Evangelio del Jueves XIV Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 07 de julio 2011
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (10, 7-15)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, envió Jesús a los Doce con estas instrucciones: “Vayan y proclamen por el camino que ya se acerca el Reino de los cielos. Curen a los leprosos y demás enfermos; resuciten a los muertos y echen fuera a los demonios. Gratuitamente han recibido este poder; ejérzanlo, pues, gratuitamente.
No lleven con ustedes, en su cinturón, monedas de oro, de plata o de cobre. No lleven morral para el camino ni dos túnicas ni sandalias ni bordón, porque el trabajador tiene derecho a su sustento.
Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, pregunten por alguien respetable y hospédense en su casa hasta que se vayan.
Al entrar, saluden así: ‘Que haya paz en esta casa’. Y si aquella casa es digna, la paz de ustedes reinará en ella; si no es digna, el saludo de paz de ustedes no les aprovechará. Y si no los reciben o no escuchan sus palabras, al salir de aquella casa o de aquella ciudad, sacudan el polvo de los pies. Yo les aseguro que el día del juicio, Sodoma y Gomorra serán tratadas con menos rigor que esa ciudad”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
El discipulado y las exigencias del mismo son, en el fondo, un don de Dios; regalo del Señor para que la sociedad alternativa -el Reino- pueda ser una realidad. La centralidad del envío en este pasaje radica en la proclamación de la cercanía del reino (de Dios) y en la eficacia de los signos que lo hacen acaecer: sanar (restaurar), resucitar (luchar por una forma digna de vida), limpiar (dignificar) y expulsar (liberar al ser humano). Por otro lado, la misión de los discípulos está en la capacidad de compartir todo lo que les ha enseñado el Maestro. En otras palabras, las verdades divinas de la salvación son tan importantes para todos, que hay que compartirlas sin tener en cuenta el pago de los que escuchan. Lo recibido gratis, gratis lo compartimos. Para los que nos sentimos discípulos de Jesús hoy, es importante tener en cuenta que la misión también depende de la hospitalidad de aquellos que nos reciben, aun con los riesgos que esto implica. No podemos dejar de lado las posibilidades que tenemos para ser misioneros, pero no debemos olvidarnos de lo más fundamental: Jesús de Na El discipulado y las exigencias del mismo son, en el fondo, un don de Dios; regalo del Señor para que la sociedad alternativa -el Reino- pueda ser una realidad. La centralidad del envío en este pasaje radica en la proclamación de la cercanía del reino (de Dios) y en la eficacia de los signos que lo hacen acaecer: sanar (restaurar), resucitar (luchar por una forma digna de vida), limpiar (dignificar) y expulsar (liberar al ser humano). Por otro lado, la misión de los discípulos está en la capacidad de compartir todo lo que les ha enseñado el Maestro. En otras palabras, las verdades divinas de la salvación son tan importantes para todos, que hay que compartirlas sin tener en cuenta el pago de los que escuchan. Lo recibido gratis, gratis lo compartimos. Para los que nos sentimos discípulos de Jesús hoy, es importante tener en cuenta que la misión también depende de la hospitalidad de aquellos que nos reciben, aun con los riesgos que esto implica. No podemos dejar de lado las posibilidades que tenemos para ser misioneros, pero no debemos olvidarnos de lo más fundamental: Jesús de Nazaret.
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