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martes, 4 de enero de 2011

Evangelio del Miércoles II Semana de Navidad. Ciclo A. 5 de enero 2011

Evangelio del Miércoles II Semana de Navidad. Ciclo A. 5 de enero 2011-01-03

† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (6, 45-52)
Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, después de la multiplicación de los panes, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se dirigieran a Betsaida, mientras él despedía a la gente. Después de despedirlos, se retiró al monte a orar.
Entrada la noche, la barca estaba en medio del lago y Jesús, solo, en tierra. Viendo los trabajos con que avanzaban, pues el viento les era contrario, se dirigió a ellos caminando sobre el agua, poco antes del amanecer, y parecía que iba a pasar de largo.
Al verlo andar sobre el agua, ellos creyeron que era un fantasma y se pusieron a gritar, porque todos lo habían visto y estaban espantados. Pero él les habló enseguida y les dijo:
“¡Ánimo! Soy yo; no teman”.
Subió a la barca con ellos y se calmó el viento. Todos estaban llenos de espanto y es que no habían entendido el episodio de los panes, pues tenían la mente embotada.

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
L a intención del relato que leemos hoy es manifestar el poder de Jesús sobre el mal y su divinidad. Luego de despedir a la gente, Jesús se dirige al monte a orar, signo de su relación íntima con el Padre y muestra de que su poder salvífico viene del mismo Dios; al mismo tiempo, la oración de Jesús se convierte en el ambiente propicio para contemplar y salir al encuentro de los suyos. Mientras Jesús se encuentra en tierra orando, sus discípulos luchan contra el viento, en medio del lago, tratando de llegar a la otra orilla; estos elementos nos indican la inestabilidad de la fe de los discípulos, quienes no se sienten seguros, dudan, tienen miedo, impidiéndoles así reconocer a Jesús como el Hijo de Dios. Jesús entonces es comprendido por Marcos como la única persona que puede dar estabilidad y confianza a la comunidad de creyentes; es quien puede salvar y liberar de la muerte, quien en realidad puede “caminar” por encima del mal. A pesar de la confusión y de las dudas Jesús sigue con sus discípulos y los exhorta, al igual que a nosotros, a creer en Él, a sostener nuestra esperanza siempre en el resucitado.

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