= Sabado 08 de Enero, 2011
El Señor es amigo de su pueblo
Feria del Tiempo de Navidad
Alabemos al Señor con nuestra vida
Antífona de Entrada
Envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, para que recibiéramos la dignidad de hijos adoptivos.
Oración Colecta
Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, que, por medio de tu Hijo, nos has hecho renacer para ti, concédenos que tu gracia nos modele a imagen de Jesucristo en quien nuestra naturaleza humana está unida a la tuya.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.
Primera Lectura
Lectura de la primera carta del
apóstol san Juan (5, 14-21)
Queridos hijos: La confianza que tenemos en Dios consiste en que, si le pedimos algo conforme a su voluntad, él nos escucha. Si estamos seguros de que escucha nuestras peticiones, también lo estamos de poseer ya lo que le pedimos.
Si alguno ve que su hermano comete un pecado de los que no llevan a la muerte, que pida por él y le obtendrá la vida.
Esto vale para los que cometen pecados que no llevan a la muerte, porque hay un pecado que sí lleva a la muerte (por ése no digo que se pida). Toda mala acción es pecado, pero hay pecados que no llevan a la muerte.
Sabemos que todo el que ha nacido de Dios no peca, sino que el Hijo de Dios lo protege, y no lo toca el demonio.
Sabemos que somos de Dios, mientras que el mundo entero yace en poder del demonio. También sabemos que el Hijo de Dios ha venido ya y que nos ha dado inteligencia para conocer al Dios verdadero.
Nosotros permanecemos fieles al único verdadero, porque permanecemos en su Hijo Jesucristo. El es el verdadero Dios y la vida eterna. Hijos míos, no adoren a los ídolos.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Salmo 149
El Señor es amigo
de su pueblo.
Entonen al Señor un canto nuevo, en la reunión litúrgica proclámenlo. En su creador y rey, en el Señor, alégrese Israel, su pueblo santo.
El Señor es amigo
de su pueblo.
En honor de su nombre, que haya danzas, alábenlo con arpa y tamboriles. El Señor es amigo de su pueblo y otorga la victoria a los humildes.
El Señor es amigo
de su pueblo.
Que se alegren los fieles en el triunfo, que inunde el regocijo sus hogares, que alaben al Señor con sus palabras, porque en esto su pueblo se complace.
El Señor es amigo
de su pueblo.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
El pueblo que habitaba en tinieblas, vio una gran luz. Sobre los que vivían en tierra de sombras una luz resplandeció.
Aleluya.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Juan (3, 22-30)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, fue Jesús con sus discípulos a Judea y permaneció allí con ellos, bautizando. También Juan estaba bautizando en Enón, cerca de Salim, porque ahí había agua abundante. La gente acudía y se bautizaba, pues Juan no había sido encarcelado todavía.
Surgió entonces una disputa entre algunos de los discípulos de Juan y unos judíos, acerca de la purificación. Los discípulos fueron a decirle a Juan: “Mira, maestro, aquel que estaba contigo en la otra orilla del Jordán y del que tú diste testimonio, está ahora bautizando y todos acuden a él”.
Contestó Juan: “Nadie puede apropiarse nada, si no le ha sido dado del cielo. Ustedes mismos son testigos de que yo dije: ‘Yo no soy el Mesías, sino el que ha sido enviado delante de él’. En una boda, el que tiene a la novia es el novio; en cambio, el amigo del novio, que lo acompaña y lo oye hablar, se alegra mucho de oír su voz. Así también yo me lleno ahora de alegría.
Es necesario que él crezca y que yo venga a menos”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
Lo que permanece en el fondo de esta sección del evangelio de Juan es la pregunta por la superioridad del ministerio de Jesús, representado concretamente en su actividad bautismal. Los discípulos de Juan se sienten confrontados al ver el éxito de la acción liberadora de Jesús y su acogida por muchos miembros del pueblo. La respuesta de Juan a la queja de sus discípulos muestra la nobleza que le caracteriza, pues es consciente de que su misión es diferente a la de Jesús; su misión consistió en preparar el camino, en ser el precursor del Mesías, y no en suplantar o sustituir al Novio, él es el amigo del Novio, el encargado de los preparativos de la boda. La importancia del testimonio del Bautista se encuentra en su capacidad para rechazar cualquier tipo de envidia y en expresar su alegría por la presencia de Jesús en medio del pueblo. Jesús es el Novio, es el mediador entre Dios y la Humanidad, es quien, junto con la novia (la comunidad de creyentes), verdaderamente llenan de gozo y vida la fiesta. El verdadero protagonista de nuestra acción evangelizadora es Jesús de Nazaret y no nosotros mismos; es Jesús quien debe crecer en el corazón del mundo.
Oración sobre las Ofrendas
Señor y Dios nuestro, que infundes en nosotros los sentimientos de la verdadera adoración y nos impulsas a vivir en plena concordia con nuestros prójimos, concédenos poder tributarte con estas ofrendas el culto que te es debido y estrechar los lazos de caridad con nuestros hermanos, por la participación en este sacramento.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio de Navidad II
Restauración universal por la
encarnación
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor.
El cual, en el misterio santo que hoy celebramos, se hizo presente entre nosotros sin dejar la gloria del Padre; siendo invisible en su naturaleza divina, se hizo visible al asumir la nuestra y, engendrado antes de todo tiempo, comenzó a existir en el tiempo para reintegrar en la unidad a la creación entera, reconstruyendo en su persona cuanto en el mundo yacía derrumbado y para llamar de nuevo al hombre caído al Reino de los cielos.
Por eso, unidos a los coros angélicos, te aclamamos, llenos de alegría:
Santo, Santo, Santo…
Antífona de la Comunión
De su plenitud hemos recibido todos, gracia por gracia.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que tu pueblo, Señor, al que jamás has dejado de tu mano, experimente tu ayuda presente y futura a fin de que, disfrutando de los bienes terrenos necesarios, pueda buscar con mayor confianza los bienes eternos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
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