Evangelio del Viernes II Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 21 de Enero 2011.
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (3, 13-19)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús subió al monte, llamó a los que él quiso, y ellos lo siguieron. Constituyó a doce para que se quedaran con él, para mandarlos a predicar y para que tuvieran el poder de expulsar a los demonios.
Constituyó entonces a los Doce: a Simón, al cual le impuso el nombre de Pedro; después, a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, a quienes dio el nombre de Boanergues, es decir “hijos del trueno”; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y a Judas Iscariote, que después lo traicionó.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
Desde la montaña, lugar simbólico del encuentro con Dios, Jesús llama a los que serán sus discípulos. Lo novedoso de Jesús es precisamente que es él quien elige, distanciándose así de los tradicionales maestros de la ley que comúnmente eran elegidos por sus futuros alumnos. Esto significa que la vocación de ser discípulo es una iniciativa de Dios, es una gracia dada a quien se siente movido e identificado con la misericordia y la justicia del reino. Según Marcos la tarea de los miembros de este nuevo grupo es convivir con él y ser enviados a predicar la Buena Nueva; esto exige permanecer con el Maestro, escuchar su palabra, estar disponible para el seguimiento, exige iniciar un proceso de conversión y de fe que permita al discípulo dar testimonio del evangelio que ha vivido junto a Jesús. Conversión, fe, confianza, disponibilidad y testimonio son elementos que identifican al verdadero discípulo de Jesús; son las bases desde las cuales se construye el nuevo pueblo de Dios. Por esta razón los discípulos son signo del nuevo Israel, del nuevo mundo renovado por la presencia de Jesús; son un espejo en el que todo creyente puede mirarse; son un verdadero ejemplo de conversión y de fidelidad al Señor.
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