están “paralizados”, estancados en el cumplimiento, en la piedad y en el legalismo, de ahí que opten, junto con el poder político representado en los herodianos, por acabar con él. Podemos identificar en este relato dos maneras contrarias de comprender la fe en Dios: Una, ligada íntimamente al compromiso con la vida y con la suerte de los pobres; otra, aferrada al poder, la ley y el cumplimiento. ¿Cómo comprendemos nuestra fe en Dios?
Oración sobre las Ofrendas
Que este sacrificio de acción de gracias de alabanza que vamos a ofrecerte, nos ayude, Señor, a conseguir nuestra salvación eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio Común VII
Cristo, huésped y peregrino
en medio de nosotros.
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo darte gracias, Señor, Padre santo, Dios de la alianza y de la paz. Porque tú llamaste a Abraham y le mandaste salir de su tierra, para constituirlo padre de todas las naciones.
Tú suscitaste a Moisés para librar a tu pueblo y guiarlo a la tierra de promisión. Tú, en la etapa final de la historia, has enviado a tu Hijo, como huésped y peregrino en medio de nosotros, para redimirnos del pecado y de la muerte; y has derramado el Espíritu, para hacer de todas las naciones un solo pueblo nuevo, que tiene como meta, tu reino, como estado, la libertad de tus hijos, como ley, el precepto del
amor.
Por estos dones de tu benevolencia, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos
con gozo el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo…

Antífona de la Comunión
Proclamaré Señor, todas tus maravillas y me alegraré en ti y entonaré salmos a tu nombre, Dios Altísimo.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que el Cuerpo y la Sangre de Cristo, que nos has dado, Señor, en este sacramento, sean para todos nosotros una prenda segura de vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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