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miércoles, 19 de enero de 2011

Ordinario de la Misa. Lecturas y Oraciones. Jueves II Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 20 de enero 2011

= Jueves 20 de Enero, 2011
El Señor es mi protector
Feria de la 2a. S. T. O. o memoria libre de san Fabián, Papa y mártir; o de san Sebastián, mártir
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad
Antífona de Entrada
El Señor es mi protector; él me libró de las manos de mis enemigos y me salvó, porque me ama.
Oración Colecta
Oremos:
Concédenos, Señor, que el curso de los acontecimientos del mundo se desenvuelva, según tu voluntad, en la justicia y en la paz, y que tu Iglesia pueda servirte con tranquilidad y alegría.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura
Lectura de la carta a los
hebreos (7, 23—8, 6)
Hermanos: Durante la antigua alianza hubo muchos sacerdotes, porque la muerte les
impedía permanecer en su oficio.
En cambio, Jesucristo tiene un sacerdocio eterno, porque él permanece para siempre. De ahí que sea capaz de salvar, para siempre, a los que por su medio se acercan a Dios, ya que vive eternamente para interceder por nosotros.
Ciertamente que un sumo sacerdote como éste era el que nos convenía: santo, inocente, inmaculado, separado de los pecadores y elevado por encima de los cielos; que no necesita, como los demás sacerdotes, ofrecer diariamente víctimas, primero por sus pecados y después por los del pueblo, porque esto lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. Porque los sacerdotes constituidos por la ley eran hombres llenos de fragilidades;pero el sacerdote constituido por las palabras del juramento posterior a la ley, es el Hijo eternamente perfecto.
Ahora bien, lo más importante de lo que estamos diciendo es que tenemos en Jesús a un sumo sacerdote tan excelente, que está sentado a la derecha del trono de Dios en el cielo, como ministro del santuario y del verdadero tabernáculo, levantado por el Señor y no por los hombres.
Todo sumo sacerdote es nombrado para que ofrezca dones y sacrificios; por eso era también indispensable que él tuviera algo que ofrecer. Si él se hubiera quedado en la tierra, ni siquiera sería sacerdote, habiendo ya quienes ofrecieran los dones prescritos por la ley.
Pero éstos son ministros de un culto que es figura y sombra del culto celestial, según lo reveló Dios a Moisés, cuando le mandó que construyera el tabernáculo:
Mira, le dijo, lo harás todo según el modelo que te mostré en el monte. En cambio, el ministerio de Cristo es tanto más excelente, cuanto que él es el mediador de una mejor alianza, fundada en mejores promesas.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 39
Aquí estoy, Señor,
para hacer tu voluntad.
Sacrificios y ofrendas no quisiste, abriste, en cambio, mis oídos a tu voz. No exigiste holocaustos por la culpa, así que dije: “Aquí estoy”.
Aquí estoy, Señor,
para hacer tu voluntad.
En tus libros se me ordena hacer tu voluntad; esto es, Señor, lo que deseo: tu ley en
medio de mi corazón.
Aquí estoy, Señor,
para hacer tu voluntad.
He anunciado tu justicia en la gran asamblea; no he cerrado mis labios, tú lo sabes, Señor.
Aquí estoy, Señor,
para hacer tu voluntad.
Que se gocen en ti y que se alegren todos los que te buscan. Cuantos quieren de ti la salvación repiten sin cesar:“¡Qué grande es Dios!”
Aquí estoy, Señor,
para hacer tu voluntad.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Jesucristo, nuestro Salvador, ha vencido la muerte y ha hecho resplandecer la vida por medio del Evangelio.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Marcos (3, 7-12)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, seguido por una muchedumbre de galileos. Una gran multitud, procedente de Judea y Jerusalén, de Idumea y Transjordania y de la parte de Tiro y Sidón, habiendo tenido noticias de lo que Jesús hacía,se trasladó a donde él estaba.
Entonces rogó Jesús a sus discípulos que le consiguieran una barca para subir en ella, porque era tanta la multitud, que estaba a punto de aplastarlo.
En efecto, Jesús había curado a muchos, de manera que todos los que padecían algún mal, se le echaban encima para tocarlo.
Cuando los poseídos por espíritus inmundos lo veían, se echaban a sus pies y gritaban: “Tú eres el Hijo de Dios”. Pero Jesús les prohibía que lo manifestaran.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:

Marcos presenta en este relato un resumen de la actividad de Jesús, en el que resulta significativa la expansión geográfica de su misión y la cantidad de gente que lo sigue. El evangelista quiere comunicar a sus lectores que todo el mundo, judíos y paganos, buscan a Jesús, que la Buena Nueva del Reino es de carácter universal y que por lo mismo todos pueden acceder a ella. Jesús rompe con los límites de la sinagoga y con la exclusividad de la salvación para el pueblo de Israel; el anuncio es para todos, en especial para todo ese grupo social que es mal visto, para aquellos que se encuentran paralizados, enfermos, casi muertos por una estructura religiosa y social que no tiene como principio ético la misericordia y la justicia de Dios. De ahí que Jesús salga a las periferias, al lugar donde sobreabunda la muerte y la miseria, ya que es en estos lugares donde se encuentran los preferidos de Dios, es en ellos donde verdaderamente Dios comienza a salvar, es allí donde Jesús es reconocido como verdadero Hijo de Dios. El verdadero seguidor de Jesús se distingue por su capacidad de salir de sí mismo para ir al encuentro de Dios en el otro.
Oración sobre las Ofrendas
Que este pan y este vino que tú mismo nos das para ofrecértelos nos ayuden, Señor, convertidos en el Cuerpo y Sangre de tu Hijo, a conseguir el premio de la felicidad eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio Común VIII
Jesús, buen samaritano.
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo darte gracias, y deber nuestro alabarte, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, en todos los momentos y circunstancias de la vida, en la salud y en la enfermedad, en el sufrimiento y en el gozo, por tu siervo, Jesús, nuestro Redentor.
Porque él, en su vida terrena, pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal. También hoy, como buen samaritano, se acerca a todo hombre que sufre en su cuerpo o en su espíritu, y cura sus heridas con el aceite del consuelo y el vino de la esperanza.
Por este don de tu gracia, incluso cuando nos vemos sumergidos en la noche del dolor, vislumbramos la luz pascual en tu Hijo, muerto y resucitado.
Por eso, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos a una voz el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo…

Antífona de la Comunión
Cantaré al Señor por el bien que me ha hecho; y entonaré un himno de alabanza al Dios
Altísimo.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Te pedimos, Padre misericordioso, que por este sacramento con que ahora nos fortaleces, nos hagas algún día, participar de la vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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